XII
Adónde iré, Dios mío,
ya tronchada mi voz
y a horcajadas de la muerte,
sino a encarnar renovadas letanías,
nuevas formas azarosas y dolientes
y fugaces y sombrías.
Tan fugaces que no queda la memoria!
Golpes de Sombra,
uno tras otro…
Dentelladas de bruma luminosa
me van minando la terca hombría.
Ahíto de sombra,
de fatuo brillo socavado,
devuelvo a sus orígenes
los frutos adeudados.
No quiero ya besar
los lirios que me ofreces,
Ay, dulces anclas breves,
macabra seda de los labios.
No quiero ya beber
Oh, Madre Infinita,
de tu Océano de luces.
"Extinción de la palabra" Manuel Monasterio 1979
2.8.09
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