Lo que llamamos “civilización” es, esencialmente, el resultado de una profunda patología del
sistema nervioso.
La mayor parte de nuestros grandes logros culturales y
artísticos son, por lo tanto, el epifenómeno de la actividad piscopatológica de
un cerebro disfuncional, sobercargado de actividad anti-natural.
Un sistema
nervioso naturalmente ensamblado en el concierto de la totalidad y en sinergia
con la misma, no produciría nada parecido a ESTO que el hombre "civilizado" llama "progreso".
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