15.5.10


La mirada con la que nos miramos, con la que miramos a los demás y con la que miramos la vida, MODELA NUESTRA REALIDAD.
Nuestra mirada, que representa nuestra percepción de todo lo que nos ocurre construye el presente y el futuro que vamos a vivir.
Veamos ahora qué nos ha pasado como país y cómo podemos crear una realidad diferente...


“De hecho, Argentina era un país típicamente sartreano. "La mirada del otro me anonada". Una filosofía de mierda, sin duda, pero acá te miran con esa mirada. Es una mirada de una envidia infinita que emponzoña todo lo que toca. Una mirada que te hace mierda al alcanzarte. Andrés escribió alguna vez que el problema de Argentina era mitológico. Una combinación de la Medusa y del rey Midas al revés.
“Te miran y te convierten en mierda. Y todo lo que cae en Argentina, por muy bello que sea cuando llega, termina por convertirse en mierda. Es un brutal proceso de mierdificación que todo lo pone a ras de mierda...”

“Sebastián, uno de sus amigos, había elaborado una compleja y vasta teoría acerca de la mierda. ‘ Todos sabemos que la mierda - solía decir-no es más que el residuo metabólico de los organismos vivos. El problema terrible es el reciclamiento de la mierda. Volver a alimentarse una y otra vez de los propios desechos. Repetirse a uno mismo sin fin. Remierdificarse”.
hasta que uno revienta lleno de mierda...."
“Argentina...,” había escrito Andrés, “...es el país mierdificante por antonomasia. ” Basta que asomes un poco la cabeza por encima de la densa marea de mierda para que te miren con la mirada sartreana que te cubre con nubarrones de muerte y parece decirte, “¿Qué esperás para desaparecer? “Estás de más, tómatelas!”, que puede significar emigrar, enloquecer o morir, les da igual. Basta decir algo o querer hacer algo que vaya contra la omnipotente marea de mierda, para caer en el pozo sin fin de la envidia de la mirada..."

Fragmentos de la novela de Manuel Gerardo Monasterio, “Y Juramos con Gloria Morir” 1979


¿Cuáles es el marco y el límite de la crítica política y social?
Es decir, Cuales son el marco y el límite de la crítica que aspire a algo más que destruir a los otros?
Todos los dìas recibo mails que sistemáticamente borro sin conectarme con su contenido. Mails con mensajes o presentaciones en PowerPoint con ataques personales y denigrantes hacia el actual gobierno. Y aprovecho esta oportunidad para pedirle a todos los amigos y conocidos que me tienen en su libreta de direcciones: no pierdan el tiempo incluyéndome en esas “cadenitas del horror”. No las leo, no me interesan. Las rechazo. No me interesan las supuestas cirugías de la Sra. Presidente. No me interesan los supuestos y las presunciones sobre su vida íntima.No me interesa tampoco participar de la alegría que parece embargar a mucha gente cuando Kirchner se enferma o cuando a los Kirchner les sale algo mal. Esas cosas no me causan ninguna gracia, y mucho menos me producen ninguna alegría. Es más, me producen una profunda repulsión. A mi me gusta que a la gente le vaya bien, aunque se trate de mi hipotético “peor enemigo” – porque vivo en un estado de consciencia en el que percibo claramente que cuando le va a bien al otro también me va bien a mí. Muchísimo más aún si el otro resulta ser el Presidente de la Nación o los altos dirigentes políticos. Si les va mal a ellos, nos va mal a todos.
Cuando critico, critico las acciones, jamás a las personas que las ejecutan.
Es fundamental que los argentinos aprendamos a no tirar al bebe junto con el agua sucia del baño que acabamos de darle.
Acá siempre se habla de “crisis”, de “crisis terminal”, de “hecatombe”, de “derrumbe inminente”, de “lo mal que están las cosas”, de cómo “todo va de mal en peor”…Y vengo escuchando siempre lo mismo desde que tenía 3 0 4 años…
No podemos salir de la “crisis” porque la reconstruimos todos los días con nuestro pensamiento colectivo. Nosotros, todos, creamos la realidad que vivimos. No son los dirigentes y los políticos, somos TODOS.
Arturo Illia era “la tortuga” (hasta en las caricaturas le ponían la cabeza de Illia a una tortuguita). Muchos años después, cuando me dediqué a mirar los números reales de la economía nacional llevada adelante por “la tortuga”, descubrí que nunca el país estuvo mejor en sus estadísticas económicas que durante el gobierno de Illia. Que, dicho sea de paso, era un hombre honestísimo, que llevaba una vida digna de la austeridad de un monje de clausura, una vida entregada al servicio para el que había sido convocado. Pero eso no alcanzaba, porque a los argentinos nada nos alcanza.
De Arturo Frondizi –que me honró con su amistad desde que lo conocí en 1988 hasta su muerte- se decía en la calle que “es maquiavélico”…Será por eso que otra vez la sociedad permitió que los militares lo sacaran…
Hoy resulta que fue en realidad “un gran estadista”, “un estadista de lujo”…
Nada nos satisface, nada nos conforma, todo termina aburriéndonos. Vivimos en un estado mental de “revolución francesa permanente” y acabamos siempre decapitando a los líderes que un rato antes eran aclamados como los “salvadores de la patria”.
Tenemos que salir de la “mirada sartreana”.Tenemos que comprender que la mirada con la que miramos a los otros es la misma mirada con las que, finalmente, nos miramos a nosotros mismos. No hay dos miradas posibles: una para los demás y una para nosotros. Hay una sola mirada.
Tenemos que desarrollar una mirada ecuánime, que parta del sentido de la medida. De una medida que aspire a construir, a rediseñar, no a vivir en un estado de “Big-Bang” permanente.
Es difícil encontrar a alguien que haya escrito cosas más duras hacia el gobierno que las que he escrito. Pero, cuidado, porque este gobierno no está haciendo todas las cosas mal. Hay muchas cosas que las está haciendo bien, que las está haciendo de la mejor manera que puede –y que le permiten-
Y en definitiva, el peor defecto que puede tener este gobierno, es simplemente, el de ser fiel a nuestra estirpe, el de ser muy parecido a como somos los argentinos. Porque resulta que ahora Kirchner está “subiendo en las encuestas”. Y es muy posible. Y si Kirchner sube, es porque la oposición baja. Y si la oposición baja es porque no están aportando nada que convenza a nadie.
En los países nórdicos –que tienen fama de ser los mejor organizados-la gente conoce poco y nada de los políticos. Tienen cosas más importantes en qué pensar, por ejemplo, en su propia vida personal. Y en cumplir con sus obligaciones comunitarias cotidianas de una manera coherente con la imagen que los países nórdicos se han ganado.
En vez de estar “escupiendo” el asado de los demás todo el tiempo con críticas destructivas, sería bueno que comenzáramos a ocuparnos en ver qué aportamos nosotros para que este país sea cada día más vivible y más digno.
Y tenemos que comenzar por la mirada. Miremos al otro con la mirada con la que deseamos ser mirados. Y seamos testigos de una vida que comenzará a reflejar la alegría, la belleza y la abundancia que trae consigo, inevitablemente, la Mirada Adecuada.
Manuel Gerardo Monasterio, Walden, Valle de Punilla, a las 12:02 del 15 de Mayo de 2010
 

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