Se estaba como durmiendo en un arrullo tan placentero que casi daba culpa, cuando el beso caliente como el hielo le hizo arder la lengua y se derramó llenando todo su cuerpo de una manera insoportablemente bella.
Allí estaba, dentro de é1, con sus piernas de yegua maravillosa a horcajadas de su corazón que reía, con una alegría fresca y desconocida.
-Esta debe ser la puta Diosa de todos los tantras del universo...- Se dijo, y entonces Ella le mostró los mundos innumerables surgiendo de su boca como microbios estallando sin cesar en una marea de luces y de sombra infinitas.
-Sí...- se dijo, -...La putísima y divina Kali en persona...-
Entonces Ella lo degolló infinitamente, con una muerte sucesiva y sin fin. Un súbito pavor lo inundó todo. Y un esplendor doloroso. Y la danza de la Niña Negra le lamió los huesos hasta disolverlos. Y la carne, ya sin bridas ni sustento cayó como una cáscara o una máscara viscosa y sin forma. Entonces la Negrita fue su Madre, y se convirtió en un pezón inmarcesible. Luego su imaginación explotó con más pezones que fueron reventando como rosas negras y rosadas. Sensuales, infantiles, lascivos, inocentes, amantes, amistosos, protectores, devorantes. Y la Negrita lo hizo viajar a través de sus brazos y en cada brazo aparecieron vertiginosos universos y se esfumaron con el mismo vértigo. Y en cada universo, miríadas de vidas y de muertes. Acompasados planetas, estrellas chisporroteantes y cometas mórbidos y desmelenados. Todos con el mismo rostro enmascarándose una y otra vez. La soledad multifacética de Dios reflejándose sin término en espejos innumerables.
Entonces comprendió. Y fue insoportable. Y entendió la Piedad infinita tras la frase : “No puede ser visto a la Cara". Y en el mismo instante en que comprendió sus ojos compasivamente desaparecieron. Una paz no humana lo envolvió. Las palabras del viejo amigo resonaron con cumplida plenitud: "Tan sólo en Ti, oh mi eterno Amor, contemplo el rostro de todos los que viven y todos los que han muerto”. Y aprovechando la última dádiva jocosa escribió con su mano de niebla por vez final –o primera-, en su Diario Estelar:
Muerte-Vida-Mía. Hembra caliente. Hembra gozosa. Hembra golosa y celeste. Puta hermosa. Puta divina y ardiente. Puta increíble que me vino follando de un rincón a otro de mis treinta y tres años. Ni una gota de sangre, ni una gota de idea, ni una gota de semen quedará del Encuentro, del orgasmo sin pausa, del orgasmo secreto. He sido tuyo, has sido mía. Puta querida. Puta sin trampas. Puta sin vueltas. Puta sin mañas. Acabemos juntos. Acabemos juntos por última vez. Acaba conmigo.
De mi Novela Inédita "Y Juramos con Gloria Morir"
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