Gorriones que se me vuelan son tus manos,
como templos donde el vértigo se esconde.
Ay, raudos halcones de mi sangre,
no termino de entrar y ya los veo
cayendo sobre mí hasta devorarme.
Pavor de pájaros me lanza
como dardos de niebla tu cuerpo.
Así perplejo los veo penetrarme
de fuga y desconcierto.
Fragilidad temblorosa
de las ardientes manos.
Sueño instantáneo y fugaz.
Fragilidad quebrándose
en lluvia de cristal!
De mi libro "Extinción de la palabra"
29.8.07
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