Recorro tu cuerpo exuberante
—tu cuerpo que enloquece mis sentidos—
y no veo más que cuerpos doloridos,
angustias y quebrantos lacerantes.
¡Tierra mía!
Arcilla y verde
que nutres mi sangre
¿Por qué tengo que verte
siempre estremecida?
Así tendida siempre
o acaso dormida
con ensueños de muerte...
¿Habrás de despertar un día?
¿Podrán mis ojos volver a su destino
con otro panorama en sus retinas?
Dime que
no muera mi esperanza
dime que
es posible todavía,
renueva,
te lo ruego, mi confianza,
o acógeme
si no en tu sombra mansa
porque no
tiene ya sentido para mí
este morir
sin pausa
y ya no
quiero despertar
mañana
viéndote así:
tendida
siempre,
inexorablemente
traicionada.
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