Su pequeñez humana fue impulsada por ideas enormes.
Su vida fue el servicio sin ánimo de provecho o recompensa.
No esperaba la vida futura ni temía la disolución final.
Su muerte fue también una entrega autoconsciente, su último canto de homenaje a la belleza infinita.
De mi novela, Y Juramos con Gloria Morir
25.8.07
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