Caminando por las calles de Calcuta, su ciudad natal, Narandranath Datta -Naren para los más íntimos- conocido como Swami Vivekananda por el mundo, y uno de los genuinos gigantes espirituales de la humanidad, sucumbió ante la miseria y el horror y proclamó:
"¿Pero qué Dios puede haber hecho algo semejante?
Hasta yo lo hubiese hecho mejor!"
Lo que prueba de manera incontrovertible, que hasta los hombres más santos tienen momentos de lucidez.
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