Qué lento exprimes, Señor,
el líquido tenaz,
el fosco liquen de mi vida,
para regar quizá
los bosques de tu hastío,
Sí, tan sólo bosques,
umbríos bosques
puedes regar conmigo.
y mis húmedos tejidos
van cediendo lentamente
en tu mortero celestial.
Criatura soterrada.
Extinción total.
Alfarero mío,
qué lento y qué fugaz!
Del libro de Manuel Gerardo Monasterio "Extinción de la Palabra", 1979
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