Yo, que nací Griego, como nacen todo hombre y mujer natural
antes que la tragedia monoteísta arroje su manto de horror sobre las almas,vuelvo
luego de un periplo infernal de Cruces,de Kaabas y de oscuros Jehováes, a ser
Griego y a morir como Griego.
El asunto era entonces lineal y sencillo, ora agradabas a
los dioses, ora incentivabas su cólera y de acuerdo con ello el hado te era benévolo o siniestro.
Por cuanto vengo de una raza feroz de varones que vivieron
solamente para el amor y para la guerra, y he sido monstruosamente dotado en
ambas disciplinas, no habré de quejarme
ahora, como una mujercilla histérica o un varón cobarde, por cuanto tuve mis momentos de gloria
en que los dioses me favorecieron con sus Daimones
profundos,vigorosos, prolíficos y fecundos, y como el viejo romano puedo decir
que vine, vi y vencí en mil batallas que sòlo guarda para sì mi cansada
memoria. No habré de temblar ante la inevitable Derrota, que es el destino
final tanto del guerrero griego como del Samurai. Tan impecable en el Vuelo
como en la Caída ,
no se nos pide más, ni tampoco menos, y no hay más premio que la seguridad de
haber cumplido con el Código de manera cabal.
Todo aquello ha terminado, como ha menester que acabe todo
lo que nace.
Ahora sólo resta recordar a mi hermano Baudelaire, que
comienza su poema “La Mala Suerte” de esta manera que es hoy tan mía como
entonces lo fuera de él:
“Para cargar tan rudo fardo
Sísifo, dame tu coraje”
Y ahora, oh hado cruel que te has ensañado hasta el tuétano
del alma con este minúsculo microbio del que esperas, quizás, un último gesto de
genuflexión que por cierto, nunca llegará...
Ahora, haz lo tuyo!
Termina de arrojar la bóveda celeste
sobre mis huesos, que sin temor ni temblor
aguardan el golpe final…
Pero jamás tendido, hado cruel,
me escuchas?
Jamás tendido!
Ni genuflexo ni rendido!
Me hallaras como a mis salvajes ancestros
de pie y erguido!!!!
Y sólo muerto me tendrás a tus pies!
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