31.3.11

Argentina, así como va, está perdida. Más que a la deriva, rumbo hacia el ojo del huracán -más temprano que tarde.
Ya el preclaro Padre Castellani, explicó la razón de lo que digo:


"... la comunidad o la nación que peca contra la Verdad, que pierde la reverencia a la Verdad y el horror a la mentira, está perdida, dejada de la mano de Dios. ¿Y qué castigo más grande que éste, que el que se va de la Verdad, ella se queda y no lo sigue y él se va? ¿Adónde se va? "A las tinieblas de allá afuera" -dice Cristo. La Verdad no puede imponerse a sí misma por fuerza. Si no la aceptan, se retira. ¡Temed a la Verdad que se retira!"

Al grueso de los argentinos, la verdad no le interesa, por eso estamos en manos de los mentirosos que, como dice el dicho italiano, por cuanto son mentirosos también son ladrones.

Y no sólo no interesa la verdad, sino que se hace mofa de ella, desde el relativismo posmoderno en el que "nada es mejor todo es igual.." y así estamos todos "en el mismo lodo manoseados".

Mentira y mal, que son ramas del mismo tronco-la Ignorancia Espiritual-rigen y mandan en esta sociedad (0 suciedad?) Y la gente no relaciona la causa de sus males con ese desfasaje primordial.

Por eso Argentina está perdida, ha perdido el rumbo de la verdad y vive en la mentira.
Y ya sabemos quien es el padre de semejante estado de cosas....(Juan 8:44)

30.3.11


"La decadencia de occidente y el fin de los tiempos”


por Manuel Gerardo Monasterio
(Publicado en Foro Planetario el 8/8/2007)



“Toda verdad, dígala quien la diga, viene del Espíritu Santo”
Tomás de Aquino


Durante toda la historia conocida, y a pesar de todas las crisis, conflictos y hecatombes, la humanidad mantuvo siempre espacios de la vida cotidiana impregnados de la percepción de lo Sagrado, entendiéndose esto con aquel ámbito de la Naturaleza del hombre en el que éste participa del Misterio, de lo Numinoso que trasciende no sólo lo conocido, sino lo cognoscible. Aquello a lo que se refiere el sagaz Wittgenstein en la última entrada de su Tractatus, cuando escribe “Acerca de aquello sobre lo que nada puede decirse, más vale mantener silencio”.

Nunca, como hoy, hubo tanta información, tanto material, tanta literatura referida precisamente a Eso sobre lo que nada se puede decir.

La llamada “nueva era” nos ha traído consigo “todas las explicaciones”.
Nunca, como hoy, hubo tanta confusión. Nunca como hoy, la confusión ha sido tan proporcional a la presunción de supuesto conocimiento acerca de Eso sobre lo que nada puede decirse.

Los adalides y maestros de la “nueva era” se presentan ante las multitudes de incautos como sabiéndolo todo al respecto de Aquello sobre lo que nada se puede saber.

Esa falta de humildad –y esa insensatez- no es en absoluto casual. Procede, por un lado, de la necesidad de ejercer poder personal sobre la mayor cantidad posible de eventuales acólitos o fieles. Pero lo que subyace, desde una perspectiva Gnóstica y profunda- es la intrusión creciente en la mente humana de lo que, a falta de mejor sinónimo, llamaré energías arhimánicas.



“El mayor logro del diablo ha sido hacerle creer al hombre que el diablo no existe”
Chesterton



El desorden generalizado, la falta de discernimiento y la decrepitud del criterio, la “igualación” de todo pero a ras de tierra, la confusión de los sexos y la perversión de las costumbres en detrimento evidente de la paz y la armonía interior, son el signo de los tiempos.

Hay un orden natural elemental -ni siquiera religioso sino lisa y llanamente biológico- que está siendo volitivamente trastocado.
El ser humano necesita lo que podemos llamar “provisiones morales”, es decir, una serie de hábitos y costumbres que le permitan devenir Hombre en primer lugar.
Lo que estoy planteando está lejos de tener algo que ver con una actitud mojigata. Se trata simplemente de ser conscientes de que si metemos la mano en el fuego nos vamos a quemar. Nadie nos prohíbe hacerlo, sino nuestra propia percepción de dolor cuando la piel y la carne se comienzan a tostar. ¿Pero qué ocurriría si por alguna razón fisiológica o provocada el organismo perdiese esa capacidad de percibir el dolor cuando el cuerpo es puesto en situación de inminente destrucción? Uno podría quemarse vivo casi sin darse cuenta.

Nadie me prohíbe acercarme al “fuego” de las conductas y actitudes que habrán de “quemar” y disolver mi condición de Hombre sino mi propia consciencia. Pero, ¿qué ocurre si por medio de múltiples argumentos y tácticas se adormece mi consciencia y no siento escozor ético alguno frente a prácticas que normalmente habrían de ponerme en dolorosa situación de alerta?

Ese adormecimiento, esa narcotización, esa alteración flagrante y disolutiva de la percepción de lo que está bien y de lo que está mal, es lo que el llamado “posmodernismo” o incluso “globalización” –si se la entiende como la exportación universal de una visión del mundo a la medida del consumismo total y omniabarcante- está introduciendo en la vida humana.

Se les hace creer a las pobres gentes que todo da igual, que todo es posible, que así como podemos clonar una vaca, es posible e incluso entretenido asomarse a la vida íntima del prójimo sin culpa ni reparos –llámese gran hermano o los programas televisivos de chismes- y que es "natural" que haya tres o cuatro sexos. Que todo se puede vender y comprar, esa es la única verdad que se sostiene como eterna e inviolable en el “nuevo mundo·: la ley de la oferta y la demanda. Si hay quienes quieren comprar sexo infantil se encontrará quien esté dispuesto a venderlo, y no hay –eso es evidente- demasiado interés en acabar con esto porque de lo contrario hubiésemos tomado a nivel mundial las medidas drásticas que hacen falta para terminar con semejantes prácticas.

No hay voluntad de acabar con esto porque hay un adormecimiento que ya en algunos temas es casi completo frente a lo que esta bien y lo que está mal. Y en medio de estas dos categorías que para los tatarabuelos eran bien fáciles de distinguir, el “progreso” ha colocado –con la ayuda siempre eficaz del Derecho de aquellos abogados infieles a su juramento- miles de grises, matices y atenuantes que confunden tanto el panorama como para lograr que la mayoría -que incluye por supuesto y especialmente a muchos universitarios- no conozca ya en algunos asuntos de ética y moral o incluso del más elemental criterio, la diferencia certera entre un microbio y un caballo.

Las aberraciones éticas y las crueldades de la impiedad en pos de la propia satisfacción narcisista con la cooperación de mil y un artificios creados por el ocio mal conducido son sostenidas con la excusa de no hacerse uno problema por nada que no le ataña o amenace a uno de la manera más directa posible. Al ritmo de ésta, que es la verdadera “filosofía” que subyace –no demasiado oculta-como móvil esencial de la sociedad consumista, miles de maniobras gatopardistas en pos de “cambios” que en realidad no cambian nada de manera sustancial son realizados a través de todo el mundo.
En esta cultura manda el “progreso”. Como si la sola palabra representase algo en particular, cuando en verdad sólo significa “ir hacia”, “avanzar”. La pregunta es hacia donde. Pero eso no interesa, porque lo único importante ha pasado a ser estar en frenético movimiento.

Con el impulso de toneladas de dinero y bajo el amparo de leyes laxas y reglamentaciones confusas o superpuestas, se diseña, se fabrica y se realiza todo lo que pueda ser realizado. La tecnología, que ha marchado a una velocidad inversamente proporcional a la de la Comprensión –y no esa mera inteligencia instrumental que posee una gran cantidad de técnicos científicos actuales- permite hoy hacer cosas no digamos impensadas, ni siquiera soñadas en otros tiempos. Cuando comprendamos que la clave de la hora es autocontrolarnos y abstenernos de manera autoconsciente de hacer todo y absolutamente todo lo que somos hoy capaces de hacer, será quizás demasiado tarde.

El hedonismo, la comodidad, la molicie, el "hago mi placer y mi voluntad",
han prosperado incluso a partir de una cantidad de filosofías que intentan hacer pasar como “la sabiduría oculta de los tiempos” a partir de libros, cursos y seminarios que mentalizan a los ingenuos en estado de necesidad física, psicológica o emocional, con los “consigue lo que quieras”, “el mundo es tuyo si lo deseas”, cumple todos tus deseos”, “no te ocupes de lo que le pasa al prójimo porque ese no es tu asunto” y mil propuestas más que atentan contra las leyes más elementales de la convivencia creativa, como bien lo saben quienes verdaderamente investigaron y conocieron la existencia humana a lo largo de los siglos.


"Los dioses en su eternidad pueden darse el lujo brutal de lo absoluto. Para nosotros siempre y de manera inexorable, encarnar los absolutos desemboca en la tragedia."
Manuel Gerardo Monasterio en “Y Juramos con Gloria Morir”



La extrapolación –epistemológicamente ilícita-de los hallazgos de la física en general y de la cuántica en particular, a la vida cotidiana colectiva, ha aumentado aún más la confusión generalizada. La relatividad de Einstein ha sido “bajada” a la filosofía práctica relativizando los valores y las consecuencias por del desprecio por los mismos. Siendo todo ”tan relativo” y el universo tan grande, que más da lo que hagamos o dejemos de hacer: “todo es igual y da lo mismo”. Argumentos que no resisten el más mínimo análisis, ya que , evidentemente, el cosmos seguirá funcionando si tu hijo de 3 años muere dentro de un rato, pero el impacto sobre tu vida no será por cierto “relativo”. Y todos nuestros actos cotidianos no son relativos en relación con nuestro estado mental, no lo son en absoluto. Nuestra paz interior depende de muchos detalles que, desde la perspectiva cósmica, pueden ser por cierto irrelevantes. ¿Pero estamos nosotros operando acaso desde esa perspectiva cósmica? (pregúntese el lector sagaz ¿Quiénes son los que operan desde esa perspectiva cósmica? y obtendrá la certera respuesta...)

El otro error, con efectos deletéreos sobre la mentalidad colectiva, ha sido el de extrapolar las teorías del caos a la simple vida cotidiana de la gente.
Como en sus niveles más grandes el universo es puro caos, piensan los incautos que incluso han entendido mal las cosas de la física, todo vale. ¿Qué ética y qué moral pueden tener valor alguno sustancial frente a ese panorama cósmico vertiginoso?
Pero más allá de lo que ocurra en niveles cósmicos que son, en definitiva, inaccesibles para todos menos para las especulaciones de algunos pocos físicos en todo el mundo, nuestro sistema solar, que es lo que nos atañe directamente, tiene precisas leyes que hacen que los astros no se precipiten unos sobre otros a cada rato.
Y en el plano de lo eminentemente concreto en nuestra vida cotidiana, la calidad de vida –la más plena calidad física y mental, no la que se mide solamente en función de cuántos aparatos suntuarios puede llegar uno a adquirir- depende de pequeños y grandes gestos éticos que son dados y recibidos a cada rato en la vida interpersonal. Actitudes, conductas y gestos que para ser efectivos han de partir de una clara jerarquización de los valores que uno aplica en su vida diaria.


Un caos demasiado organizado



"Porque no estamos luchando contra carne y sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los jefes de las tinieblas de este mundo, contra malevolencia espiritual en lugares elevados" Efesios 6:12


En la cita que antecede, me he permitido traducir directamente de la Biblia en inglés del Rey Jaime, una versión por la que siempre he sentido especial predilección.
Yace oculto aquí un secreto muy profundo, tanto, que representa directamente la explicación del núcleo de los males de la humanidad. Tan manipulado está el entendimiento de la gente por la influencia de eso a lo que se refiere Pablo, que si hablara yo directamente de este tema, sería tomado por loco y seguramente pocos proseguirían con la lectura. Seguiré de ahora en más como en parábolas, para que se me acompañe hasta el final.


"En una lectura atenta y simple del Pentateuco nos encontramos enseguida con que el dios que allí se nos presenta —el Yahvé que se les manifestó a Abraham y a Moisés— es un individuo vengativo, cruel, encaprichado con un pueblo y feroz con los otros pueblos (que supuestamente también eran hijos suyos), celosísimo de otros dioses (dioses que por otro lado no existían, a juzgar por las mismas enseñanzas de Yahvé), intolerante, impaciente, incumplidor de sus promesas, incansable demandador de sacrificios sangrientos (con los cuales no hacía más que imitar a los "falsos dioses" de los otros pueblos), extraño en su manera de manifestarse, confuso y contradictorio en su mensaje a los hombres, absurdo en muchas de sus peticiones, errático en su manera de proceder, exigente, implacable en sus castigos, miope en cuanto a los otros habitantes del mundo, y en fin, demasiado parecido a los hombres tanto en sus defectos como en sus virtudes... Pero del Dios fuente de toda belleza y bondad que los hombres tan ansiosamente buscamos, no sólo tenemos derecho a esperar alguna virtud, sino todas ellas en grado sumo y además una ausencia total de todas las cosas negativas y malas que encontramos en el Yahvé del Pentateuco."
Salvador Freixedo


Vivimos en una era de confusión programada. Y hay "quienes" se nutren de la energía que producen el sufrimiento, el caos y la confusión. El llamado “pecado original” que es en realidad “ignorancia primordial”, es un fenómeno impuesto sobre la humanidad por voluntades –a las que Pablo se refería en Efesios- que operan desde niveles inaccesibles a nuestra percepción. El hombre en estado original es una criatura tan bruta e inocente como el gorila. Quien tenga oídos, oiga. El estado actual de la humanidad, lejos de ser resultado de un proceso "natural" es un estado progresivamente programado. Quien tenga ojos, vea.

Este no es nuestro estado natural.
Este no es nuestro estado original.
Este es el estado hacia el que, aquellos de los que hablaba Pablo en Efesios, nos han ARREADO.

La Gracia está siempre presente. Pero si aspiramos a la manifestación de la Gracia más allá de lo circunstancial y fortuito, debemos estar conscientemente abiertos a la Gracia. Porque , contrariamente a como a veces se cita, Jesucristo no dijo “la verdad os hará libres” sino que dijo, “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”.
La verdad puede estar frente a uno, como el rio frente al sediento, pero si éste cierra los ojos y camina en sentido contrario, no encontrará el agua ni calmará su sed. A ese ir hacia el río, a ese abrirse a la Gracia, le llamamos Intencionalidad
La Gracia viene de Lo que nada puede ser dicho que no sea distorsionado o insuficiente. La intencionalidad la pone el hombre.

Más vale que nos abramos a la Gracia y que intentemos conocer esa Verdad. Porque lo que viene no tiene parangón con nada de lo que nosotros ni nuestros antepasados hemos visto o soñado.


Para compartir con Gnósticos y con criaturas inocentes:





"Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las
asechanzas del diablo." (Efesios 6:11)

"Ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en CRISTO JESUS Señor nuestro” (Romanos 8:38-39).

El Reino de Cristo no es ni fue ni puede ser de este mundo. El Reino de Cristo no es del tiempo ni tiene nada que ver con el tiempo.
El Rey de este mundo, que es el Rey del tiempo, no tiene nada que ver con el Cristo y con el Reino del Cristo.

Hemos utilizado la palabra "diablo" para no escandalizar a los racionalistas y ateos, que por ahora pensarán tan sólo que somos unos "pobres" creyentes. Si utilizáramos la definición más concreta de "aquellos" a quienes nos referimos nos tomarían por dementes.


Manuel Gerardo Monasterio
Buenos Aires, 8 de Agosto de 2007

28.3.11

Yo soy el Chamán de los Ojos de Fuego.


 

Quien quebranta la visión de los banqueros.

El que rompe el ensueño de las viudas

esperando a sus muertos junto al juego

de la caja de colores lavasesos.


 

Soy el que abre los portales del Infierno,

quien derriba los portones celestiales.

Yo soy el Chamán de los Ojos de Fuego.


 

El que inunda de universos

los sentidos embotados

del puntual oficinista,

de la joven calcinada

por la lluvia de mensajes

y carteles inconexos.


 

El que invade los recintos funerarios

de las doctas academias ,

quien incendia la macabra

orfebrería del estado.

El que abre ventanas abismales

en los bloques del cerebro

anquilosado de los pulcros funcionarios.

El que rompe el mecanismo

de plomo ensangrentado,

la obediencia sincopada

y paranoica del soldado.


 

Yo soy el Chamán de los Ojos de Fuego.


 

El que muestra los calzones

del astuto mandatario.

El que pone al descubierto

los primores del salario,

del salario del espanto,

de la muerte a fondo en plazos.


 

El que pone todo en llamas.

El que llora por todos los que duermen,

el que clama por todos los que callan

y blasfema contra dioses y fantasmas.

Contra el miedo inyectado desde el vientre,

desde el pecho culposo de las madres

con la mente arrasada por las normas,

las costumbres, los terrores y rituales.


 

Yo soy el Chamán de los Ojos de Fuego.


 

El satán de las matronas

y los padres de familia,

de la escuela carcelaria,

de los frailes asesinos

que se comen a los niños

Con el té de la mañana.


 

Yo soy el del Número temido,

el del Número de Hombre

que proclama el evangelio,

y he venido por lo mío.


 

Yo soy el amante de la excelsa Prostituta

que se bebe la sangre de los reyes de la tierra.

Mi Señora Babalón,

Mi Señora de los brazos como mundos.

Mi señora de los brazos como sierras,

Mi Señora del Sol Profundo,

Mi Señora luminosa de la tierra.


 

Yo soy el consorte

de la diosa Tenebrosa,

de la diosa sibilante,

de la diosa esplendorosa,

de la diosa que retorna

con el fuego y con el hielo,

con su Reino luminoso,

Con su múltiple universo

Y con su lúcido Milenio.


 

Yo soy solamente el Chamán,

El Chamán de los Ojos de Fuego.


 

Manuel Gerardo Monasterio, en la mañana del 16 de Abril de 1991


 

Dime, ahora que no veo

podrán verte mis Ojos?

Ahora que la Noche incendia

el desierto de mi cuerpo,

podré tocarte al fin,

tocarte desde adentro?

O acaso he de morir

la muerte boba de los Muertos?


 

Tal vez ha sido estéril

la vida derramada

y tanta ausencia,

y tanta llamarada.

Ceniza vana

ha sido acaso

mi vida, Señor?


 

Ya no clamo más por Ti,

estoy Callando al fin,

aguardando en el Corazón

la Herida cierta,

con las manos y la vida

definitivamente abiertas!


 

Manuel Gerado Monasterio, "Los Papeles de Alexis", 1983

1ra.Acepción:

El arte de describir las cosas más sencillas de la manera más complicada.

2da.Acepción:

El arte de hablar acerca de aquello que todo el mundo conoce de tal manera que nadie más vuelva a comprenderlo.


 

Manuel Gerardo Monasterio en "El Nudo Desnudo" (1984)

18.3.11

Publicado en Foro Planetario el 13 de Marzo de 2006


Sólo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido.
Ernesto Sábato


“Es mejor ser violentos, si hay indolencia en nuestro corazón, que ponernos el manto de la no-violencia para cubrir nuestra impotencia”
Gandhi





Estoy escuchando a Malcom X, con su estentórea y poderosa voz resonando a pesar de haber sido brutalmente llamada a silencio hace ya muchos años. Pero la voz de Malcom X no puede ser silenciada mientras haya vida humana sobre este planeta. Es una voz que parte del centro mismo de la condición esencial del hombre. Una condición que no puede ser silenciada a pesar de todos los esfuerzos organizados en ese sentido a lo largo de los siglos.
Africa, cuna del hombre, ha sufrido y sufre penurias indecibles bajo la mirada “benevolente” de cuanta organización mundial existe desde las Naciones Unidas para abajo. Allí van todos a purgar su conciencia. Es un excelente campo de deportes para los necesitados de hacer penitencia. Mientras otros colegas de religión y de raza inventaron y diseminaron el Sida por todo el continente negro al tiempo que Africa misma es un enorme campo de experimentación para los laboratorios multinacionales.
Es difícil vivir y ser Hombre. Es difícil. Duele y avergüenza.


“¿Qué diferencia representa para los muertos, los huérfanos y los indigentes, que la salvaje destrucción se realice en nombre del totalitarismo o del sagrado nombre de la libertad o la democracia?”
Gandhi




Mientras tanto Papá Bush habla del eje del bien y del mal. Y los líderes musulmanes quieren armarse con la bomba atómica...Y entonces, el hombre medio se encuentra ante la terrible disyuntiva de tener que estar en esta ocasión del lado de Papá Bush y su comparsa mundial de asociados. Ya es suficiente tragedia que algunos países tengan la bomba atómica, lo único que nos falta para la catástrofe final es que más países la adquieran....En particular naciones que viven bajo el signo de un fundamentalismo absoluto. Y estamos aplastados entre el fundamentalismo del dinero y el fundamentalismo de la religión dogmática. Y el odio. Un odio que, parafraseando a mi hermano José Alberto Alfonsi, aún no termina de encontrar su cauce (“El odio es un amor que aún no ha encontrado su cauce” J.A.Alfonsi)

No hace falta ser muy lúcido para darse cuenta de que, como tantas veces en la historia, no se trata de una guerra entre “buenos y malos”. Es difícil encontrar a los “buenos” en esta contienda. Poca bondad se observa en cualquiera de los bandos.

Antes este panorama desolador, la mayor parte de la gente, abatida, se dedica a pensar sólo en sí misma y en su familia, autocentrados y abstraídos de la totalidad, bajo la ilusión de que no hay nada que puedan hacer para modificar la situación global. Pero, ¿qué pasaría si la enorme mayoría de la gente “de a pie” se levantara una mañana con la monolítica aspiración de no seguir más adelante con esta sangrienta farsa? Si se dedicaran sólo a decir NO, todos a la vez...
Los que llevan la nave mundial hacia el desastre no tienen el poder que la gente les atribuye. Su poder no es en realidad más que el resultado de la inercia, de la ignorancia y la abulia colectiva.
El mayor de los males es mirar, pasivamente, como hacen el mal los que gobiernan


“La indolencia es un estado delicioso pero pertubador. Debemos hacer algo para ser felices”

Gandhi



Salir de la inercia exige una “Metanoia”, es decir, un cambio radical de mente. Que es en realidad la palabra que en el evangelio se traduce algunas veces erróneamente como “arrepentimiento”. No es arrepentirse, es no volver jamás a repetir lo mismo porque se ha producido un cambio radical en la conciencia. La verdadera revolución de la conciencia. Esa, y no otra, es la madre de todas las utopías. Que una vez alcanzada, nos abre las puertas a todas las otras, que a partir de allí dejan de ser utopías para convertirse en realidades posibles. Si la mayoría de la humanidad decidiese “parar el mundo” hasta lograr un cambio radical hacia un bien mayor, el mundo se transformaría a imagen y semejanza de ese pensamiento inamovible. Pero para eso hay que salir del narcisismo colectivo para el que se nos educa en la sociedad del consumo y del despilfarro. Hay que tomar conciencia de la Unidad, autorregular la codicia, y tomar conciencia que ningún bien genuino y duradero puede devenir de fundar el supuesto crecimiento de la propia existencia en el sufrimiento del prójimo, bajo cualquier forma que esto se emboce.
Y este mensaje es bastante más antiguo que la “nueva era”.
Es, precisamente, lo que enseñaba alguien al que citan y nombran la mayoría de los gobernantes de esa sociedad occidental que lidera el camino de la humanidad hacia su catástrofe final. Ese mensaje original, claro, inconfundible, fue convertido en esa suerte de trasvestismo letal que se fue dando a conocer como cristianismo organizado.
Aquel Hombre también dijo: “No se puede servir a Dios y a mamón”. Para los que no tienen claro lo que “mamón” significa, un sacerdote muy culto en las escrituras, que se llamó Leonardo Castellani, lo puso en lenguaje vernáculo para que de una vez por todas nadie vuelva a confundirse: “No se puede servir a Dios y al patacón inmundo” ("patacón" es la moneda, el billete)

Que cada cual siga haciendo con su prójimo lo que su conciencia le dicte, y que se haga cargo luego de las consecuencias de sus actos. Pero por favor, aunque más no sea por una vez, abandone la hipocresía de llamarse “cristiano” quien no se empeñe en poner en práctica en su vida cotidiana la palabra viviente de Jesucristo.

16.3.11


El Desafío de la Nueva Era por Sivainvi (Manuel Gerardo Monasterio)
(Publicado por primera vez en 1994 en la Revista "Renacer")


Nos encontramos en un punto de inflexión decisivo de nuestra historia conocida. Tal vez lo más difícil sea observar este momento con la perspectiva adecuada.
Nuestra concepción de la realidad está tan íntimamente programada, que todo intento de ampliación produce, invariablemente, el virtual desarraigo de nuestras estructuras conceptuales preestablecidas. El dolor y la confusión resultantes son exactamente proporcionales a nuestra identificación con dichas estructuras. Buenas o malas, falsas o ciertas, nos han proporcionado una buena dosis de seguridad, real o ilusoria.
No debería sorprendernos, por lo tanto, que aquellos más identificados con la realidad impuesta por la llamada civilización occidental, se resistan combativamente a dar paso a la siguiente revolución: la ampliación de nuestra concepción de la realidad y la aceptación de las múltiples dimensiones que la integran.
¿Cuán real es lo que llamamos realidad? ¿Cuán objetiva? ¿Cuán sólida? ¿Cuán irreversible? ¿Cómo está estructurada y de qué factores depende para sustentarse? Para aportar alguna luz a estas cuestiones, voy a relatarles dos acontecimientos sumamente sugestivos.
Cuando la expedición de Magallanes llegó por primera vez a Tierra del Fuego, los “fueguinos” que habían estado completamente aislados dentro de lo que la antropología denomina “cultura de canoa”, no pudieron ver los barcos de los europeos anclados en la bahía. Un barco era algo tan ajeno a su concepción de la realidad —neurológicamente programada—, que a pesar del bulto y tamaño, los barcos les resultaron invisibles. El chamán de la tribu fue quien llamó la atención de los demás con respecto al hecho de que los extranjeros habían llegado en “algo”, y que ese “algo” estaba anclado en la bahía. (citado por Lawrence Blair en su magnífica obra “Rhythms of Vision: the changing patterns of belief” –Paladin 1975-) No es casual que el primero que logró percibir esta “aberración conceptual” haya sido el chamán, ya que por disposición y entrenamiento estaba acostumbrado a operar en una dimensión perceptiva más amplia que la de la mayoría. Los nativos no eran tontos, ni tampoco padecían de ningún trastorno escotomizante de la visión. Simplemente estaban neurogenéticamente programados para percibir ciertas cosas e ignorar completamente otras... Al igual que nosotros.
Para apoyar esto último, por si alguien tuviese dudas, pasamos a nuestro segundo hecho. En una importante universidad de los Estados Unidos, se realizó la siguiente experiencia: a un grupo de estudiantes se les mostró durante unas fracciones de segundos una secuencia fílmica en donde dos muchachos –uno blanco y el otro negro- forcejeaban en encarnizada lucha –el muchacho blanco portaba una navaja-. Cuando se pidió a los estudiantes que describieran lo que “habían visto”, la mayoría relató, no la realidad perceptual objetiva, sino aquella que estaban culturalmente programados para ver: la navaja la “vieron” en manos del muchacho negro. En conclusión: la “realidad” pareciera ser una convención establecida por nuestro sistema nervioso, que, literalmente, elige lo que habrá de percibir como real de entre una miríada de variables posibles. Así llegamos al primer enunciado o axioma de la Antroposíntesis* : Lo que llamamos realidad es sólo una de las múltiples variables de la imaginación.
Lo trágico es que nuestra imaginación se encuentra permanentemente programada por las estructuras de poder vigentes en cada época o cultura, que son las que determinan qué podemos ver, sentir o pensar, cercenando de manera mayormente arbitraria nuestro ilimitado potencial.
Las estructuras establecidas, por otra parte, poseen una enorme capacidad de absorción del descontento, como lúcidamente han señalado y demostrado varios pensadores, desde Herbert Marcuse hasta Theodore Roszak. El peligro más grave con que se enfrenta el advenimiento de una Nueva Era, precisamente, es la manipulación, digestión y asimilación de sus significados y esfuerzos por parte de la maquinaria de consumo imperante.
Cuando en algunas charlas o conferencias, se me ha pedido que dé mi opinión con respecto a la Nueva Era y sus posibilidades, mi respuesta ha producido casi invariablemente una oleada de insatisfacción Es como si necesitásemos convencemos de que la Nueva Era depende casi totalmente de factores extrahumanos..O que acaso responde exclusivamente a un ciclo planetario imposible de evitar, y que se concretará, por lo tanto, independientemente de cualquier cosa que hagamos o podamos llegar a hacer. Muchos, con gran entusiasmo, relacionan a la Nueva Era con el fin de la Kali Yuga —o Edad Negra o de Hierro—, mezclando peligrosamente los conceptos, ya que si aceptamos la noción de Kali Yuga según la Tradición Védica que la expone, debemos tener en cuenta que dicha Tradición dice que la Kali Yuga comenzó aproximadamente 3.100 años antes de Cristo, en el momento de la muerte aparente del Señor Krishna, y que su dura cien total es de 432 000 años...
Desde 1969, viviendo en los Estados Unidos, participé con intensidad en la gran explosión espiritual, emocional y mental de aquella época y lugar Y estoy absolutamente seguro de que todos los que comenzamos por ese tiempo o antes, debemos tener una opinión similar. El sistema establecido, con su ingente estructura de manipulación económica y comunicacional, tiende a absorber toda energía e impulso de transformación, modelándolo y asimilándolo a sus necesidades. La única protección contra este fenómeno de voracidad mecánica y cristalizante, es nuestra comprensión esencial de que la Nueva Era depende de ti y de mí, de lo que tú, yo y aquél hagamos cotidiana- mente para acrecer este proceso transformacional.
No niego en absoluto la posibilidad de influencias extraplanetarias u otras –muy por el contrario-, simplemente me remito al axioma que Jesús expusiera claramente: “ No podemos poner vino nuevo en vasijas vieja”'
La recepción de una Nueva Era depende de nuestra capacidad de asimilarla en nuestra vida diana. Y esto exige una enorme seriedad y una completa dedicación. Si no producimos una modificación sustancial en la índole de nuestros pensamientos y sentimientos, podemos pasarnos varias vidas leyendo libros metafísicos y participando de cursos y congresos esotéricos, y la Nueva Era no aparecerá, al menos no para nosotros!
Si caemos en una actitud expectante, esperando qué alguien nos salve, y nuestras buenas intenciones quedan siempre en el plano ideal, intelectual o dialéctico, estamos haciendo exactamente lo mismo que nuestros antecesores, y no veo cómo el resultado pueda llegar a ser diferente. Los medios que utilicemos deben ser acordes con el fin que nos propongamos. Uno de los mitos que la Nueva Era debe disolver en la práctica, es el del maquiavélico "el fin justifica los medios” Porque sabemos muy bien que los medios son idénticos al fin. No veo tampoco cómo podemos conciliar con la Nueva Era la noción de “yo me salvo porque estoy entre los elegidos, y tú te mueres porque estás entre los que se pierden” Aún en el hipotético caso de que así fuere, el asumir una actitud semejante me excluye naturalmente de esa élite.

Otra tontería que en algún momento casi todos cometemos es asumir ciertas posturas de superioridad condescendiente. En el campo de la alimentación se observa esto muy a menudo. “Como yo no ingiero carne miro a todos los que lo sí lo hacen con repugnancia y desprecio” Sería hermoso que, ya que he comprendido ciertas cosas y trato a los animales con la compasión que merecen, pudiese también aplicar un poco de misericordia para mis compañeros humanos que todavía no han vislumbrado ciertos aspectos del Milagro.
Por ultimo, nos queda el escollo más delicado, contra el que se han estrellado muchas mentes brillantes. Es lo que suelo denominar comúnmente como "Síndrome de Isis-Osiris, y se trata más o menos de lo siguiente: Después de muchas o pocas lecturas, pocos o muchos viajes y peregrinajes, cursos, terapias, charlas, más viajes, más libros y seminarios, entro en un atiborrante estado de indigestión intelectual y emocional cuyo signo más característico es la confusión conceptual y el enredo emocional, notablemente acompañados por una sensación de grandeza personal y de lástima hacia el común de los mortales que circunstancialmente me rodean.
Este estado de hiperinflación yoica con delirios mesiánicos más o menos acentuados es, ha sido y será, el mayor peligro de todas las "Nuevas Eras" pasadas y por venir. Cada uno de nosotros, silenciosamente, tiene que "desinflar su globo personal' periódicamente Nadie puede hacerlo por nosotros, y no creo que le haga falta a nadie una "Nueva Era" de orgullo, soberbia y presunción relativamente proporcionales -¿podría ser de otra manera?- con un estado de mecanicidad creciente.
La fuerza más poderosa de transformación es el ejemplo viviente de un amor manifestado en dulzura y aceptación. Y éste es el verdadero motor de la Nueva Era.


El momento de mayor confusión es el de la transición entre una época y otra. Hay un período en que forzosamente coexisten los valores anteriores con los nuevos, y las contradicciones que se producen son muy notables. Éste es, precisamente, el momento actual. Si no nos apresuramos a elaborar conclusiones impulsiva o compulsivamente, veremos que la Nueva Era, más que una teoría, o el ideal de algunos, o el sueño de otros, es en realidad una necesidad de todos. Y el impulso más grande de las especies es la necesidad. Por lo tanto, en lugar de entretenernos afilando las aristas que nos enfrentan con aquellos que poseen cosmovisiones diferentes, podríamos mejor aunar conceptos y esfuerzos en todo lo que nos es común.
Nunca he tenido problemas de comunicación con alguien que opere con una mente verdaderamente científica. Una mente genuinamente científica se inclina ante los hechos. Y en este caso los hechos son incontrovertibles.
La misma índole del crecimiento tecnológico actual obliga a una transformación radical en nuestra manera de actuar y de comunicarnos. La dicotomía entre nuestro progreso tecnológico, y las reglas de juego social que mantenemos, es increíblemente grotesca.
Sin embargo, el imperio del condicionamiento y la mecanicidad es tal, que apenas nos damos cuenta. La situación demográfica presente es única en la historia conocida. No podemos seguir siendo tantos y tratándonos tan mal. Ésta es una realidad evidente para cualquiera que no cierre sus ojos, independientemente de su formación ideológica, científica o religiosa.
Las maravillas que el ingenio humano ha desarrollado en los últimos doscientos años quedan inevitablemente deslucidas ante el uso que hacemos de ellas. Esto otorga una actualidad esclarece-dora a la frase de Nietzsche: "Cuando no hay amor, hasta las cosas mejores sólo sirven para hacernos peores".
Y si tuviéramos que definir una sola necesidad de la época, más que nunca antes, es esa: Amor.
No es el amor que hemos conocido, ése que navega las páginas de nuestros libros e idearios, sino algo Nuevo. Hay un viejo axioma de la biología que adquiere en este contexto una preeminencia esencial: la necesidad crea el órgano.
Y estoy seguro de que está apareciendo en nosotros un órgano nuevo: el del Amor. Tal vez se trate de una zona del cerebro que ha
permanecido inactiva por milenios. Y que ahora despierta, activándose neuroquímicamente, secretando insospechados neuropéptidos que otorgarán, en el plano físico, la base orgánica para la manifestación de una energía que transformará el planeta. Pasando fundamentalmente por el hombre, que es —por mucho que intente soslayarse— el agente primario de la conciencia transformadora planetaria.
Pierre Teilhard de Chardin, geobiólogo y paleontólogo célebre, descubrió, desde su perspectiva científica, el mismo panorama deslumbrante en el seno mismo de la materia. Un torbellino ascendente hacia la luz, que él, como sacerdote católico, interpretó como un proceso universal de Cristificación: el Punto Omega del Amor-omniabarcante.
Los metafísicos y científicos coinciden ahora plenamente en el tema fundamental: no existe separación en el universo.
El error primario, tanto metafísico como científico, es el de considerarnos como entidades separadas. Esta noción —y solamente esta noción— es la raíz de toda oscuridad y dolor. La comprensión de la Unicidad esencial de todo, es lo único que puede ayudarnos a superar la crisis actual. La ciencia más elevada ha comprendido que la vida es una compleja red de interrelaciones que se extiende hacia el infinito. Teilhard observa el PhilIum humano como una gigantesca unidad, un cuerpo indivisible que avanza —en creciente conscientización—hacia la fusión con el Cristo Cósmico.
Desde el punto de vista Real, tú, yo y el otro, no son más que fantasías de una identificación errónea como aquello que carece en absoluto de substancia. Sólo hay Uno, reflejándose en espejos interminables.
La Nueva Era representa el Despertar al luminoso juego de la Vida. Pero para despertar es indispensable abandonar la pesadilla, con todas sus absurdas leyes de miserias, divisiones y carencias.
La Nueva Era no puede ser solamente una serie de preceptos más o menos morales, y unos agradables enunciados higiénico— dietéticos para ser repetidos a manera de exorcismos contra los males del mundo moderno. Ni tampoco puede ser sólo un montón de clichés en forma de nuevas costumbres con olor a tarot, arroz integral y sahumerio. Si este desafío esencial no es asumido con toda la energía que requiere, podemos terminar cambiando el gimnasio, la sauna y la manicura, por las clases de Shiatzu, el curso de medicina natural y el seminario de meditación trascendental. Es decir, no porque consideremos estas disciplinas como parte de nuestro genuino y auto-consciente desarrollo, sino porque en realidad estamos aburridos de lo convencional y todo lo relacionado con la “Nueva Era” nos resulta muy “chic y está de onda”. Les pido perdón si resulto irreverente, pero el viejo sistema es capaz de devorarse y digerir megatoneladas de bellos ideales y buenas intenciones.
Para que la Nueva Era no termine convirtiéndose por completo en una opción más entre los distintos shoppings del consumismo mundial, tú y yo tenemos que estar Despiertos. Aquí y ahora. Amorosamente Despiertos en nuestra cotidianeidad inmediata.
Amorosamente lúcidos en nuestra vida diaria. No solamente en el momento de la lectura inspirada, la meditación o el curso metafísico. Sino Aquí y Ahora. Con tu mujer y tus hijos, con tus vecinos y colegas. Hablando si es necesario. O silenciosamente. Sobre todo con gran paciencia. Con la infinita ternura que es nuestro derecho esencial. Y que tanta falta está haciendo en este mundo donde tal vez haya demasiadas teorías, demasiado conocimiento, demasiadas palabras.
Pacientemente. Sin prisa ni pausa. Emitiendo ininterrumpidamente la frecuencia esencial de la Presencia. Con Amor palpable y viviente. Con frágil, y firme, y delicado Amor, que habrá de transformar nuestro cuerpo, haciéndolo receptivo y perceptivo al maravilloso Amor que lo impregna todo.
La Nueva Era depende de nuestra capacidad de plasmarla con hechos en la vida cotidiana. Con hechos, no sólo con palabras. Ese es nuestro compromiso y nuestro desafío esencial.

Sivainvi (Manuel Gerardo Monasterio)

* Modelo conceptual abierto diseñado a partir de 1990 por el autor de este artículo, basado en la integración de la ciencia occidental con la Tradición esotérica

12.3.11

“El psicoanálisis es una interpretación omnímoda del mundo diseñada por S. Freud, médico vienés que dedico su vida a la literatura de ciencia-ficción.
Escritor dotado y brillante, ejerció una influencia mayúscula sobre su tiempo. Sólo se me ocurre un caso semejante, pero muchísimo más reducido en su extensión e importancia, cuando Orson Wells relató por radio "La Guerra de los mundos" y causó una conmoción, al punto que mucha gente salió a las calles pensando que en verdad alienígenas invadían la tierra, llegando varios a suicidarse por el terror.

El psicoanálisis toma los datos visibles y palpables y los interpreta como símbolos y fantasías de oscuros contenidos reprimidos en una supuesta caldera interior ( llena de sombríos deseos y de mierda), ante cuyos embates la persona solo puede defenderse conociendo el psicoanálisis, pero fundamentalmente pagando –casi siempre por adelantado- los servicios de un psicoanalista calificado. Además, el psicoanálisis interpreta las fantasías y sueños como tanto o más importantes que las llamadas realidades. Como si esto no fuera suficiente, toma la caca, el pene, la vagina (y cuanto elemento o argumento escatológico y secreción se encuentre a mano) lo mezcla con un poco de mitología, lo sazona con una pizca de fisiología y elabora con todo esto un guiso del cual irá sacando un poco cada vez -como de una tómbola-, para interpretar lo que ocurre todos los días. Resumiendo, podríamos decir, con un poco de licencia poética, que el psicoanálisis viene a ser una especie de I Ching genito-coprológico. Podríamos agregar, ya en guisa de especulación histórico-comparativa, que los psicoanalistas vendrían a ser como los curas de la edad media, ya que aquellos también tenían que habérselas diariamente con mucho sexo y bastante caca. A favor de los psicoanalistas, debemos decir que a diferencia de los frailes medievales, ellos no han mandado jamás a la hoguera a ningún paciente. Como contrapartida, tampoco podemos dejar de observar que la confesión en la Iglesia Católica siempre ha sido un servicio gratuito.”


De la novela inédita de Manuel Gerardo Monasterio "Y Juramos con Gloria Morir"


¡Pobre Argentina!

Tan vacía de Dios
y tan llena de peronistas!
No entiendo por qué la gente continúa formulando siempre la misma pregunta.
¿Usted cree que existe la amistad entre el hombre y la mujer?

Es la única genuina amistad que he conocido.
Frente a los cíclicos cambios inevitables del Ente Planetario, el mayor problema serán las macabras invenciones de la civilización. Los deshechos letales de las infernales creaciones del hombre.

Nos acogemos
en el Nombre
de la Sabiduría,
del Amor,
de la Justicia,
de la Misericordia Infinita
del Espíritu Uno y Eterno.
Amén.

4.3.11

Publicado en Foro Planetario el 1/4/2005

La soberbia del pensamiento occidental parece ser lo único que continúa creciendo en medio de la visible decrepitud de las propuestas de la sociedad capitalista avanzada. Occidente está tardando demasiado en “descubrir” lo que el pensamiento de oriente (y muchas de las llamadas sociedades “primitivas”) conoce desde hace milenios.

El derruído panteón de las vidriosas luminarias de la filosofía occidental continúa arrojando oscuridades que son retomadas, aquí y allá, por los exégetas modernos, que parecen no darse cuenta de la espantosa catástrofe psicológica y moral que ha caído sobre ellos.
Es Nietzsche proclamando la muerte de dios, mientras las espiroquetas del Treponema pallidum se lo estaban comiendo, en realidad, a él mismo.
Es Michael Foucault pregonando –como no podía ser de otra manera- la muerte del hombre, para culminar toda una vida de disección etimológicamente luciferina de la realidad occidental, adquiriendo el HIV en los baños homosexuales de San Francisco, mientras encaraba su última investigación en el arte de infligir y recibir dolor, y su nuevo hallazgo de los placeres y agonías de las prácticas sadomasoquistas...
Es también el maestro del alambicamiento intelectual más exquisito, que fue Gilles Deleuze, desesperado en medio del laberinto por él mismo inventado, suicidándose al arrojarse por una ventana.
Es la cumbre del pensamiento marxista contemporáneo, Louis Althusser, internado en neuropsiquiátricos periódicamente y finalmente asesinando por extrangulación a su mujer.
Es la afasia de Jacques Lacan –cuyo ingreso en sus escritos jamás podremos determinar-, que en un ultérrimo acto de lucidez sugiere que se queme todo lo que ha escrito porque no sirve para nada.
Es Schopenhauer, cuyo acierto más perdurable fue beber en la fuente luminosa de los Upanishads.
Es Martin Heidegger, encontrando lo mejor que se habrá de encontrar en su obra, en el Budismo Zen.

Mientras tanto, Shankaracharya sonríe hieráticamente, al tiempo que su verbo perdurable continúa resonando como un acorde majestuoso en el concierto incomparable de la India milenaria.
Es la claridad omniabarcante del pensamiento de Vivekananda.
Es la presencia todavía luminosa del maravilloso sabio analfabeto Ramakrishna.
Es la paz indescriptible del conocimiento papable en su propio cuerpo del santo del Arunachala, Ramana Maharshi.
Son Aurobindo, Nityananda, Sidharameshwar, Nisargadatta, Ranjit, Ananda Ma...
¿Debemos continuar?
Es la dulzura de la realización espiritual incomparable de Neem Karoli Baba, transformando al hermoso Richard Alpert y convirtiéndolo en Ram Dass.
Son Babaji, Lahiri Mahasaya, Yukteswar y Yogananda con su mensaje resplandeciente.
Es el océano de la gracia de Chaitanya.
Y es también Srila Prabhupada, enseñándonos a los hombres a dejar de insistir en comportarnos como perros.
Es Nagarjuna. Es Valmiki. Es Kapila.
Es Gautama, el Buda, abrazando al planeta con su presencia vivificante.
Son Padma Sambhava y Milarepa.
Y más allá, es Lao Tse.
Es Bodhidarma, nueve años en meditación frente a una pared, disolviendo todos sus fantasmas y entregando el espejo vacío de su mente para todos los que aspiren a reflejar de la misma prístina manera.
Es Hui Neng. Es Hakuin. Es Dogen. Es Suzuki.
Son Kodo Sawaki y Taisen Deshimaru.
Y podría seguir, y seguir, y seguir, recitando a los amorosos sabios de oriente que nos siguen iluminando, mientras aquí, del lado oscuro de la calle, continuamos insistiendo en sacarle jugo a la piedra amarga de las miserias filosóficas y morales de occidente.
Occidente, que con el mensaje del más grande de sus hombres procreó las mayores aberraciones. Occidente, que tergiversó las palabras del sublime Galileo, no se entiende cómo ni de qué manera, para convertirlas a la medida contrahecha de la más descarada confabulación que se haya conocido en la historia.
¿Podremos deponer las armas bobas de nuestra soberbia y de nuestra hipocresía?
¿Podremos inclinarmos, humildemente, para recibir el Darshan vivificador e iluminante que nos llega, sin tregua ni pausa, desde la luz de oriente?
Entonces, quizás, iluminadas con ese Sentido y vivificadas con esa Consciencia, todas nuestras invenciones y tecnologías encuentren un sentido más allá de la destrucción de nosotros mismos y del entorno planetario.

1.3.11



Hemos fracasado
sobre los bancos de arena del racionalismo
demos un paso atrás y volvamos a tocar
la roca abrupta del misterio.

URS VON BALTHASAR




HE QUERIDO RESCATAR ESTA ESTROFA DE VON BALTHASAR, QUE A SU VEZ CITA SÁBATO EN SU DESOLADOR “ANTES DEL FIN” PORQUE DE ALGUNA MANERA SINTETIZA DE MANERA MAGISTRAL-COMO SÓLO LA POESÍA PUEDE HACERLO- TODO LO QUE PIENSO HOY.
Si hay una “salvación” para el hombre, es volver a abrazar los Misterios. Por eso me inclino –me arrodillo y me postro- ante las culturas nativas, porque en la simplicidad de su tremenda sabiduría no han pretendido la blasfemia absurda e idiotizante de develar lo indevelable. El hombre sólo es hombre en humilde éxtasis frente al misterio. Y sólo esa humildad puede salvarnos de la tragedia horrorosa de esta locura del “progreso” que –con etimológica certeza- nos lleva aceleradamente hacia un abismo que hace palidecer los espantos del infierno tradicional. Enloquecidos de soberbia por hacer todo aquello que pueda ser hecho, por alcanzar todo aquello que podamos alcanzar, por realizar todo lo que pueda ser realizado, no nos damos cuenta de que el mayor –el único-gran desafío de esta hora, es abstenernos de hacer la mayoría de las cosas que el alcance de nuestro conocimiento y nuestra tecnología nos permiten hoy hacer. El germen maligno del trabajo, del esfuerzo, de las grandes empresas, de la actividad frenética, de las grandes construcciones, de dejar “nuestra marca” en el mundo, se ha comido nuestra cordura y amenaza con contaminarlo todo de manera irremediable. Ahora más que nunca, la esperanza de la humanidad reside en el enigmático y maravillosos Wu Wei de los antiguos chinos. El arte de hacer sin hacer, de dejar que las cosas fluyan siguiendo su curso natural. Y de respetar el curso natural de las cosas. El arte de pasar sin dejar huella. Anónimamente. A eso aspiraba en un poema que escribí hace casi 25 años, en “Extinción de la palabra”, último poemario de mi autoría que mi amigo Ariel Canzani D. llegó a leer, y a prologar:

"Después de tanto viento,
henchido de palabras,
hinchado por la ciencia,
Suplico Caridad.
Espuma solamente.
La casi total impermanencia.
Polvo sería demasiado,
sombra de algo que fue,
recuerdo todavía.
No polvo sino estela.
La casi nada de presencia.
Lo que busco es el rocío.
Y vislumbro el cálido presagio
de la gloria a la que aspiro.
Certeza luminosa de no haber sido nadie.”

Wu Wei.

Una porción enorme de la juventud actual sospecha la locura de la civilización y responde con abulia y desesperanza, entre el estruendo de la cacofonía pseudomusical y de los maravillosos enteógenos utilizados con intención y en ámbitos desacralizados. Sospechan el embaucamiento global y desconfían. Y a su manera se niegan a cooperar. Quien escribe, por supuesto, no tiene más respuesta que su vida. Quien escribe está, finalmente, desenmascarado. Y sueña con sus hermanos de las selvas tropicales. ¿Tendrán ellos el antídoto para este espantoso veneno de civilización –y de posesión- que corroe al “hombre blanco”? Llego a las selvas tropicales desnudo y vencido. De rodillas frente al Misterio insondable. Abrazado a la infinita Piedad de los Misterios.

Sivainvi (Manuel Gerardo Monasterio)
Sierra de los Comechingones,
Noviembre de 2004


Esta entrevista fue realizada en 2005


N: ¿Cuál es tu visión de la actual situación planetaria?

MGM: Todas las especies planetarias y el ecosistema global se encuentran profundamente perturbadas por la presencia de una suerte de virus –no encuentro una mejor forma de denominarlo- que, en el curso de los últimos 5 a 8000 años, se ha expandido de una manera inquietante destruyendo todo a su paso. Como cualquier otro virus, una vez que haya destruido a su huésped, perecerá a su vez.

N: Veo que no tienes una visión muy positiva de ti mismo!

MGM: El drama, la tragedia del hombre medianamente consciente en un mundo donde todos duermen a pata ancha, es la de cargar con la responsabilidad de los que se niegan a asumirla. Amigos, familiares, el grueso del mundo circundante, me invitan a que yo también me duerma, y me despreocupe por completo de lo que, supuestamente, está más allá de mis posibilidades. Supongo que debo ser muy soberbio por pensar que lo que ocurre, como resultado directo del accionar impensado del hombre, me compete directamente.

N: La mayor parte de los Maestros de oriente que tú admiras parecen haber estado mayormente al margen de lo que ocurre al nivel global...Finalmente, dicen, todo es una ilusión...

MGM: Es verdad, eso dicen. Prefiero una visión un tanto más equilibrada, podríamos citar al respecto al Dalai Lama, un hombre que, sin dejar de conocer la naturaleza transitoria de todo lo que existe, aún continúa, valientemente, asumiendo la responsabilidad temporal que entiende que le toca. Por otra parte, la visión del esoterismo occidental en el que me he formado, es mucho más comprometida con la acción directa sobre el mundo objetivo, por decirlo de alguna manera.

N: ¿En qué punto nos encontramos de ese proceso de destrucción ecológica globalizada y qué se podría hacer para detenerlo?

MGM: La cuestión es así: nos encontramos con una especie que no tiene predadores importantes que regulen su reproducción. Esta especie ha desarrollado una civilización, cuyo “progreso” (sí, por favor, ponlo entre comillas...) se fundamenta en la proliferación de una tecnología que atenta contra el ecosistema en todas partes. Cada vez que se cuestiona la índole de ese “progreso” y se pide reflexión inmediata que se traduzca en una modificación sustancial de esas metodologías, la respuesta es que no se puede parar...En fin, qué quieres que te diga... Si me pongo en el lugar del resto de las especies planetarias –que no pueden hablar por sí mismas- te diría que lo mejor que podría ocurrir es que una pandemia acabase con ese predador descontrolado lo antes posible... De hecho, nuestra contumacia en negarnos a ver la gravedad inmediata de los hechos, nos pone en situación de que esa pandemia, como resultado de la cual la humanidad se vea sustancialmente diezmada, aparezca como la única posibilidad para el ecosistema planetario...Y tú sabes, dicen que la realidad es hija de la necesidad...

N: La mayor parte de la gente ha de opinar que tu visión es de una extrema crueldad...

MGM: La mayor parte de la gente se encuentra en un estado de consciencia larval, de lo contrario, no podrían tolerar ni un minuto más lo que está ocurriendo. No tienen ni siquiera consciencia de que un ecosistema pauperizado y bombardeado con agroquímicos, pesticidas, radiaciones y desechos químicos de todo tipo, produce alimentos deteriorados que pauperizarán a su vez a todo aquel que los ingiera... Y alegremente alimentan a sus hijos con esa podredumbre...Esta es la única civilización que paga para ser envenenada...¿Crees tú que pueda inquietarme la opinión de alguien en un estado semejante?
Por otra parte, aquellos que detentan el poder político, para poder afianzarse mejor, han ido creando a lo largo de los siglos una gran cantidad de fantasías colectivas...

N: ¿Por ejemplo?

MGM: Por ejemplo, la democracia. La fantasía de que el poder es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, y que el pueblo está capacitado para decidir... Por supuesto, no existe, ni jamás ha existido algo semejante. La misma estructura de los llamados estados democráticos se basa en la manipulación colectiva de ese pueblo, en manos de, no los mejores hombres, sino los que han sido lo suficientemente astutos como para hacerse con el poder. Para que ellos puedan seguir medrando, es fundamental que ese pueblo se halle lo suficientemente dormido y/o entretenido, lo que implica que jamás llegarán a desarrollarse en términos de CONSCIENCIA como para poder verdaderamente gobernarse a sí mismos.

N: ¿Qué entiendes, específicamente, por “en términos de CONSCIENCIA”?

MGM: Me refiero, específicamente, a una corticalización creciente. Las características biológicas de la especie humana no le dan elección al respecto: si el hombre no se corticaliza, se convierte en algo muy peligroso, para sí mismo y para su medio ambiente. No podemos elegir, es la cerebralización constante o la hecatombe globalizada. Pero, esa corticalización –que implica el desarrollo autoconsciente de las áreas más especializadas del cerebro- es algo que no conviene a una crápula gubernamental cuyo poder se basa, precisamente, en descorticalizar a la gente, es decir, en desarrollar las áreas más primarias del cerebro. De manera que, cada vez somos más y estamos cada vez más idiotizados. Además estamos rebosantes de estupideces pseudofilosóficas y pseudoreligiosas que perturban de una manera letal nuestro pensar cotidiano, y por ende, nuestra actividad colectiva...

N: ¿Por ejemplo?

MGM: Mira, toda nuestra cultura está impregnada hasta la náusea de filosofía barata a la que se confunde con amor y compasión... Esto se traduce en el proteccionismo extremo de aquellos especímenes deteriorados biológica o moralmente, algo nunca visto antes y ajeno por completo a otras especies. Así, la proliferación de lo peor está adquiriendo unas proporciones descomunales. Asimismo, La prolongación de la vida vegetativa -cantidad sin tener en cuenta calidad- también ha aumentado de manera increíble. Todo ese proceso se ve amparado en un discurso, en un constructo psicolinguístico que, por muy sofisticado que parezca, no representa más que una retahíla de paparruchadas que todo el mundo repite alegremente sin tener mayor consciencia de lo que se está diciendo. Pero, eso sí, adonde vayas verás que la mayor parte de la gente repite las mismas sonseras, lo que te da la pauta de que es un sistema de idiotización globalizada muy bien implantado.

N: No faltará quien te diga que tu discurso suena a nazismo...

MGM: La gente dirá cualquier cosa, cualquier cosa antes que hacer el esfuerzo de pensar seriamente. Seriamente. Que significa insistir en el mismo curso del pensamiento hasta el fondo, hasta el fondo, sin caer en la facilidad de quedar en la superficie. No hay ningún tema, absolutamente ningún tema que esta cultura en creciente proceso de descerebralización, encare con esa seriedad a la que me refiero. Porque todo, todo lo que esta cultura propugna, defiende y sustenta, está basado precisamente en esa absoluta falta de seriedad, en ese empecinamiento por negarse sistemáticamente a tomar genuina consciencia de nada. Si nos concentráramos colectivamente durante algunos minutos, los problemas del mundo quedarían inmediatamente al desnudo y se sabría cómo comenzar a deshacer esta madeja macabra que hemos fabricado.

N: ¿Te refieres a la meditación?

MGM: Sí, llámalo como quieras. Concentrarse en un punto y tomar consciencia. Y quedar absolutamente receptivo. Absolutamente receptivo. Sí, es meditación.

N: ¿Cuál es el lugar del "corazón" en todo lo que dices?

MGM: El desarrollo del que hablo, es el despliegue del Amor. Amor e Inteligencia están indisolublemente unidos. Inteligencia, que no es intelectualismo. Amor, no emocionalismo. La Inteligencia genuina y el genuino Amor son uno.

N: ¿Quieres agregar algo más?

MGM: Estamos obnubilados por el mito del eterno progreso. Desgraciadamente, las religiones monoteístas tienen bastante que ver con eso. Nos han hecho creer que el mundo se hizo para que el hombre lo maneje a su antojo. Pero no podemos hacer lo que se nos ocurra y los recursos no son ilimitados en el sentido que lo hemos venido interpretando. Los recursos deben administrarse de manera autoconsciente para que la infinitud de los recursos pueda manifestarse.

N: Vuelvo a preguntarte, ¿hay algo concreto o específico que se podría hacer?

MGM: Sí, pero no se logrará por la vía del consenso colectivo entre los hombres sin mediación de una catástrofe tremenda, de una catástrofe sin precedentes históricos.

N: ¿Y qué sería, finalmente?

MGM: Que los lineamientos globales estuvieran en manos de una élite de individuos Corticalizados, de individuos con un grado mayor de autoconsciencia.

N: Una visión aristocrática...

MGM: Una visión aristocrática en el sentido más puramente etimológico del término. Los políticos han demostrado sobradamente que no están en condiciones de manejar los recursos planetarios.

N: ¿Te ves tú, acaso, entre esa élite?

MGM: No soy tan idiota como para eso. Te confieso, eso sí, que soñaría con ser el que limpia los baños de un conjunto de entidades semejantes...

Epifanía de los Dioses, 13 de Octubre de 2005

“Esencialmente, no sufrimos a causa de nuestros vicios y debilidades sino a causa de nuestras ilusiones. No estamos perseguidos por la realidad, sino por las imágenes que hemos colocado en su lugar"

Daniel Boorstin

"He observado que el mundo ha sufrido mucho menos por la ignorancia, que por la pretensión de conocimiento"

Daniel Boorstin

Hace casi apenas unas horas, un matrimonio muy querido me regaló para navidad una orden de compra en la cadena de librerías más grande de Buenos Aires. Me pareció maravilloso, el regalo ideal para alguien como yo. Eso pensaron ellos, y también lo pensé yo.
Prácticamente, he nacido entre libros. Hubo una época en que no abandonaba lo que estaba leyendo –usualmente varios libros a un tiempo- adondequiera que fuese. Rememoro como en un sueño la imagen funambulesca de un joven con tres o cuatro libros bajo el brazo...camino a un cumpleaños!

Feliz me encaminé hacia la librería más grande de Buenos Aires, donde viví una de las experiencias más extrañas de mi vida. Luego de recorrer las montañas de libros de todos los temas, tipos y diseños, rodeado de gente ávida como yo en un tiempo, me envolvió una sensación de desinterés tan profundo que casi puedo decir que se convirtió en repulsión.

Nunca se ha publicado tanto como ahora, sobre tantos temas, por tantos autores diferentes. Parece como si todo el mundo aspirase a escribir y a publicar. Y de hecho lo hacen! Millones. Billones de páginas. Y de opiniones.

Hace unos diez años atrás publiqué una obra en una de las editoriales más importantes de habla hispana. Tenía la posibilidad de publicar de allí en adelante, un libro por año. Me quedé en el primero. Ninguno de los que conoce la situación, puede comprender por qué me he abstenido de publicar.
La primera razón es que he leído lo suficiente como para saber que casi todo ha sido dicho –por lo menos lo que puede decirse- de tantas maneras y con tanta claridad, que me resulta un gesto un tanto ridículo de vanidad pretender agregar algo que considere verdaderamente relevante. La segunda razón, mucho más importante, es que mi percepción de las cosas se modifica a tal velocidad que una vez publicado el libro, difícilmente podría aceptar su autoría como genuinamente propia.

Acerca de lo que sí podría escribir, difícilmente tendría lectores.

Nunca se ha publicado tanto como ahora. Y el contraste, entre las montañas de papeles publicados –con todas sus rimbombantes palabras y sus pretenciosas teorías- y la realidad cotidiana que estamos construyendo al tiempo que toda esa pila de vanidades se publica- es grotesco. Repulsivo.
La voluntad y la fuerza que ponemos en envenenar y destruir los recursos del planeta, en competir salvajemente con el prójimo, en dominar, oprimir y manipular a todo el que puede resultar una víctima propicia de nuestro omnímodo instinto depredador, es relativamente proporcional a la ingente montaña de libros que aparecen cada día.

¿Qué sentido tiene todo esto?
¿Qué sentido tiene frente a la realidad cotidiana de lo que hacemos y somos?
Ese fue el pensamiento que cayó sobre mí como un relámpago. Y súbitamente, perdí completamente el interés por los libros. Por cualquier libro. Y por el contrario, sentí una extraña sensación de repugnancia ante la ingente maraña de automatismos, repeticiones y existencia adocenada que todos esos millones de páginas reflejan.

El conteo final ha comenzado hace ya tiempo.
Y esta civilización, como tantas otras Sodomas a lo largo de la historia innumerable, continuará chapoteando entre sus propias secreciones, veleidades e ilusiones, hasta el fin.


Manuel Gerardo Monasterio
Buenos Aires, a las 15.45 del 26 de Diciembre de 2007


Nos vamos a cantar a otra galaxia
(el grito seguirá-nunca lo duden-desde la tumba oceánica)

No fuimos derrotados por el hambre,
tampoco por el nuevo terror del desarrollo
que los ecólogos esparcen
mezcando sus ideas con poluciones
de uranio, de plutonio, de cibernéticas extrañas.
Caímos derrotados por simples argumentos:
Hemos perdido fuerzas y la mufa y la náusea
la tenemos metida hasta la misma médula.

No damos más, todo es sencillo en este instante:
Estamos repodridos y la pobre palabra es un valor inerte
para vencer el putrefacto clan de las celebridades de la nada.
Luchamos muchos años-hicimos de la palabra un arma-
contra el silencio y los hijos de puta (pedimos perdón por la palabra!)
que siguen gobernando la tragi-cómica cultura
que los androides argentinos por el mundo desplazan.

Les creamos problemas (estamos seguros que así ha sido!)
Hemos dejado en el registro conológico
un mar de denuncias concretas y violentas
que no podrán borrar, aunque lo quieran.
Pero estamos cansados, partidos, destrozados,
nos fue venciendo el medio mediocre permanente,
la impotencia, la soledad, incluso el miedo
que la represión procrea,
siempre ayudada por la mudez congénita
del rebaño sin fin de los androides
que digitan las famas, la cultura, la difusión
y la supervivencia:

jamás en nuestra tierra el creador
pudo poner en la batalla sus ideas.

Nos vamos a cantar a otra galaxia:
La pampa húmeda pudrió nuestros esfuerzos.

Tal vez volvamos(no existe la resurreción de la palabra?)
o tal vez -suprema venganza de los sabios-
nunca más pronunciemos metáforas, ni metonimias, ni nada...

En las espaldas dejamos el futuro-a los nuevos poetas?-
un millonario testimonio de denuncias
contra la peste atroz que sigue gobernando nuestra tierra.

Ariel Canzani D


Océano Atlántico, Septiembre de 1973

(Aparecido en el último número que se publicó de "Cormorán y Delfín" -Revista
Planetaria de Poesía)
 

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