No me rebelo, Señor mío.
Rebelarse contigo
es dar de bruces
contra el cielo.
Borborigmo inútil.
Ladrido de perro al hombre
que es más sordo todavía que la luna.
Tú que lo escuchas todo
-especialmente a Ti mismo-
que sabes adónde vas
-y de donde nunca has salido-
Tú bien sabes que soy quien grito,
la nada boba que nada
entre la baba de su sombra.
Tú sabes que soy yo,
aquello que no importa,
puesto que sabes Quien Soy.
No me rebelo, Señor mío.
Bastante tengo con nacer,
con haber nacido y con volver,
que ya es bastante desatino.
De mi libro "Extinción de la palabra"
29.8.07
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