17.3.13


Carta a Dios

Me mueve a escribirte la infinita piedad que siento por Ti, Oh Inmarcesible, ya que sólo Alguien/Algo en situación de padecimiento inconcebible puede haber generado Esto que Tú has creado.

Yo, microbio menos que infinitesimal, me dirijo a Ti con una tristeza más cercana a tu dimensión que a mi humanidad, apenas imaginando tu tedio, tu hastío innumerable, en esta Eternidad que Eres y de la que no puedes escapar.


Yo, microbio menos que infinitesimal, he tenido visiones de terror inenarrable en las que he contactado con una pequeñísima porción de esa percepción de Eternidad, y aún sigo girando en el temor y el temblor que desafía la imaginación de cualquiera que no haya percibido Horror semejante.
A diferencia de la mayoría –benditos sean ellos en su bienaventurada Ignorancia-Yo Conozco el Horror Original, Primigenio y Ultérrimo, que Te define.
Y por eso me apiado de Ti, con una infinitud más cercana a tu inmensidad que a la mediocridad inmensurable de mi microscópica situación.

No hay nada comparable con Ese Horror.

Estérilmente escribirán sobre Ti los autodenominados “teólogos” que no llegan ni a rozar el Espanto Sideral al que pretenden asomarse.

Yo me he Asomado.
Y apenas tolero el Vértigo insoportable al que esa Visión me ha lanzado, sin solución ya de continuidad.

Padre-Madre, conociendo la Agonía Infinita
 en la que te Mueves y Eres,
Yo te Perdono.
Te Perdono ahora y para Siempre.
Amén.
 

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