27.9.07
David Firth (Inglés,1983-)
Dibujante y autor de historietas animadas en Flash y videos cortos
"Perdemos la vida con alegría, con tal que no se hable de ello"
Lautremont
David Firth está loco.
Espero que no les llame la atención esta tautología.
En la medida en que David Firth pueda ser clasificado como un ejemplar de la especie de los homínidos autodenominados “Sapiens”, mi primera proposición resulta redundante, pero conducente hacia mi:
Primera divagación
Hace ya tiempo que vengo cuestionando aquello de “homo sapiens”. En un poema de 1974 –de mi libro “Tristario”- escribí, “homo sapiens que no sapiens”. Luego, muchos años después, agregué “porque si supiera no estaría en la situación en que se encuentra”.
Luego continué observando y descubrí que mis sospechas acerca de este mono asesino que somos–diseñado genéticamente por entidades que se han hecho pasar por “dioses”-tenía mucho más de Faber que de Sapiens, y mucho más de Ludens que de Sapiens. Y hacia 1979, cuando me encontré con la obra de Edgar Morin, vi que él decía, con gran perspicacia “homo sapiens demens”. Y llegué entonces a mi propia aproximación: somos un homo con mucho de demens, bastante de faber y de ludens, y un toquecito de sapiens. Claro, que el enorme porcentaje de “demens” hace que la parte “faber” esté perturbada –es decir, nuestras construcciones y artefactos son cada día más “demens”-y que la parte “ludens” esté contaminada por la “demens” de forma tal que nuestros “juegos” se parecen cada vez más a las pesadillas de la psicosis que a los entretenimientos de otros mamíferos más afortunados (entiéndase aquí: mamíferos que no fueron elegidos por los “dioses” para sus demenciales” experimentos”).
Pero, poder “auto-abrirse”para acceder al interior, usualmente invisible en el hombre “normal”, y volcar hacia el exterior los contenidos ocultos en la oscuridad de la “unidad sellada” que normalmente somos, es lo que separa al genio del hombre normal. (ver mi nota: Investigando al hombre o desarmando al muñequito cósmico- http://manuelmonasterio.blogspot.com/2007/09/investigando-al-hombre-o-desarmando-al.html)
Por eso no tengo duda de que, más allá de lo que todos deberíamos saber –pero no sabemos- que David Firth está tan loco como todos nosotros, a diferencia de la mayoría,
David Firth es un genio.
Lo que nos lleva a mi:
Segunda Divagación
Escribió alguna vez el pensador rumano Emil Cioran, “toda forma de talento va acompañada de una cierta desvergüenza”.
En David Firth hay mucho talento, y por tanto, mayor desvergüenza que lo usual.
¿En qué consiste la desvergüenza de Firth?
Precisamente, en mostrar en público todas los artilugios, deshechos, restos contaminados de alimentos mentales en descomposición, bellezas y monstruos que la humanidad guarda en su interior.
Debo admitir de inmediato, que muchas de los “secretos” que Firth saca a la intemperie me resultan tan horrorosos de ver como les deben parecer a la mayoría de ustedes. Y por supuesto, no pretendo comprender todo lo que Firth expone, ni creo que él mismo lo interprete en toda su dimensión. Por otra parte, mucho de lo que muestra es, por definición, incomprensible. Es el discurso psicótico que invade y atraviesa toda nuestra civilización. O como escribí alguna vez, no el doble, sino el triple o el cuádruple mensaje. Y la locura de proponer a cada instante contradicciones insostenibles, como la de ese cuento popular de la Idishe Mame que le regala a su hijo dos sweaters. Cuando a la mañana siguiente el hijo se va para su trabajo con uno de los sweaters que su madre le regaló, la madre le dice con tristeza, “ah, el otro sweater no te gusta, verdad?”.
El personaje de Firth “Salad Finger, por ejemplo, es un psicótico y perverso sexual, de personalidades múltiples que van saliendo de su interior a cada rato, las que son amadas y odiadas al mismo tiempo, y a las que Salad Finger mayormente termina...comiéndose. ¿Les parece muy demencial este cuadro?
A mí, sin embargo, me parece un cuadro de costumbres tradicionales que describe magistralmente nuestra vida cotidiana globalizada. Lo cual nos conduce a mi:
Tercera Divagación
Nuestra civilización es Salad Finger.
http://www.youtube.com/watch?v=3gNktI3AF4Q
Por poner sólo un ejemplo de miles, antiguos y modernos, me referiré al caso de Rwanda.
¿Cuánto saben ustedes de Rwanda, de lo que pasó y pasa en Rwanda como en otros lugares de Africa?
En 1994, fueron torturadas, violadas,masacradas, destruidas y quemadas 800.000 personas entre mujeres, hombres y niños. No es un error tipográfico, son ochocientas mil, por lo menos.
Pero claro, hagamos la salvedad, eran negros.
No sé si usted los ubica, son esos homínidos que –seamos sinceros- en el trasfondo de nuestra genético-memética los caucásicos solemos ver demasado parecidos a los gorilas como para aceptarlos como completamente “humanos”. Sí, ya sé, me va a decir que a usted no le pasa eso, que para usted son personas como nosotros, ni más ni menos y blablabla.
Pero, ¿Está usted completamente seguro de que los vé como iguales?
¿Sabe usted con detalles lo que pasó en Rwanda y lo que continúa pasando en muchos lugares de Africa?
¿Seguro?
Sea sincero, mire bien a los negritos bien negros, los negros mota, que les dicen. Nariz aplastada, bocota expandida (la bemba, que le llaman), pelo como de cepillo enrulado y....un olor muy peculiar –no sé si acuerda, la “catinga”, que le dicen. Pero no se preocupe, el olor que emanamos nosotros también les resulta a ellos tan raro o hasta incluso repugnante, como el de ellos a nosotros. Me lo han confesado ellos mismos, porque verá usted, aunque no lo crea, he convivido con ellos durante diversos períodos de mi vida.
Le voy a contar algo más, los estudios médicos guardan muchas estadísticas donde se observa que estos morochos oscuros,bueno... va, estos negros, son más proclives a ciertas enfermedades genéticas que los de raza blanca. Sí señor. Podrá usted llamarme lo que quiera, pero es así.
Son diferentes a nosotros, tanto, que en algún lugar de nuestro psiquismo, más allá del barniz barato y superficial que nos hemos ido colocando últimamente , en algún lugar decía, debemos guardar la vergonzosa sospecha de que...bueno, si son hombres, no lo son tanto o al menos lo son de una manera bastante diferente a nosotros, los de raza blanca pura.
Fíjese que dije, "últimamente", porque hasta hace nada, unos pocos años, países que se consideran a la vanguardia de esta civilización tan increíblemente soberbia, trataban a los hombres de color como a basura -todo legalmente refrendado por códigos y reglamentaciones-
¿Le resulta repulsivo mi discurso de los últimos párrafos?
¿Está seguro que le resulta más repulsivo que la realidad?
Ahora, no me diga nada, dígaselo a usted mismo,y perdóneme la insistencia obsesiva, pero hágame el favor y sígame la corriente un poquito más:
Seguro que si usted no viajó, por lo menos tiene algún conocido que ha ido a Sudáfrica, nos dicen que es un paseo turístico bárbaro y sale incluso más barato que viajar a otras plazas interesantes.
¿Sabía o sabe usted bien lo que pasó en Rwanda y en otros lugares de Africa y aún continúa ocurriendo?
(aparte de haber visto últimamente “Diamantes de Sangre” donde la bella y blanquísima Jennifer Connely se rasga sus etéreos pliegues arios en pos de defender el derecho a no ser masacrados de los simpáticos-pero siempre tan lejanos- negritos)
¿Lo sabe usted tan bien como si hubiera ocurrido en Mexico, en Nueva York o en Berlin?
Dígame, dígaselo a usted, ¿hubiera sido o es lo mismo que lo que pasó en Rwanda hubiese pasado en uno de esos paises?
Ochocientos mil blanquitos -muchos de ojos azules y rubios cabellos-
¿Se imagina usted el increíble follón que se hubiese armado, en comparación con lo que pasó, porque simplemente les ocurrió a "los negros de Africa"?
¿Entonces, más allá de nuestro pseudo-benevolente discurso mental prendido con alfileres, los vemos como iguales a nosotros, realmente?
Pero no se inquiete, no lo voy a presionar más con esto.
No es que los negros no sean iguales, o por lo menos semejantes en cuanto homínidos a nosotros, es que Berlín, México, Londres, Paris o Nueva York, tienen mejores periodistas y una prensa más eficaz...
En una palabra, que estos pobres negros de mierda (no se inquiete por la palabreja, si no pensáramos esto tan feo de ver o de escuchar, los trataríamos de otra manera, verdad?) además de ser como monos feos, no saben ni siquiera publicitar bien lo que les está pasando. Son tan "idiotas" y tan "impotentes", que no saben siquiera anunciar y explicar adecuadamente la manera infrazoológica en que están siendo despedazados por episodios a manos de la maravillosa civilización Blanca que, fíjese usted, llegó a la luna y viaja por el espacio pero se está autodesalojando de la tierra arrastrando consigo también a los negros que hasta para hacernos saber de su muerte ignominiosa dependen de la "benevolencia" de la raza blanca. De las periodistas como la que protagoniza Jennifer Connelly en la película”Diamantes de Sangre”, que como es una blanca compasiva se apiada de la miseria de estos negritos y denuncia frente al mundo blanco y civilizado lo que –en gran parte gracias a ese mismo mundo-les está pasando. Y veremos la película –que, a propósito, es muy buena- la comentaremos con nuestros amigos, y pasaremos a la próxima. ¿Y qué podemos hacer?
¿Hay que sobrevivir, no es verdad?
He escrito ya en otro lado hace un tiempo acerca de esto:
-http://www.foroplanetario.com.ar/docs/Editoriales.php?IdEditorial=72-
Africa es un maravilloso y gigantesco campamento de entrenamiento para cristianos militantes de todas las denominaciones. La civilización tecnológica que los aplasta y los martiriza más allá de toda descripción tolerable, simultáneamente los atiende, les manda comida, medicamentos, enfermeras y médicos. En una palabra, que un blanco (u otro negro enloquecido y estimulado por la codicia de los blancos) le matará al negro un hijo por la mañana, pero por la noche llegará otro blanco a curarle el muñón de la pierna amputada a otro de los hijos del mismo negro que sobrevivió al ataque de la mañana.
¿No sabía usted como se llama esto, amigo lector?
Esto es cristianismo militante.
Esto se llama, ni más ni menos,
civilización occidental y cristiana.
¿Pero qué se puede esperar de una religión cuyo símbolo es un Santo torturado y crucificado, cuya imagen, moribundo y chorreando sangre, es emblema de piedad, amor y bien?
Una religión que durante siglos ha invitado a sus fieles a “alcanzar el cielo” mediante el sufrimiento y el sacrificio constantes.
Si le molesta lo que estoy diciendo, lo invito a leer, nada más que como mínima muestra- los libros de una de las santas más respetadas y teológicamente más cultas de la Iglesia Católica-una Doctora de la Iglesia- Santa Teresa de Jesús –la de Avila- que escribía como los dioses, además, y que le mostrará con lujos de detalles una cantidad de primores masoquistas con los que se flagelaba cotidianamente con mucho amor y con mayor unción aún para poder acercarse mejor a su amado esposo Jesús y alcanzar el cielo en esta vida.
Pero, finalmente, yo debo estar entendiendo todo mal, porque si el cielo y la santidad se alcanzan sufriendo mucho y padeciendo horrores sin cuento, entonces lo que están haciendo los blancos con los negros de Africa, es acercarlos más rápido y mejor hacia el reino de los cielos.
Perdóneme la brutalidad de haber interpretado todo al revés.
En realidad, el panorama es maravilloso y todos salen beneficiados.
Los negros que con su martirio se convierten instantáneamente en santos (eso sí, habría que intentar explicarles todo mejor así no se resisten tanto)
Y los blancos que misionando, sirviendo y alimentando estoicamente a los negros, arriesgando su propia vida en un ambiente y un clima y unas pestilencias y unos peligros espantosos, también logran manifestar su amor y hacer penitencia.
¿Se da cuenta de lo que digo cuando digo que David Firth es un genio?
Porque nuestra civilización occidental esta psicótica, con Alzheimer y cuadraplégica, es antropófaga y autofágica, según la ocasión y la necesidad.
Como los personajes de Firth, tenemos varias personalidades simultáneas, nos olvidamos de todo a medida que lo vamos haciendo, nos comemos entre nosotros y a nosotros mismos, y nos quedamos paralizados o miramos hacia el techo con el gesto como perdido cuando comenzamos a darnos cuenta, aunque sea por instantes, de lo que nos ocurre y de lo que somos.
¿Ven por qué digo que David Firth es un genio?
Fíjense todo lo que he tenido que escribir para asomarme –apenas- a todo lo que Firth describe en sólo unos cuantos minutos y con unos simples dibujitos.
Manuel Gerardo Monasterio
Jardines de Prometeo,
Ciudad de Buenos Aires,
A las 13.03 del día 7 de Septiembre de 2007
David Firth nació el 23 de Enero de 1983 en Doncaster, Inglaterra, es un animador de historietas en Flash y raeliza también videos cortos. Gran parte de su trabajo es abstracto y mayormente incluye la enfermedad mental, imagenes surrealistas y de un mundo de pesadillas, y toda su obra despliega un estrafalario y ríspido sentido del humor. En sus dibujos se aprecia la influencia del joven maestro, en parte, iniciador del género, Don Hertzfeldt (nacido en 1976), con sus personajes con forma de palitos, de ojos grandes con círculos oscuros alrededor. Entre los personajes de David Firth están, además de Salad Finger, Burn Face Man y Devvo.
Todas las voces de sus personajes son, además, la voz de Firth.
Su página web:
http://www.fat-pie.com/
Si alguien se ha sentido ofendido por mis palabras o si acaso duda de lo que he dicho, o si simplemente quiere comenzar a enterarse mejor de lo que estamos haciendo los hombres unos con otros, aquí tienen algunos enlaces para que vean por ustedes mismos cómo se comportó, la comunidad internacional y las Naciones Unidas, frente al genocido de Rwanda de 1994.
www.pbs.org/wgbh/pages/frontline/shows/evil/
www.travel.webshots.com/album/446125020aykDQQ
www.rudyfoto.com/RwandaImagePage.html
25.9.07
Esta mañana, al sacar a mi amigo “Orejas” para su primera salida del día, me encontré en la puerta dos señoras de características inconfundibles. Traté de escapar, pero lo que queda de cortesía en mi para tolerar ciertos acontecimientos, no me lo permitió. Por supuesto eran Testigos. Testigos de Jehová. Por lo menos asi se llaman a sí mismos. Tengo una rutina preparada para estas ocasiones, aunque debo decir que, como todas las otras que diseñé a lo largo de muchos años de experiencia con estas extrañas criaturas, no resulta muy efectiva.Ante la propuesta de comenzar a hablarme de su fe y acercarme literatura, les dije muy suelto de lengua: Soy Pastor Presbiteriano. Ni modo. Cuando volvieron a la carga, agregué: Estoy a cargo de una parroquia. Y aún aquí eso dio pie para que una de ellas me pregunte: Entonces usted está al tanto de las escrituras, ¿Qué puede decirnos del reino de Dios? De inmediato les contesté, un tanto secamente: Que el Reino de Dios está en nosotros. Y con un apresurado “Muchas gracias” me retiré, no fuera cosa que me enredaran en una discusión semántica con lo de si está "en" nosotros o "entre" nosotros. Discusión que conozco del derecho y del revés, y que a decir verdad, ya no me interesa en lo más mínimo. Hay que decir que conservo, de los perseverantes ataques que he sufrido por parte de estos équidos bipedestados y orejudos, un par de libros que en su momento consideré aceptables. En particular una versión transliteral de los evangelios en inglés y griego, que me fue muy grata. Por lo demás, si les dijera lo que pienso de su doctrina, no les haría ningún daño puesto que son refractarios a cualquier digresión, pero sí me complicaría yo la vida sin ninguna razón .
La fe es la percepción de aquello que no puede ser percibido directamente por los cinco sentidos ni por el sexto del intelecto. Es el reflejo, en realidad,de la percepción de lo impercibible. En cuanto intenta uno explicar los contenidos de la fe, ya entra en una batalla de la cual ni el criterio ni el buen sentido habrán de salir ilesos.
Y en cuanto a mi, estoy en la nada envidiable situación
de ser como un queso guyere
que se ha quedado sólo con los agujeros.
Todos los conocimentos y vanidades,
que por cierto fueron bastante amplios y ruidosos
en su época de gloria, se han retirado.
He quedado a solas, como un leproso abandonado
en un desierto sin conceptos ni significados.
Ultimamente la gente me evita
como si percibiese el peligro del contagio.
Pero en realidad, no podrían sospechar
la índole de la catástrofe que me ha tocado.
Soy una herramienta inservible
que conserva tan sólo su forma.
Como el dibujo de una herramienta tan bien realizado,
que daría la impresión que la herramienta
fuera real y pudiese ser utilizada. Pero, ¿Cómo?
En cuanto quisiera alguien tomarla
vería que sólo es un espejismo.
Las ideas, sin embargo, continúan pasando,
pero ya no hay nadie en casa
con voluntad de tomarlas para algo más
que no sea jugar un rato con ellas,
para aburrirse enseguida y dejar
que sigan su extraño camino sin comienzo ni destino.
Soy esa nada donde tienen lugar
absolutamente todas las cosas
de este mundo y de los otros.
El agujero negro ante cuya presencia
todo bulle un instante y desaparece.
Y esta extraña paz.
La más risueña paz
que aparece allí
donde en realidad
ya no hay nadie.
Manuel Gerardo Monasterio 22 de Septiembre de 2007, 12 y 18 PM
La fe es la percepción de aquello que no puede ser percibido directamente por los cinco sentidos ni por el sexto del intelecto. Es el reflejo, en realidad,de la percepción de lo impercibible. En cuanto intenta uno explicar los contenidos de la fe, ya entra en una batalla de la cual ni el criterio ni el buen sentido habrán de salir ilesos.
Y en cuanto a mi, estoy en la nada envidiable situación
de ser como un queso guyere
que se ha quedado sólo con los agujeros.
Todos los conocimentos y vanidades,
que por cierto fueron bastante amplios y ruidosos
en su época de gloria, se han retirado.
He quedado a solas, como un leproso abandonado
en un desierto sin conceptos ni significados.
Ultimamente la gente me evita
como si percibiese el peligro del contagio.
Pero en realidad, no podrían sospechar
la índole de la catástrofe que me ha tocado.
Soy una herramienta inservible
que conserva tan sólo su forma.
Como el dibujo de una herramienta tan bien realizado,
que daría la impresión que la herramienta
fuera real y pudiese ser utilizada. Pero, ¿Cómo?
En cuanto quisiera alguien tomarla
vería que sólo es un espejismo.
Las ideas, sin embargo, continúan pasando,
pero ya no hay nadie en casa
con voluntad de tomarlas para algo más
que no sea jugar un rato con ellas,
para aburrirse enseguida y dejar
que sigan su extraño camino sin comienzo ni destino.
Soy esa nada donde tienen lugar
absolutamente todas las cosas
de este mundo y de los otros.
El agujero negro ante cuya presencia
todo bulle un instante y desaparece.
Y esta extraña paz.
La más risueña paz
que aparece allí
donde en realidad
ya no hay nadie.
Manuel Gerardo Monasterio 22 de Septiembre de 2007, 12 y 18 PM
Acabamos de terminar de ver La Condesa Blanca, una joya como todo lo que hace James Ivory. Ralph Fiennes, magnífico como siempre en estos papeles de hombres de otra época que tan bien le sientan. La hermosa Natasha Richardson -con un aire a Emma Thompson- transmitiendo toda la voluntad y al mismo tiempo la fragilidad que su personaje exige. La banda sonora, bella y precisa. Y la fotografía excepcional: casi todas las escenas son cuadros. Un deleite absoluto para todos aquellos que disfrutamos del cine de altura, que desarrolla los valores y la belleza de la fragilidad de la existencia sin necesidad de apelar a lo sórdido, a lo chabacano y a lo vanamente estentóreo para perdurar.
23.9.07
Me dicen que tengo dos hijas. Y digo, me dicen porque muchas veces me asalta el feliz pensamiento de no haber tenido nada que ver, cosa que podría hoy confirmarse o desecharse con un estudio de ADN. Pero claro, queda muy mal pedirlo, aunque se me ocurre que quedaré peor diciendo lo que sigue, cosa que haré de cualquier modo en honor a la poca vergüenza que me queda.
Mis hijas son ya hoy dos jóvenes mujeres. Por lo poco o nada que valga dejo aquí asentado que las libero de toda responsabilidad o reproche o culpa, si vinieran las dos y me asesinaran. Si pudiera las libraría incluso de cualquier penalidad legal, pero eso, por desgracia, no está en mis manos ofrecerlo.
Si yo fuese el padre, tal como está escrito en el registro civil, no tengo derecho alguno a piedad o disculpa de ningún tipo. El no-conocimiento –ya lo saben todos los leguleyos-no le exime a uno de las penalidades por violar la ley. No puedo pues, alegar inconsciencia. Aunque un buen abogado, entiendo, alegaría locura temporaria para eximirme de culpa y cargo.
Pero de cualquier modo, si yo fuese el padre, no existe crimen más horrendo que el que he cometido.
Vamos, no se excite usted que me está leyendo, si lo que estoy diciendo no es nada!
¿Es usted cristiano?
Pues mire usted bien lo que dicen sus escrituras de la vida de los hombres.
“Valle de lágrimas, polvo que vuelve al polvo, un soplo, una nada, una nimiedad insignificante, dolor y más dolor y más penurias...” desde que lo paren a usted hasta que revienta.
Tan mala pero tan mala es esta vida -corta y llena de pesares como dice Salomón-, que hay que compensárselo a usted de alguna manera con una vida verdadera y eterna!
¿Se da usted cuenta que yo no estoy diciendo nada, en realidad?
Digo lo que piensan sus teólogos, si usted cristiano. O judío, da igual
¿Le atrae a usted el budismo?
Pues fíjese, el Buda compara esta existencia con un incendio, del que invita a salir lo más rápido posible. Vea usted la primera de sus “nobles verdades”: Toda existencia es sufrimiento.
¿Puede un verdadero simpatizante de Buda sorprenderse pues, por lo que estoy diciendo?
Toda la doctrina se basa en liberarse de todo apego a esto a los que nos aferramos tanto.
¿La Vedanta, esencia del Hinduismo?
Decía el gran Ramakrishna, epítome de la mencionada doctrina: “El mundo es un pozo negro...” Y entérese usted de todo lo demás leyendo su –por otra parte-bellísimo “evangelio” (colección de sus dichos más conocidos)
Y además, le agregan la “Maya”!
Se lo sintetizo rápidamente: no sólo esta existencia es una mierda (vamos, hombre, no nos ruboricemos, si es la palabra que todos los religiosos y filósofos utilizarían si no se anduviesen con tantas vueltas) sino que además, vea usted, es una ilusión!
En el cristianismo por lo menos usted sufre por algo, en el hinduismo sufre usted...por nada!
¿Los filósofos griegos? Lea usted a gusto y verá lo que digo.
¿Los gnósticos-de los que tan cerca me siento-? Le dirán que este mundo y todo lo que él contiene son producto del Demiurgo, un dios malvado enemigo del Dios bueno que jamás ha tenido nada que ver con toda esta porquería...(Los cátaros veían como un gesto de sabiduría el dejarse morir de hambre para salir de aquí lo antes posible, aunque hay quienes dicen que tal práctica es un mito...Pues peor entonces para los cátaros!)
¿Los ateos, agnósticos y cientificistas?
Pues le dirán: en el contexto de la inmensidad esto no alcanza a ser prácticamente nada...
¿Puede alguien de buena fe sorprenderse por lo que he dicho al principio?
Si esta existencia es lo que todos los que han pensado han pensado, ¿qué crimen mayor puede haber que sortearle la entrada a alguien en ella?
Si trata usted de vivir naturalmente, se apegará a todo lo que habrá de perder irremisiblemente (esposa, hijos, amigos, y todo lo demás) y sufrirá como si le arrancasen la piel, y anticipadamente, pues esto lo sabemos todos.
Si por el contrario, sigue usted las doctrinas de la buena filosofía, intentará liberarse en vida de todos esos apegos para no sufrir al perderlos. (de una u otra forma, esta existencia es tan desgraciada que hay que olvidar todo lo vinculado con ella para alcanzar la sabiduría!)
Llega usted babeándose y lleno de mierda, entre los dolores del parto de su pobre e ignorante madre que sólo podrá salvarse de eso a través de la cesárea con su anestesia
(en una palabra, que la única forma de no sufrir con “eso tan hermoso” es mediante el sueño inducido por las drogas!)
Si no tiene usted la suerte de una muerte súbita (un infarto masivo, que lo atropelle un autobús a velocidad y de frente –para no quedar tullido-o que le pegue un buen tiro un ladrón compasivo) se irá usted de este mundo más o menos como llegó: sin saber ni ostia de lo que está pasando y otra vez lleno de mierda.
Si tiene suerte –mucha suerte tendrá que tener para ello-en su casa rodeado de todos los infelices queridos que contunarán padeciendo en este mundo- de lo contrario rodeado de otros pobres infelices pero extraños a usted, en el hospital y lleno de tubos y por supuesto, con muchas drogas encima (coño, parecería como si la única forma de tolerar esto es dormido o drogado!)
Pero digo yo, quien puede haber inventado algo semejante? Como habría dicho mi abuela:
¡Ni el que asó la manteca!
Esta existencia es el producto más sobrevaluado de todos.
Las iniquidades y angustias sin término vinculadas con ella, son pasadas por alto a toda hora sólo por una excelentísima cobertura de prensa. (He aquí otro tema para meditar acerca de él: si esto nos hace tanto daño a nosotros, ¿a quién está beneficiando en realidad que no conocemos? Y esta pregunta no va de broma.)
¿Puede alguien sorprenderse, en buena fe, de lo que comencé diciendo en este escrito?
¿Entiende ahora mi aparente barbarie al comenzar este escrito de la forma en que lo hice?
Si fuera el causante –aunque sea inconsciente-de la llegada de esas dos pobres criaturas, merecería el peor de los castigos. Que por supuesto, no es una rápida muerte.
Como de alguna manera, mis hijas saben todo esto que estoy diciendo, ejecutaran sin piedad el castigo que me merezco.
Manuel Gerardo Monasterio
23 de Septiembre de 2007 a las 3:03 PM
Mis hijas son ya hoy dos jóvenes mujeres. Por lo poco o nada que valga dejo aquí asentado que las libero de toda responsabilidad o reproche o culpa, si vinieran las dos y me asesinaran. Si pudiera las libraría incluso de cualquier penalidad legal, pero eso, por desgracia, no está en mis manos ofrecerlo.
Si yo fuese el padre, tal como está escrito en el registro civil, no tengo derecho alguno a piedad o disculpa de ningún tipo. El no-conocimiento –ya lo saben todos los leguleyos-no le exime a uno de las penalidades por violar la ley. No puedo pues, alegar inconsciencia. Aunque un buen abogado, entiendo, alegaría locura temporaria para eximirme de culpa y cargo.
Pero de cualquier modo, si yo fuese el padre, no existe crimen más horrendo que el que he cometido.
Vamos, no se excite usted que me está leyendo, si lo que estoy diciendo no es nada!
¿Es usted cristiano?
Pues mire usted bien lo que dicen sus escrituras de la vida de los hombres.
“Valle de lágrimas, polvo que vuelve al polvo, un soplo, una nada, una nimiedad insignificante, dolor y más dolor y más penurias...” desde que lo paren a usted hasta que revienta.
Tan mala pero tan mala es esta vida -corta y llena de pesares como dice Salomón-, que hay que compensárselo a usted de alguna manera con una vida verdadera y eterna!
¿Se da usted cuenta que yo no estoy diciendo nada, en realidad?
Digo lo que piensan sus teólogos, si usted cristiano. O judío, da igual
¿Le atrae a usted el budismo?
Pues fíjese, el Buda compara esta existencia con un incendio, del que invita a salir lo más rápido posible. Vea usted la primera de sus “nobles verdades”: Toda existencia es sufrimiento.
¿Puede un verdadero simpatizante de Buda sorprenderse pues, por lo que estoy diciendo?
Toda la doctrina se basa en liberarse de todo apego a esto a los que nos aferramos tanto.
¿La Vedanta, esencia del Hinduismo?
Decía el gran Ramakrishna, epítome de la mencionada doctrina: “El mundo es un pozo negro...” Y entérese usted de todo lo demás leyendo su –por otra parte-bellísimo “evangelio” (colección de sus dichos más conocidos)
Y además, le agregan la “Maya”!
Se lo sintetizo rápidamente: no sólo esta existencia es una mierda (vamos, hombre, no nos ruboricemos, si es la palabra que todos los religiosos y filósofos utilizarían si no se anduviesen con tantas vueltas) sino que además, vea usted, es una ilusión!
En el cristianismo por lo menos usted sufre por algo, en el hinduismo sufre usted...por nada!
¿Los filósofos griegos? Lea usted a gusto y verá lo que digo.
¿Los gnósticos-de los que tan cerca me siento-? Le dirán que este mundo y todo lo que él contiene son producto del Demiurgo, un dios malvado enemigo del Dios bueno que jamás ha tenido nada que ver con toda esta porquería...(Los cátaros veían como un gesto de sabiduría el dejarse morir de hambre para salir de aquí lo antes posible, aunque hay quienes dicen que tal práctica es un mito...Pues peor entonces para los cátaros!)
¿Los ateos, agnósticos y cientificistas?
Pues le dirán: en el contexto de la inmensidad esto no alcanza a ser prácticamente nada...
¿Puede alguien de buena fe sorprenderse por lo que he dicho al principio?
Si esta existencia es lo que todos los que han pensado han pensado, ¿qué crimen mayor puede haber que sortearle la entrada a alguien en ella?
Si trata usted de vivir naturalmente, se apegará a todo lo que habrá de perder irremisiblemente (esposa, hijos, amigos, y todo lo demás) y sufrirá como si le arrancasen la piel, y anticipadamente, pues esto lo sabemos todos.
Si por el contrario, sigue usted las doctrinas de la buena filosofía, intentará liberarse en vida de todos esos apegos para no sufrir al perderlos. (de una u otra forma, esta existencia es tan desgraciada que hay que olvidar todo lo vinculado con ella para alcanzar la sabiduría!)
Llega usted babeándose y lleno de mierda, entre los dolores del parto de su pobre e ignorante madre que sólo podrá salvarse de eso a través de la cesárea con su anestesia
(en una palabra, que la única forma de no sufrir con “eso tan hermoso” es mediante el sueño inducido por las drogas!)
Si no tiene usted la suerte de una muerte súbita (un infarto masivo, que lo atropelle un autobús a velocidad y de frente –para no quedar tullido-o que le pegue un buen tiro un ladrón compasivo) se irá usted de este mundo más o menos como llegó: sin saber ni ostia de lo que está pasando y otra vez lleno de mierda.
Si tiene suerte –mucha suerte tendrá que tener para ello-en su casa rodeado de todos los infelices queridos que contunarán padeciendo en este mundo- de lo contrario rodeado de otros pobres infelices pero extraños a usted, en el hospital y lleno de tubos y por supuesto, con muchas drogas encima (coño, parecería como si la única forma de tolerar esto es dormido o drogado!)
Pero digo yo, quien puede haber inventado algo semejante? Como habría dicho mi abuela:
¡Ni el que asó la manteca!
Esta existencia es el producto más sobrevaluado de todos.
Las iniquidades y angustias sin término vinculadas con ella, son pasadas por alto a toda hora sólo por una excelentísima cobertura de prensa. (He aquí otro tema para meditar acerca de él: si esto nos hace tanto daño a nosotros, ¿a quién está beneficiando en realidad que no conocemos? Y esta pregunta no va de broma.)
¿Puede alguien sorprenderse, en buena fe, de lo que comencé diciendo en este escrito?
¿Entiende ahora mi aparente barbarie al comenzar este escrito de la forma en que lo hice?
Si fuera el causante –aunque sea inconsciente-de la llegada de esas dos pobres criaturas, merecería el peor de los castigos. Que por supuesto, no es una rápida muerte.
Como de alguna manera, mis hijas saben todo esto que estoy diciendo, ejecutaran sin piedad el castigo que me merezco.
Manuel Gerardo Monasterio
23 de Septiembre de 2007 a las 3:03 PM
El primer impulso que tengo cuando me confronto con el prójimo, es decir, con cualquier ser humano en cualquier sitio, es el de echarme a llorar a los gritos. Y una vez que me compongo y evito dar un espectáculo que me obligaría a ensayar explicaciones que no interesan ni sirven para nadie, esto es, una vez que con gran esfuerzo logro reprimir ese primer impulso ferozmente espontáneo, paso a reproducir las nimiedades de rutina que es lo que todo el mundo en todas partes espera de uno.
Pero vamos, no es sólo que el emperador esté desnudo, es además que se ha cagado de mala manera, está completamente lleno de mierda y echa un olor a demonios. Cosa que de alguna manera saben todos, pero por una suerte de equívoco sentido de supervivencia hacen como si no lo supieran.
Tengo yo la gran duda de creer que a lo mejor, digo a lo mejor, algo podría cambiar si de una buena vez aceptásemos la desnuda realidad que además la viene proclamando ella misma a gritos. Me parece que no perderíamos nada con probar. Es decir, no perderíamos nada que valga realmente la pena.
Manuel Gerardo Monasterio
23 de Septiembre de 2007 a la 1 y 43 PM
Pero vamos, no es sólo que el emperador esté desnudo, es además que se ha cagado de mala manera, está completamente lleno de mierda y echa un olor a demonios. Cosa que de alguna manera saben todos, pero por una suerte de equívoco sentido de supervivencia hacen como si no lo supieran.
Tengo yo la gran duda de creer que a lo mejor, digo a lo mejor, algo podría cambiar si de una buena vez aceptásemos la desnuda realidad que además la viene proclamando ella misma a gritos. Me parece que no perderíamos nada con probar. Es decir, no perderíamos nada que valga realmente la pena.
Manuel Gerardo Monasterio
23 de Septiembre de 2007 a la 1 y 43 PM
¿Quiere usted hacerle a su hijo el mayor de los favores en esta vida?
Enséñele usted un oficio.
Esto es algo que le debe usted a la criatura por haber cometido la impudicia de traerlo a este lugar, algo que yo no le desearía ni al peor de los enemigos (que no tengo, porque los que me podrían haber bendecido con su odio explícito, han preferido condenarme de una manera mucho más eficaz: no viéndome)
Perdóneme usted por esta breve disgresión personal, y permítame volver a lo que le estaba diciendo. Ya ha hecho usted suficiente daño, no termine su obra de la peor manera posible dándole a su hijo un desarrollo intelectual.
Póngalo, desde la más blanda edad, a aprender algo manual.
Quien no se desarrolla de esa manera, tarde o temprano termina mal. Para hablar con propiedad, seguro que acaba peor que la mayoría.
Póngalo usted a aprender un oficio. Y si fuera posible, dos oficios o más. Algo que le mantenga el cuerpo ocupado. E inmediatamente enséñele a tener la cabeza vacía mientras ejerce el oficio que haya aprendido. Cualquier otra cosa, le llevará a una ruina mucho mayor que la que usualmente nos espera.
Nada de desarrollo mental. Pero nada de nada!
En este mundo no hay mayor condena que darse cuenta de algo. Porque una vez que empieza uno a darse cuenta, ya no hay vuelta atrás. Está uno condenado a enterarse de todo lo demás.
Esto que le digo, no va en broma. Puede salvar a su hijo de lo poco que le quede para salvar.
Tenga usted en cuenta lo que le digo porque es una de las pocas verdades que habrá de encontrar en este mundo donde casi todo es mentira.
Alentar de cualquier manera a su hijo para que se desarrolle mentalmente le acarreará la ruina total.
Aliéntelo a que trabaje mucho con las manos y lo salvará de enloquecer.
Cuanto más burro sea, más posibilidades tendrá de ser medianamente feliz.
Eso sí, tenga mucho cuidado con no pasarse. Porque si su hijo resulta demasiado burro, terminará siendo ministro, o cuanto menos, un funcionario prominente.
Manuel Gerardo Monasterio
23 de Septiembre de 2007 a las 12.44 PM
Enséñele usted un oficio.
Esto es algo que le debe usted a la criatura por haber cometido la impudicia de traerlo a este lugar, algo que yo no le desearía ni al peor de los enemigos (que no tengo, porque los que me podrían haber bendecido con su odio explícito, han preferido condenarme de una manera mucho más eficaz: no viéndome)
Perdóneme usted por esta breve disgresión personal, y permítame volver a lo que le estaba diciendo. Ya ha hecho usted suficiente daño, no termine su obra de la peor manera posible dándole a su hijo un desarrollo intelectual.
Póngalo, desde la más blanda edad, a aprender algo manual.
Quien no se desarrolla de esa manera, tarde o temprano termina mal. Para hablar con propiedad, seguro que acaba peor que la mayoría.
Póngalo usted a aprender un oficio. Y si fuera posible, dos oficios o más. Algo que le mantenga el cuerpo ocupado. E inmediatamente enséñele a tener la cabeza vacía mientras ejerce el oficio que haya aprendido. Cualquier otra cosa, le llevará a una ruina mucho mayor que la que usualmente nos espera.
Nada de desarrollo mental. Pero nada de nada!
En este mundo no hay mayor condena que darse cuenta de algo. Porque una vez que empieza uno a darse cuenta, ya no hay vuelta atrás. Está uno condenado a enterarse de todo lo demás.
Esto que le digo, no va en broma. Puede salvar a su hijo de lo poco que le quede para salvar.
Tenga usted en cuenta lo que le digo porque es una de las pocas verdades que habrá de encontrar en este mundo donde casi todo es mentira.
Alentar de cualquier manera a su hijo para que se desarrolle mentalmente le acarreará la ruina total.
Aliéntelo a que trabaje mucho con las manos y lo salvará de enloquecer.
Cuanto más burro sea, más posibilidades tendrá de ser medianamente feliz.
Eso sí, tenga mucho cuidado con no pasarse. Porque si su hijo resulta demasiado burro, terminará siendo ministro, o cuanto menos, un funcionario prominente.
Manuel Gerardo Monasterio
23 de Septiembre de 2007 a las 12.44 PM
20.9.07
El sol se viene derrumbando
sobre el alba fugaz
y dolorida de mis años.
Mil años.
Anochecen mis sentidos.
De tanto recordar
me atropelló el Olvido.
El púrpura encendido
de la sórdida jauría
crece a cada instante.
Me siguen con amor,
con rabia, con congoja.
Me siguen obsesionados
por su pasión hidrófoba.
Piso charcos de mi sangre.
No hay más amor
que el de la piedra,
ni más piedad
que la del perro
al que llaman miserable.
Miserables son los hombres,
el planeta no conoce otra miseria.
Es la Noche.
Los ladridos se agigantan.
Ya el aliento,
ya la baba,
ya los primeros dientes
demorándose en mi espalda.
El terror es la penúltima orgía
de los tejidos y las glándulas.
Hacemos el amor.
El frío original lo llena todo.
La ultérrima soledad,
siempre al costado,
ha chocado finalmente contra el alma.
Ya la sierra voraz,
los mil puñales y las garras.
Y el alarido de la presa
estrangulado entre gruñidos
de victoria corrompidos
por la lenta y densa baba.
Trago sangre.
Tengo rota la garganta.
Sigo a tientas,
ya sin ojos,
con los ojos calcinados
por la sangre y por la baba.
Soy yo mismo un perro
mordiéndose la cola
y he llegado al final del corredor.
Hacia el frente se levanta
el paredón inexpugnable.
Ya la sombra,
ya el abismo,
ya la Noche.
Pero aún brilla una luz siniestra
en el trágico y grotesco
rincón desesperado.
Palpo mis ingles.
Allí está.
Lo tomo finalmente.
Vibrante entre mis manos,
con infinita ternura me contempla
el postrer revolver.
De la novela inédita "Y Juramos con Gloria Morir"
sobre el alba fugaz
y dolorida de mis años.
Mil años.
Anochecen mis sentidos.
De tanto recordar
me atropelló el Olvido.
El púrpura encendido
de la sórdida jauría
crece a cada instante.
Me siguen con amor,
con rabia, con congoja.
Me siguen obsesionados
por su pasión hidrófoba.
Piso charcos de mi sangre.
No hay más amor
que el de la piedra,
ni más piedad
que la del perro
al que llaman miserable.
Miserables son los hombres,
el planeta no conoce otra miseria.
Es la Noche.
Los ladridos se agigantan.
Ya el aliento,
ya la baba,
ya los primeros dientes
demorándose en mi espalda.
El terror es la penúltima orgía
de los tejidos y las glándulas.
Hacemos el amor.
El frío original lo llena todo.
La ultérrima soledad,
siempre al costado,
ha chocado finalmente contra el alma.
Ya la sierra voraz,
los mil puñales y las garras.
Y el alarido de la presa
estrangulado entre gruñidos
de victoria corrompidos
por la lenta y densa baba.
Trago sangre.
Tengo rota la garganta.
Sigo a tientas,
ya sin ojos,
con los ojos calcinados
por la sangre y por la baba.
Soy yo mismo un perro
mordiéndose la cola
y he llegado al final del corredor.
Hacia el frente se levanta
el paredón inexpugnable.
Ya la sombra,
ya el abismo,
ya la Noche.
Pero aún brilla una luz siniestra
en el trágico y grotesco
rincón desesperado.
Palpo mis ingles.
Allí está.
Lo tomo finalmente.
Vibrante entre mis manos,
con infinita ternura me contempla
el postrer revolver.
De la novela inédita "Y Juramos con Gloria Morir"
11.9.07
"Donde la corrupción es una virtud, ser honesto es una desgracia”
Manuel Gerardo Monasterio y José Alberto Alfonsi en “Bases para un Nuevo Modelo de Nación"
En 1988 publicamos con J.A.Alfonsi, “Bases para un Nuevo Modelo de Nación”, cuya repercusión en el ambiente político “sólo” mereció la aprobación de Don Arturo Frondizi, quien a partir de aquel momento nos honró con su amistad y su apoyo, reforzando en nosotros el amor por el país, que podría haber encontrado un cauce más fecundo tanto en el caso de él, como en el de nosotros, sus discípulos.*(ver al final reproducción de la carta personal y autógrafa del Dr. Frondizi)
Decir que Argentina es un “país difícil”, es no decir nada. Todos los países son “difíciles”, porque la existencia humana siempre ha sido compleja, y más que compleja, complicada. Mayormente, por nuestra manera de ordenar –o desordenar- a nivel individual y social, ese atributo primordial y definitivo del ser humano, que es la obligación de elegir. Una capacidad de elección cuya extensión supera de manera radical y significante la de todos los demás mamíferos. En esa posibilidad de libertad radica el ser-hombre. Tal es el equívoco estigma que nos separa del mundo orgánico que conocemos.
En el universo no hay moral. La moral es una prerrogativa y una necesidad puramente humana. Y no podemos renunciar a construir nuestra moral. Nadie puede hacerlo por nosotros. Muchísimo menos la “naturaleza”, que no parece sentirse inclinada hacia ello en ninguno de sus aspectos.
Y es aquí donde las dificultades de Argentina adquieren un perfil particular y legendario.
Permítanme aclarar sin más dilación lo que entiendo por moral en este contexto, porque es muy simple, me refiero específicamente a los “usos y costumbres”.Son los usos y costumbres que hemos establecido como sociedad y que continuamos refrendando de una u otra manera con nuestro existir y hacer cotidiano, lo que hacen que Argentina sea, digámoslo de una vez, especialmente difícil.
Las comparaciones, aún más que odiosas, son imposibles. Las variables en juego son tan desemejantes -trasfondo genético racial, idioma, tradiciones culturales y religiosas, tipo de inmigración...- que no es posible comparar más que a “grosso modo”.
Dada la diversidad de factores en juego, a lo que me refiero es a una cierta “calidad de vida”. Pero ni aún esto puede ser analizado de una manera que resulte un concepto estable para todos los climas y latitudes.
¿Qué aspectos entrarían en juego para juzgar esta “calidad de vida”?
Otra vez, las variables son demasiadas como para poder ir más allá de vaguedades. Por un lado tenemos los productos, beneficios y “clima social general” accesibles a la gente, y por otro tenemos la diversidad humana de esa gente que difruta de todo aquello. Pero aún aquí, debemos intentar ser más precisos, porque aquellos “productos, beneficios y clima social general” son a su vez dependientes de la actividad y las elecciones cotidianas –a inmediato, mediano y largo plazo- que realiza la gente.
¿Qué podríamos entender, entonces, por “calidad de vida”?
Depende de cada grupo social específico.Y tampoco puede pretenderse que esa “calidad de vida” represente un concepto más preciso que lo que describe. Es, finalmente, una suerte de “sensación” que se establece en la gente a lo largo del día, de las semanas, de los meses y de los años.
Las sensaciones de “calidad de vida” difieren entre sí como lo hacen los distintos pueblos y culturas.Las expectativas al respecto, de un nativo ecuatoriano no son las mismas que las de un ciudadano alemán.El nativo de la selva de Ecuador –que dicho de paso, jamás se habrá planteado así tal cual el tema de “calidad de vida” porque este es, para empezar, un constructo de la civilización- necesitará para sentirse “más o menos bien” –finalmente hemos dado con una definición más concreta de “ calidad de vida”!-: acceso a sus lugares de caza, recolección y cultivo así como a cursos de agua potable; la posibilidad de poder continuar con las tradiciones de sus ancestros y un lugar más o menos protegido de las catástrofes naturales inevitables.
Es evidente que las necesidades del alemán, son más complejas –no por ello, ni mejores ni peores-.
En una palabra, son incomparables, salvo en la sensación más o menos continua que el alemán o el nativo ecuatoriano tengan a lo largo de los días, meses o años.
Me he extendido en estas disgresiones un tanto peregrinas, quizás, para ilustrar que, en general, se nos escurre la complejidad de los conceptos que utilizamos diariamente, por ejemplo, cuando decimos “calidad de vida”. Estamos diciendo mucho, pero nada en particular. La conclusión a la que quiero llegar en esta ocasión es que sólo podemos juzgar la “calidad de vida” como una “sensación”, una atmósfera psicobiológica que se percibe en un determinado ambiente social.
Pero haciendo la salvedad de tener en cuenta los distintos receptores posibles. Los seres humanos acostumbrados a la civilización pueden comparar esa “sensación”, porque participan de necesidades similares con otros “civilizados”, e igualmente le ocurre entre sí, a aquella gente que procede de comunidades nativas o “indígenas”.
Lo que me interesa es obesrvar lo que nos compete a nosotros, “ciudadanos” hijos de la civilización.
¿Cómo son las “sensaciones” de “calidad de vida” en Boston, en Madrid o en Buenos Aires?
¿Podemos comparar?Sí, podemos hacerlo.¿Cómo?Averiguando cual es la “sensación” cotidiana de “calidad de vida” que tiene un muestreo de gente lo suficientemente grande en términos estadísticos, tomada al azar, teniendo en cuenta –esto es muy importante- una cierta similitud de clases. Es fundamental, en este sentido, tener en cuenta que el muestreo más significativo será uno tomado en los llamados “sectores medios” de la población. ¿Por qué? Porque cuanto más nos vamos hacia los extremos, más iguales son las “sensaciones” de calidad de vida en todos los países. Si me acerco a los grupos humanos o sectores muy pobres de cualquier gran ciudad del mundo, la percepción de “pobre calidad de vida” se vuelve homogenea. Lo mismo ocurre con los sectores muy pudientes de cualquier ciudad del mundo. Crudamente –porque no es “tan así” en la vida real, pero sí lo suficiente- podemos decir que “la gente con mucho dinero vive muy bien en cualquier parte del mundo” y “la gente muy pobre vive muy mal en todas partes”.
Convengamos, entonces, que el sector cuya “opinión” más nos interesa a los fines que me propongo, es el de la llamada “clase media”-cualquier cosa que esto quiera decir y que en beneficio del tiempo disponible no analizaremos aqui-.
Ahora sí, podemos tener más precisiones, sin ninguna duda.
¿Cómo?
De una manera no muy científica, quizás, pero muy efectiva.Vaya uno a Boston y pregunte al azar a un número amplio de transeuntes, como es vivir en Boston, si se sienten a gusto con su ciudad, y en fin, toda una serie de preguntas que podrían ser elaboradas por un equipo de sociólogos expertos, pero no es para nada indispensable.Y así sucesivamente, con diversas ciudades hasta llegar a Buenos Aires.
¿Hay diferencias de “sensación” de calidad de vida” entre Boston, Madrid y Buenos Aires?
El ciudadano de Boston que se establece un tiempo lo suficientemente largo en Madrid, y visceversa, no notará ni remotamente las mismas diferencias en “calidad de vida” que sentiría en Buenos Aires. El tiempo, por supuesto, tiene que ser el suficiente como para comenzar a “sentirse parte de”. Los turistas, salvo que sean apaleados, robados o se intoxiquen gravemente, por su misma condición de difrute itinerante de lo exótico, la pasan más o menos bien o mal en todas partes.
¿Por qué la “sensación” de “calidad de vida” en Buenos Aires es como es?
Quien esto escribe, vivía hasta no hace mucho en las sierras del interior del país, donde residió durante aproximadamente catorce años.Cada vez que viajaba a Buenos Aires –mi ciudad natal- me encontraba con los mismos comentarios por parte de la gente:
“¿A qué viniste acá?
“¡Esto es un infierno!”
“Acá estamos todos locos”
“En esta ciudad no se puede vivir”
“Buenos Aires es un loquero imposible”
“Acá se vive muy mal, esto es un desastre”
“Qué suerte que tenés de vivir allá!”
La impresiones que recabé de estos comentarios son las siguientes:
En primer lugar, todos se quejaban en muy malos términos, de su lugar de residencia, es decir, de su "habitat", sin aporte positivo alguno, es decir, nada que incentivara a una acción tendiente a producir un cambio. En silencio, yo me preguntaba: ¿Si están tan, pero tan mal, qué les impide irse de Buenos Aires? ¿O acaso son inamovibles como árboles? De hecho, cuando comencé a sentir que mi “calidad de vida” no era la que podía tolerar allá donde vivía, volví para Buenos Aires, con todas las consecuencias –y no pocas- que ello implicó.
Y en segundo lugar, todos describían a Buenos Aires, como si ellos no perteneciesen a Buenos Aires, como si simplemente, Buenos Aires fuese algo que les “ocurría· independientemente de su voluntad, como si sólo la “sufrieran”, como si su actividad cotidiana, comenzando por esa crítica estólida e improductiva que ocupa el lugar y roba la energía para producir un genuino cambio-no tuviesen nada que ver para que Buenos Aires fuese precisamente eso que me describían....
¿Creen ustedes que eso es lo que escucharían normalmente en Boston o en Madrid?
Quien haya hecho la experiencia concreta en esas ciudades sabe que no es así.
Los problemas de Boston o Madrid son los inevitables de la condición humana. La enfermedad y la muerte, las pérdidas afectivas o los fracasos laborales o comerciales, nos acechan en todos lados. Y la mayor o menor inquietud existencial o metafísica, no se va a resolver mudándonos aquí o allá. Pero todo lo demás, aquello que sí podemos modelar y construir nosotros con nuestra capacidad humana de elegir responsablemente día a día y con visión de planificar hacia el futuro, es lo único que puede representar una diferencia.
En Argentina se vive a salto de mata.
Como mamíferos que somos, la menor o mayor “sensación” de “calidad de vida” está dada, de manera definitiva y más allá de toda discusión, por la continuidad extendida en el tiempo de una existencia cotidiana donde las variables de la convivencia social sean lo suficientemente estables. Es decir, lo que “mata” en Argentina es, esencialmente, la inestabilidad. Porque un poco de desorden, de espontaneidad, de imprevisión, resulta entretenido. Pero si es demasiado, deviene en caos y destrucción.Y en términos puramente biológicos, a esto lo llamó por primera vez Hans Selye, "Stress".
La mayor parte de los analistas han hablan de “inestabilidad” en lo económico.¿Es esto verdad?Sí que lo es.No pretendo volverme de manera completa a mi queridoTomás de Aquino, olvidando que después de él han venido Adam Smith, Ricardo, Marx, Weber y Pareto.Pero hasta aquí llega nuestra coincidencia. Porque lo que nosotros planteamos en el mencionado libro “Bases...”, es que la economía que se produzca depende de la moral que convivencialmente se establezca. ¿Verdad que parece una perogrullada?Parece mentira que luego de los maravilloso estudios realizados por un Werner Sombart, un Lewis Mumford, un Thorstein Veblen, un Alvin Gouldner o un Daniel Bell, tengamos que repetir estas verdades de a puño que son tan evidentes como que amaneció esta mañana.
Y la moral, son los usos y costumbres que establece una sociedad dada para su convivencia comunitaria.
Y hay “morales” que generan mayor “sensación” de “calidad de vida” y hay “morales” que tienden a menoscabar dicha “sensación”.
Mientras tanto, la angustia existencial y metafísica continuará en la medida de la particular percepción de cada uno. Pero seguro que la mayoría de la gente estará de acuerdo en que, con una mejor “calidad de vida” la percepción de “lo inevitable” se tolera muchísimo mejor.
Dentro de la “moral” entendida, como a los fines prácticos la he planteado, están esencialmente las obligaciones y derechos que una comunidad pacta como regla de convivencia generalizada.Más de una vez hemos dicho que, a nuestro entender, en Argentina se suelen enfatizar excesivamente los derechos en detrimento –a veces casi hasta con la tácita ausencia- de las obligaciones o deberes.
Estamos entrando en un tema vastísimo, que requeriría, mínimamente, no un artículo, sino quizás un par de volúmenes. Pero espero que el lector pueda recibir tan sólo mi invitación a repensar estos temas, que de eso se trata toda mi intención.
¿Qué son “valores”, para los argentinos?
Sobre todo aquellos “valores” que salen más allá de la esfera íntima y afectan lo social.Es aquí donde radica el núcleo –por lo menos uno de ellos, porque estamos hablando de una “célula” polinuclear- de nuestra problemática social cotidiana.
Nuestro libro “Bases para un Nuevo Modelo de Nación”, de 1988, giraba en torno al tema de la corrupción. De hecho, su objetivo ideal era servir a las generaciones jóvenes como incentivo en su búsqueda de un modelo comunitario a construir.
Pero, finalmente, ¿qué entendíamos y entendemos nosotros por "corrupción”?
Sencillamente, partimos de la concepción etimológica más elemental de dicha palabra, esto es “alterar la naturaleza de algo”.
“Alterar” significa en este contexto “hacer otro” es decir, trastocar. Pero antes que nada tenemos que ponernos de acuerdo en qué consideramos como “naturaleza” de eso de lo que estamos hablando, en este caso, del ciudadano como tal, como entidad social y comunitaria.Y es aquí donde radica el fenómeno que produce lo que genéricamente y sin análisis ni matices, llamamos vulgarmente “corrupción”. Porque más allá de todo lo que hablemos al respecto, es evidente que nuestro concepto de lo que debe ser un ciudadano, esto es, de la naturaleza dada de un ciudadano, es muy distino al que se concibe y se construye cotidianamente en Boston o en Madrid.
Si realmente tuviésemos clara una “naturaleza” del ciudadano, que no fuese la que tenemos, no podría seguir ocurriendo lo que acontece. No sería siquiera concebible. Y de hecho, el ciudadano de Boston, Madrid o Berlín, no consideraría ni siquiera como posibles actitudes que nosotros practicamos a diario. Pero sólo en razón de que su concepción de lo que es la “naturaleza” de un ciudadano, es completamente diferente a la nuestra.
Entonces, llegamos al final de este artículo, por lo menos, al final de la meditación que propongo.
Nosotros no tenemos, en realidad, un genuino problema de “corrupción”, en el sentido que todavía no hemos llegado a concebir la “naturaleza” de lo que es un ciudadano en términos semejantes a los de aquellas ciudades.
Para hablar de “corrupción· tendríamos que tener incorporada una “naturaleza” distinta de lo que consideramos la “naturaleza” de un ciudadano.
Por lo tanto, seguimos tolerando lo que toleramos, porque a pesar de todo nuestro discurso, sigue siendo nuestro concepto de lo “normal”. De lo contrario, nos resultaría instantáneamente intolerable y las cosas comenzarían a cambiar de inmediato, aquí y ahora. No en el proyecto, en lo sueños o en las promesas de escritores, artistas o políticos con necesidades eleccionarias.
No podemos quejarnos de la falta de responsabilidad de los políticos y funcionarios, es decir, no podemos quejarnos con autoridad, si no tenemos conciencia práctica de nuestra responsabilidad personal. Esperar que “ellos cambien” sin la participación activa que implica nuestro propio cambio, es como pararse frente a una huerta donde todavía no se ha plantado nada y esperar que los frutos y hortalizas comiencen a surgir por sí solos. Hay que arremangarse, preparar la tierra, poner la semillas y, FUNDAMENTALMENTE, regarlas todos los días.
Dejo librada a la capacidad asociativa del lector la tarea de equiparar la metáfora con nuestra existencia social cotidiana.
Manuel Gerardo Monasterio
Ciudad de Buenos Aires,11/9/2007
Manuel Gerardo Monasterio y José Alberto Alfonsi en “Bases para un Nuevo Modelo de Nación"
En 1988 publicamos con J.A.Alfonsi, “Bases para un Nuevo Modelo de Nación”, cuya repercusión en el ambiente político “sólo” mereció la aprobación de Don Arturo Frondizi, quien a partir de aquel momento nos honró con su amistad y su apoyo, reforzando en nosotros el amor por el país, que podría haber encontrado un cauce más fecundo tanto en el caso de él, como en el de nosotros, sus discípulos.*(ver al final reproducción de la carta personal y autógrafa del Dr. Frondizi)
Decir que Argentina es un “país difícil”, es no decir nada. Todos los países son “difíciles”, porque la existencia humana siempre ha sido compleja, y más que compleja, complicada. Mayormente, por nuestra manera de ordenar –o desordenar- a nivel individual y social, ese atributo primordial y definitivo del ser humano, que es la obligación de elegir. Una capacidad de elección cuya extensión supera de manera radical y significante la de todos los demás mamíferos. En esa posibilidad de libertad radica el ser-hombre. Tal es el equívoco estigma que nos separa del mundo orgánico que conocemos.
En el universo no hay moral. La moral es una prerrogativa y una necesidad puramente humana. Y no podemos renunciar a construir nuestra moral. Nadie puede hacerlo por nosotros. Muchísimo menos la “naturaleza”, que no parece sentirse inclinada hacia ello en ninguno de sus aspectos.
Y es aquí donde las dificultades de Argentina adquieren un perfil particular y legendario.
Permítanme aclarar sin más dilación lo que entiendo por moral en este contexto, porque es muy simple, me refiero específicamente a los “usos y costumbres”.Son los usos y costumbres que hemos establecido como sociedad y que continuamos refrendando de una u otra manera con nuestro existir y hacer cotidiano, lo que hacen que Argentina sea, digámoslo de una vez, especialmente difícil.
Las comparaciones, aún más que odiosas, son imposibles. Las variables en juego son tan desemejantes -trasfondo genético racial, idioma, tradiciones culturales y religiosas, tipo de inmigración...- que no es posible comparar más que a “grosso modo”.
Dada la diversidad de factores en juego, a lo que me refiero es a una cierta “calidad de vida”. Pero ni aún esto puede ser analizado de una manera que resulte un concepto estable para todos los climas y latitudes.
¿Qué aspectos entrarían en juego para juzgar esta “calidad de vida”?
Otra vez, las variables son demasiadas como para poder ir más allá de vaguedades. Por un lado tenemos los productos, beneficios y “clima social general” accesibles a la gente, y por otro tenemos la diversidad humana de esa gente que difruta de todo aquello. Pero aún aquí, debemos intentar ser más precisos, porque aquellos “productos, beneficios y clima social general” son a su vez dependientes de la actividad y las elecciones cotidianas –a inmediato, mediano y largo plazo- que realiza la gente.
¿Qué podríamos entender, entonces, por “calidad de vida”?
Depende de cada grupo social específico.Y tampoco puede pretenderse que esa “calidad de vida” represente un concepto más preciso que lo que describe. Es, finalmente, una suerte de “sensación” que se establece en la gente a lo largo del día, de las semanas, de los meses y de los años.
Las sensaciones de “calidad de vida” difieren entre sí como lo hacen los distintos pueblos y culturas.Las expectativas al respecto, de un nativo ecuatoriano no son las mismas que las de un ciudadano alemán.El nativo de la selva de Ecuador –que dicho de paso, jamás se habrá planteado así tal cual el tema de “calidad de vida” porque este es, para empezar, un constructo de la civilización- necesitará para sentirse “más o menos bien” –finalmente hemos dado con una definición más concreta de “ calidad de vida”!-: acceso a sus lugares de caza, recolección y cultivo así como a cursos de agua potable; la posibilidad de poder continuar con las tradiciones de sus ancestros y un lugar más o menos protegido de las catástrofes naturales inevitables.
Es evidente que las necesidades del alemán, son más complejas –no por ello, ni mejores ni peores-.
En una palabra, son incomparables, salvo en la sensación más o menos continua que el alemán o el nativo ecuatoriano tengan a lo largo de los días, meses o años.
Me he extendido en estas disgresiones un tanto peregrinas, quizás, para ilustrar que, en general, se nos escurre la complejidad de los conceptos que utilizamos diariamente, por ejemplo, cuando decimos “calidad de vida”. Estamos diciendo mucho, pero nada en particular. La conclusión a la que quiero llegar en esta ocasión es que sólo podemos juzgar la “calidad de vida” como una “sensación”, una atmósfera psicobiológica que se percibe en un determinado ambiente social.
Pero haciendo la salvedad de tener en cuenta los distintos receptores posibles. Los seres humanos acostumbrados a la civilización pueden comparar esa “sensación”, porque participan de necesidades similares con otros “civilizados”, e igualmente le ocurre entre sí, a aquella gente que procede de comunidades nativas o “indígenas”.
Lo que me interesa es obesrvar lo que nos compete a nosotros, “ciudadanos” hijos de la civilización.
¿Cómo son las “sensaciones” de “calidad de vida” en Boston, en Madrid o en Buenos Aires?
¿Podemos comparar?Sí, podemos hacerlo.¿Cómo?Averiguando cual es la “sensación” cotidiana de “calidad de vida” que tiene un muestreo de gente lo suficientemente grande en términos estadísticos, tomada al azar, teniendo en cuenta –esto es muy importante- una cierta similitud de clases. Es fundamental, en este sentido, tener en cuenta que el muestreo más significativo será uno tomado en los llamados “sectores medios” de la población. ¿Por qué? Porque cuanto más nos vamos hacia los extremos, más iguales son las “sensaciones” de calidad de vida en todos los países. Si me acerco a los grupos humanos o sectores muy pobres de cualquier gran ciudad del mundo, la percepción de “pobre calidad de vida” se vuelve homogenea. Lo mismo ocurre con los sectores muy pudientes de cualquier ciudad del mundo. Crudamente –porque no es “tan así” en la vida real, pero sí lo suficiente- podemos decir que “la gente con mucho dinero vive muy bien en cualquier parte del mundo” y “la gente muy pobre vive muy mal en todas partes”.
Convengamos, entonces, que el sector cuya “opinión” más nos interesa a los fines que me propongo, es el de la llamada “clase media”-cualquier cosa que esto quiera decir y que en beneficio del tiempo disponible no analizaremos aqui-.
Ahora sí, podemos tener más precisiones, sin ninguna duda.
¿Cómo?
De una manera no muy científica, quizás, pero muy efectiva.Vaya uno a Boston y pregunte al azar a un número amplio de transeuntes, como es vivir en Boston, si se sienten a gusto con su ciudad, y en fin, toda una serie de preguntas que podrían ser elaboradas por un equipo de sociólogos expertos, pero no es para nada indispensable.Y así sucesivamente, con diversas ciudades hasta llegar a Buenos Aires.
¿Hay diferencias de “sensación” de calidad de vida” entre Boston, Madrid y Buenos Aires?
El ciudadano de Boston que se establece un tiempo lo suficientemente largo en Madrid, y visceversa, no notará ni remotamente las mismas diferencias en “calidad de vida” que sentiría en Buenos Aires. El tiempo, por supuesto, tiene que ser el suficiente como para comenzar a “sentirse parte de”. Los turistas, salvo que sean apaleados, robados o se intoxiquen gravemente, por su misma condición de difrute itinerante de lo exótico, la pasan más o menos bien o mal en todas partes.
¿Por qué la “sensación” de “calidad de vida” en Buenos Aires es como es?
Quien esto escribe, vivía hasta no hace mucho en las sierras del interior del país, donde residió durante aproximadamente catorce años.Cada vez que viajaba a Buenos Aires –mi ciudad natal- me encontraba con los mismos comentarios por parte de la gente:
“¿A qué viniste acá?
“¡Esto es un infierno!”
“Acá estamos todos locos”
“En esta ciudad no se puede vivir”
“Buenos Aires es un loquero imposible”
“Acá se vive muy mal, esto es un desastre”
“Qué suerte que tenés de vivir allá!”
La impresiones que recabé de estos comentarios son las siguientes:
En primer lugar, todos se quejaban en muy malos términos, de su lugar de residencia, es decir, de su "habitat", sin aporte positivo alguno, es decir, nada que incentivara a una acción tendiente a producir un cambio. En silencio, yo me preguntaba: ¿Si están tan, pero tan mal, qué les impide irse de Buenos Aires? ¿O acaso son inamovibles como árboles? De hecho, cuando comencé a sentir que mi “calidad de vida” no era la que podía tolerar allá donde vivía, volví para Buenos Aires, con todas las consecuencias –y no pocas- que ello implicó.
Y en segundo lugar, todos describían a Buenos Aires, como si ellos no perteneciesen a Buenos Aires, como si simplemente, Buenos Aires fuese algo que les “ocurría· independientemente de su voluntad, como si sólo la “sufrieran”, como si su actividad cotidiana, comenzando por esa crítica estólida e improductiva que ocupa el lugar y roba la energía para producir un genuino cambio-no tuviesen nada que ver para que Buenos Aires fuese precisamente eso que me describían....
¿Creen ustedes que eso es lo que escucharían normalmente en Boston o en Madrid?
Quien haya hecho la experiencia concreta en esas ciudades sabe que no es así.
Los problemas de Boston o Madrid son los inevitables de la condición humana. La enfermedad y la muerte, las pérdidas afectivas o los fracasos laborales o comerciales, nos acechan en todos lados. Y la mayor o menor inquietud existencial o metafísica, no se va a resolver mudándonos aquí o allá. Pero todo lo demás, aquello que sí podemos modelar y construir nosotros con nuestra capacidad humana de elegir responsablemente día a día y con visión de planificar hacia el futuro, es lo único que puede representar una diferencia.
En Argentina se vive a salto de mata.
Como mamíferos que somos, la menor o mayor “sensación” de “calidad de vida” está dada, de manera definitiva y más allá de toda discusión, por la continuidad extendida en el tiempo de una existencia cotidiana donde las variables de la convivencia social sean lo suficientemente estables. Es decir, lo que “mata” en Argentina es, esencialmente, la inestabilidad. Porque un poco de desorden, de espontaneidad, de imprevisión, resulta entretenido. Pero si es demasiado, deviene en caos y destrucción.Y en términos puramente biológicos, a esto lo llamó por primera vez Hans Selye, "Stress".
La mayor parte de los analistas han hablan de “inestabilidad” en lo económico.¿Es esto verdad?Sí que lo es.No pretendo volverme de manera completa a mi queridoTomás de Aquino, olvidando que después de él han venido Adam Smith, Ricardo, Marx, Weber y Pareto.Pero hasta aquí llega nuestra coincidencia. Porque lo que nosotros planteamos en el mencionado libro “Bases...”, es que la economía que se produzca depende de la moral que convivencialmente se establezca. ¿Verdad que parece una perogrullada?Parece mentira que luego de los maravilloso estudios realizados por un Werner Sombart, un Lewis Mumford, un Thorstein Veblen, un Alvin Gouldner o un Daniel Bell, tengamos que repetir estas verdades de a puño que son tan evidentes como que amaneció esta mañana.
Y la moral, son los usos y costumbres que establece una sociedad dada para su convivencia comunitaria.
Y hay “morales” que generan mayor “sensación” de “calidad de vida” y hay “morales” que tienden a menoscabar dicha “sensación”.
Mientras tanto, la angustia existencial y metafísica continuará en la medida de la particular percepción de cada uno. Pero seguro que la mayoría de la gente estará de acuerdo en que, con una mejor “calidad de vida” la percepción de “lo inevitable” se tolera muchísimo mejor.
Dentro de la “moral” entendida, como a los fines prácticos la he planteado, están esencialmente las obligaciones y derechos que una comunidad pacta como regla de convivencia generalizada.Más de una vez hemos dicho que, a nuestro entender, en Argentina se suelen enfatizar excesivamente los derechos en detrimento –a veces casi hasta con la tácita ausencia- de las obligaciones o deberes.
Estamos entrando en un tema vastísimo, que requeriría, mínimamente, no un artículo, sino quizás un par de volúmenes. Pero espero que el lector pueda recibir tan sólo mi invitación a repensar estos temas, que de eso se trata toda mi intención.
¿Qué son “valores”, para los argentinos?
Sobre todo aquellos “valores” que salen más allá de la esfera íntima y afectan lo social.Es aquí donde radica el núcleo –por lo menos uno de ellos, porque estamos hablando de una “célula” polinuclear- de nuestra problemática social cotidiana.
Nuestro libro “Bases para un Nuevo Modelo de Nación”, de 1988, giraba en torno al tema de la corrupción. De hecho, su objetivo ideal era servir a las generaciones jóvenes como incentivo en su búsqueda de un modelo comunitario a construir.
Pero, finalmente, ¿qué entendíamos y entendemos nosotros por "corrupción”?
Sencillamente, partimos de la concepción etimológica más elemental de dicha palabra, esto es “alterar la naturaleza de algo”.
“Alterar” significa en este contexto “hacer otro” es decir, trastocar. Pero antes que nada tenemos que ponernos de acuerdo en qué consideramos como “naturaleza” de eso de lo que estamos hablando, en este caso, del ciudadano como tal, como entidad social y comunitaria.Y es aquí donde radica el fenómeno que produce lo que genéricamente y sin análisis ni matices, llamamos vulgarmente “corrupción”. Porque más allá de todo lo que hablemos al respecto, es evidente que nuestro concepto de lo que debe ser un ciudadano, esto es, de la naturaleza dada de un ciudadano, es muy distino al que se concibe y se construye cotidianamente en Boston o en Madrid.
Si realmente tuviésemos clara una “naturaleza” del ciudadano, que no fuese la que tenemos, no podría seguir ocurriendo lo que acontece. No sería siquiera concebible. Y de hecho, el ciudadano de Boston, Madrid o Berlín, no consideraría ni siquiera como posibles actitudes que nosotros practicamos a diario. Pero sólo en razón de que su concepción de lo que es la “naturaleza” de un ciudadano, es completamente diferente a la nuestra.
Entonces, llegamos al final de este artículo, por lo menos, al final de la meditación que propongo.
Nosotros no tenemos, en realidad, un genuino problema de “corrupción”, en el sentido que todavía no hemos llegado a concebir la “naturaleza” de lo que es un ciudadano en términos semejantes a los de aquellas ciudades.
Para hablar de “corrupción· tendríamos que tener incorporada una “naturaleza” distinta de lo que consideramos la “naturaleza” de un ciudadano.
Por lo tanto, seguimos tolerando lo que toleramos, porque a pesar de todo nuestro discurso, sigue siendo nuestro concepto de lo “normal”. De lo contrario, nos resultaría instantáneamente intolerable y las cosas comenzarían a cambiar de inmediato, aquí y ahora. No en el proyecto, en lo sueños o en las promesas de escritores, artistas o políticos con necesidades eleccionarias.
No podemos quejarnos de la falta de responsabilidad de los políticos y funcionarios, es decir, no podemos quejarnos con autoridad, si no tenemos conciencia práctica de nuestra responsabilidad personal. Esperar que “ellos cambien” sin la participación activa que implica nuestro propio cambio, es como pararse frente a una huerta donde todavía no se ha plantado nada y esperar que los frutos y hortalizas comiencen a surgir por sí solos. Hay que arremangarse, preparar la tierra, poner la semillas y, FUNDAMENTALMENTE, regarlas todos los días.
Dejo librada a la capacidad asociativa del lector la tarea de equiparar la metáfora con nuestra existencia social cotidiana.
Manuel Gerardo Monasterio
Ciudad de Buenos Aires,11/9/2007
10.9.07
Metaphysique sexuelle
yo-tú
(Noche Oscura del Alma)
yo,
poeta de mierda,
contemplo el horror
entre tus piernas.
tú,
puta vieja,
intuyes que no hay más
horror que mis ojos:
estrellas tal vez,
o lagunas enfermas.
Y te corres de risa
con tu cara tan seria
y tus ojos golosos
y tu sexo voraz,
y piadoso.
yo,
que te hablo
de muerte y poesía.
tú,
que sólo piensas
en mi lengua
machacando
tus rodillas
y en que suba
un poco más.
yo,
que te imploro:
"Nos estamos muriendo!"
tú,
que más caliente
que otras veces
te has vuelto más paciente,
sollozas conmigo
mientras acabas otra vez
entre llantos y gemidos
de puro placer.
yo,
que te repito:
"Estamos muertos!"
tú,
que te cagas en mi padre
sin decir una palabra
y me miras piadosa
con tus cuencas dulzonas
donde bailan melosos
tus ojillos sensuales
de puta hermosa,
de puta ardiente
y gozosa como mi muerte.
yo te aseguro
que tú no existes.
Maldita nada caliente,
hembra trágica y divina,
deliciosa putilla intrascendente.
yo-tú sabemos
que yo existo
todavía menos.
Del libro "Los papeles de Alexis"
El Tepozteco
me horada
con sus ojos absurdos
-no más vanos
que mis ojos-
¿Qué me dices.
Tepozteco??
Alexis te saluda,
Alexis,
poeta loco,
poeta idiota,
y si no redundamos
nada más que poeta.
Tepoztlán
imposible.
Lo que más
aborrezco
son tus aires
sin tiempo.
Sentir que camino
sobre un dios vivo todavía
y saber que su vida palpita
mucho más que la mía.
Tepoztlán
abominable.
No soporto
la presencia
de tu mosntruo
vigilante.
¿O acaso mi paranoia
te ha puesto la mirada,
Tepozteco de piedra
que lo ves todo
porque no ves nada.
Tepozteco de mierda
que me sometes
a recordarte
sin término
en la mirada!
Tepoztlán
maravilloso.
Habrás de perdurar
ante mis ojos
más allá de mi piedra humana!
Cuánto más dura!
Cuánto más vana
que la tuya,
mi Señor Tepozteco!
Tepoztlán, 28/3/1979
De mi libro "Los papeles de Alexis"
me horada
con sus ojos absurdos
-no más vanos
que mis ojos-
¿Qué me dices.
Tepozteco??
Alexis te saluda,
Alexis,
poeta loco,
poeta idiota,
y si no redundamos
nada más que poeta.
Tepoztlán
imposible.
Lo que más
aborrezco
son tus aires
sin tiempo.
Sentir que camino
sobre un dios vivo todavía
y saber que su vida palpita
mucho más que la mía.
Tepoztlán
abominable.
No soporto
la presencia
de tu mosntruo
vigilante.
¿O acaso mi paranoia
te ha puesto la mirada,
Tepozteco de piedra
que lo ves todo
porque no ves nada.
Tepozteco de mierda
que me sometes
a recordarte
sin término
en la mirada!
Tepoztlán
maravilloso.
Habrás de perdurar
ante mis ojos
más allá de mi piedra humana!
Cuánto más dura!
Cuánto más vana
que la tuya,
mi Señor Tepozteco!
Tepoztlán, 28/3/1979
De mi libro "Los papeles de Alexis"
6.9.07
"En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental como ese Adán de polvo era el Adán de sueño que las noches del mago habían fabricado. "
Jorge Luis Borges, "Las Ruinas Circulares"
"Y los dioses, acuciados por un tedio inmarcesible, con polvo de estrellas amasaron al Golem"
Manuel Gerardo Monasterio en "La Historia Oculta del Hombre"
I
Tus ojos son el trágico
anticipo del incendio.
Susurro cruel y mágico,
delirio y sortilegio.
Tus ojos son la ruina,
abismo sin remedio.
Reflejo de una cima
nubosa en el recuerdo.
Habré de sucumbir
antes tus ojos
para volver a comenzar,
para reunir los despojos
después que sobrevenga
la noche inexorable.
II
No existes y ahora
sin embargo te contemplo.
Transitas la senda nebulosa
al borde funesto del ensueño.
No eres y a pesar
de la muerte completa
que te envuelve
sobrevives tercamente.
Sombra de nada.
Espejismo imposible
que con fuerza invencible
de lo absurdo me anonada.
Quizá mañana tú despiertes
y yo desaparezca.
III
Jamás he visto
espanto más hermoso
que tus ojos.
En ellos el horror
se viste de princesa
y baila en resplandor
de múltiples estrellas.
En ellos el abismo
se torna dulce herida
y es honda y dolorosa
mas hermosa la caída.
Podré morir acaso
contemplando tus ojos?
O acaso he estado muerto
hasta encontrarme en ese Pozo?
Mañana, muerto,
o incluso renacido,
sabré cuál es el precio
del trágico desvío.
IV
Sólo esiste
si acaso
la doncella.
Rosa sin mácula
ni huella
que el deseo
pueda hollar.
Ella,
la siempreviva
y estérilmente bella
pues no hay ojo
que la pueda contemplar.
En mi ceguera infinita,
tan sólo en mi edénica ceguera
se ha podido reflejar.
Y una luz sin pausa
desde entonces palpita
en mis trémulas cuencas,
como una voz en una cripta.
V
Nadas prisionera en el estanque
incierto de la suerte,
y acaso tu linaje de Princesa
te libre finalmente de la muerte.
La espada diurna
no habrá de hallarte
ni el noctámbulo deseo
podrá encontrate.
Intacta quedarás
para mis ojos solamente,
en claro resplandor ardiendo siempre.
Intacta vivirás,
en impávido fulgor incandescente,
Luminosa Princesa de mi mente.
VI
Mi deseo solitario y avariento
te ha creado dulcemente.
Soy tu vida y tu sustento
y Tú la luz sobre mi frente.
Avido de ti y estremecido,
contemplo mi horror enamorado
y encuentro la noche y el olvido
entre tus senos luminosos y añorados.
Vives dentro de mis ojos
y no podrás partir.
Será mi vida tu cerrojo.
Quien sabe cuando muera
te otorgue vida al fin
y Tú me sobrevivas.
VII
Cuando yo muera,
finalmente,
tu alma despeñada
conocerá el oprobio
luminoso de vivir.
Añorarás aquella muerte
y sabrás entonces por qué deseé,
mezquino, protegerte,
salvarte de vivir.
Cuando yo muera
me odiarás eternamente.
Quizás entonces
-como yo aquél día-
vencida por tu hastío
invoques compañía.
Me inventes nuevamente.
Y volvamos al ensueño
invencible de la mente
donde vida y muerte
son un solo laberinto.
De mi libro "Los Papeles de Alexis"
tu alma despeñada
conocerá el oprobio
luminoso de vivir.
Añorarás aquella muerte
y sabrás entonces por qué deseé,
mezquino, protegerte,
salvarte de vivir.
Cuando yo muera
me odiarás eternamente.
Quizás entonces
-como yo aquél día-
vencida por tu hastío
invoques compañía.
Me inventes nuevamente.
Y volvamos al ensueño
invencible de la mente
donde vida y muerte
son un solo laberinto.
De mi libro "Los Papeles de Alexis"
5.9.07
"Tan sólo la inclemencia
De atravesar la red
Sin presentar batalla
Muerta de la venganza la sed
Quedan las asechanzas
De siglos de matanzas:
La “vida” como lugar
Del sacrificio ritual
Donde se “muere” al alma
He de acabar conmigo bien al alba
Antes que los aspiradores de sangres
Comiencen su masacre:
Despertarse es la clave
El hombre pasajero
Que se llama roberto
Les regala sus huesos
Entonces ya habré “ido”
Donde no llega el arma:
De mí no sabrán nada
Como sola evidencia
Cuando quieran hallarme
Tendrán esta mortaja"
José Alberto Alfonsi, Poeta y pensador argentino, nacido en Punta Alta, Provincia de Buenos Aires, a principio de los años cincuenta.
Completamente inédito.
Dueño de un estilo algo hermético, pero jamás confuso.
Su poesía -Original, prácticamente sin influencias- está casi toda ella dedicada a relatar el duro oficio de la Auto-indagación, de una manera absolutamente comprometida y sin concesiones.
No me gusta la gente ni los animales y Dios ya me está cansando
“Me preguntas por qué soy agnóstico, por qué no incluyo a Dios en mis expectativas?
Y no lo incluyo por dos motivos que te comentaré a continuación:
Todo lo que he amado, todo lo que amo, si no ha desaparecido va en camino de desaparecer de manera inexorable.
¿Puede Dios evitar este fenómeno aparentemente natural?
Si Dios no puede concederme que lo que amo –empezando por mi mismo-no desaparezca. ¿Para qué necesito incluir a Dios en mi vida?
Este es el primer motivo, vamos ahora al segundo.
Si todo lo que amo, comenzando por mí mismo, no estuviese desaparecido o en vias de desaparecer, finalmente el hastío, un hastío más intolerable aún que la sensación de pérdida inminente, lo invadiría todo de una manera insoportable. De tal manera que, si todo lo que amo viviese eternamente –empezando por este "yo" que algunas veces ya me resulta aborrecible- buscaría en algún hipotético momento la manera de de matarlo o hacerlo desaparecer.
¿Podría Dios hacer, primero, que lo que amo esté conmigo para siempre y segundo que no me hastiase yo nunca de lo que amo en una eventual –e inconcebible para mí- eternidad?
Esas dos cosas serían para lo único que necesitaría incluir a Dios en mi vida, para todo lo demás, me arreglo solo.
Si Dios no puede hacer eso, entonces Dios está tan jodido como yo, y me resta tan solo darle un abrazo, recibirlo como a un hermano e invitarlo a tomar una copa conmigo!"
De la novela de Manuel Gerardo Monasterio, "Das Stockholm-Syndrom", cuando Pierre, le confiesa a Julio César Rojas las razones de su agnosticismo
4.9.07
Mi tema favorito de Vinicius, cantado por él y Maria Creuza en vivo, si no me equivoco debe ser en La Fusa, Buenos Aires.
No he encontrado versiones en video de mis otros favoritos -Ai quem me dera y Canto e Contraponto-y este en realidad es un video casero, pero no está mal.
Creo que para todos aquellos que además de a la poesìa nos hemos asomado asimismo a la composición de canciones, este tema de Vinicius es una especie de "Sumum" en cuanto a temas de amor se refiere.
Vinicius en vivo con Tom Jobim, pareciera que grabado en Italia, ya con el Maestro casi en el final de su vida terrestre. La versión de este tema no será la mejor que grabó Vinicius, hay desde ya mejores, pero otra vez, lo que vale es el documento. Cabe agegar que este tema vio la luz por primera vez en la película Orfeo Negro.
Como detalle observen ustedes la manera casual, completamente sin efectismos con que Vinicius le pregunta a Tom Jobim si se acuerda del tema! Y el respeto con el que Tom Jobim le contesta. Es imposible que el pianista no se acuerde, pero la naturalidad y la humildad que transmite toda la escena son maravillosas!
Cuántos artistas menores no vemos hoy jactándose vaya a saber uno de qué!
Y cuánta sencillez en este verdadero y gran Artista!
Vinicius en vivo recitando su célebre soneto que solía intercalar en una de sus más bellas canciones (Eu Sei Que Vou Te Amar)cuyo final sigue a continuación
Su texto en castellano:
De todo, a mi amor estaré atento
Antes, con tal celo, y siempre y tanto
Que -aún enfrentando el mayor encanto-
Más ha de encantarse mi pensamiento.
Quiero vivirlo en cada vano momento
Y en su honor esparcir mi canto
Y reír mi risa y derramar mi llanto
Con su pesar, con su contento.
Y así, cuanto más tarde me procure
Quién sabe la muerte, angustia de quien vive,
Quién sabe la soledad, fin de quien ama,
Pueda decirme del amor (que tuve):
Que no sea inmortal, puesto que es llama,
Pero sí infinito, por cuanto dure.
2.9.07
Hay actividades que los hombres ejercitamos con fruición, sin darnos cuenta de los nefastos efectos que producen. De estas actividades, la más sobrevaluada, es sin lugar a dudas, vivir. Vivir es la más insalubre de las actividades, y sin embargo, cuenta con pocos enemigos. Está probado que es el más lamentable de los vicios,ya que, el practicarlo de manera continua e inninterrumpida, acarrea inevitablemente la muerte.
De mi libro "El Nudo Desnudo"
De mi libro "El Nudo Desnudo"
1.9.07
Hermoso dibujo animado ruso con subtítulos en inglés.
En realidad, no hace falta entender nucho de ninguno de los dos idiomas.
El Título del dibujito es: "Por ninguna razón en particular", y ese maravilloso y Mágico mensaje se repite de un protagonista a otro.
Bellas ilustraciones, música delicada y delicioso mensaje ofrecido con la mayor simplicidad y economía de recursos.
Mushotoku: sin ánimo ni espíritu de provecho personal, lo que Taisen Deshimaru -uno de los últimos grandes maestros de la Escuela Soto del Zen- nos mostraba como la via regia para la paz y la felicidad.
Los cientificistas, agnósticos o ateos, pretender saber lo que hay -o no hay-después de la muerte. Para ellos: nada.
Los religiosos son mucho más elocuentes y descriptivos,cada uno según su fe particular.
¿Por qué la mayoría de la gente pretenderá saber acerca de lo que hay "después"?
¿Acaso saben qué es lo que había antes de "llegar" aqui?
Todo el mundo parace tener horror -no sólo en este tema, sino en todos los temas en general- por pronunciar esas dos certeras, elementales, inevitables y fidedignas palabras que definen en realidad, la casi totalidad de que lo somos. Como si la pronunciación de esas dos escuetas sílabas significase el final de un respeto y una credibilidad que nadie posee en la medida que cree.
Dos pequeñas sílabas trascendentales y maravillosamente fecundas, ya que ellas y sólo ellas nos abren la puerta hacia aquello desconocido que nos librará de la ominosa mecanicidad, la abominable automaticidad de la estulta repetición que representa nuestro "ser en el mundo":
"No sé"
De mi libro "El Nudo Desnudo"
Los religiosos son mucho más elocuentes y descriptivos,cada uno según su fe particular.
¿Por qué la mayoría de la gente pretenderá saber acerca de lo que hay "después"?
¿Acaso saben qué es lo que había antes de "llegar" aqui?
Todo el mundo parace tener horror -no sólo en este tema, sino en todos los temas en general- por pronunciar esas dos certeras, elementales, inevitables y fidedignas palabras que definen en realidad, la casi totalidad de que lo somos. Como si la pronunciación de esas dos escuetas sílabas significase el final de un respeto y una credibilidad que nadie posee en la medida que cree.
Dos pequeñas sílabas trascendentales y maravillosamente fecundas, ya que ellas y sólo ellas nos abren la puerta hacia aquello desconocido que nos librará de la ominosa mecanicidad, la abominable automaticidad de la estulta repetición que representa nuestro "ser en el mundo":
"No sé"
De mi libro "El Nudo Desnudo"
Broken man
Estudiar al hombre “normal” jamás ha aportado nada relevante. Es como intentar sacar información dialogando con una piedra. La prueba la tenemos en que todos los que han logrado sacarle alguna información al homínido “sospechoso”, lo han conseguido observando e investigando al llamado “espécimen patológico”: enfermos mentales, desviados, monstruos, esperpentos y ejemplares fallados.
En mis "Cuadernos de Antroposíntesis", hace muchos años, describí este proceso de investigación como “La alegoría del muñeco o juguete roto”.
Supongamos que tenemos un muñequito mecánico, un hermoso y sofisticado juguete que hace un montón de cositas irrelevantes pero entretenidas. Y no sabemos como diablos funciona. La curiosidad nos supera. ¿Y qué hacemos entonces? Lo abrimos, y un poco, lo rompemos, para lograr tal objetivo. Es lo que suelen hacer las criaturas inquietas con sus juguetes interesantes.
Y ya tenemos lo que llamo el muñeco roto.
Sigmund Freud, Carl Gustav Jung, Wilhelm Reich, Alfred Korzybski, Gregory Bateson, Ronald Laing, e incluso Foucault, tienen algo en común al respecto: sus hallazgos más fecundos fueron realizados observando a personas llamadas “patológicas. El espécimen de excepción para este tipo de investigaciones es, sin duda, el esquizofrénico. Lo que podríamos llamar un “juguete bien roto”, es decir, no un juguete “un poquito abierto” como el neurótico, sino un juguete cuyo mecanismo está todo a la vista. El individuo llamado “normal” es un artilugio compacto, una unidad sellada. Su mecanicidad se manifiesta imperturbable a todos los fines de una investigación fecunda en datos que sean relevantes para averiguar qué es exactamente lo que bulle debajo de toda esa aparente nanidad automatizada.
El individuo llamado “normal” no es una amenaza ni un peligro para el estado...ni para los dioses.
Pero un Hölderlin, un Lautremont, un Artaud, con los tendones y las arterias mentales a la vista, son algo completamente diferente. O incluso un asesino aberrante como Pierre Riviere, en cuya investigación se ufana mi calvo amigo Foucault, que fue algo más que un brillante expositor filosófico, y que, como he dicho más de una vez , rozó de manera inquietante diversos bordes del círculo donde los hombres nos encontramos, y no casualmente, atrapados.
El “loco”, el “anormal” el “monstruo”, está mostrando impúdicamente las desnudeces del abismo que se oculta en todos nosotros. Quizás nuestro abismo original y originario.
Pero el problema investigativo que se plantea, es que un individuo más o menos “normal” no puede sacar gran cosa de la observación de esas “impudicias” que quiebran salvajemente el flujo mecánico de la normalidad. Para lograr que el panorama a la vista no sea más que una piezas desparramadas aquí y allá, interesantes y llamativas quizás, pero vistas como incomprensibles o inútiles; para que el escenario adquiera un significado orgánico y conducente, el investigador a su vez tiene que “abrirse” un poco él mismo, es decir, romperse él mismo como juguete. Porque los elementos que le darán la capacidad de comprender lo que está pasando en el interior del “juguete roto” están disponibles para él, unicamente en la medida en que él también los observe desde la perspectiva de “juguete abierto o roto”. Los riesgos que esto implica son la explicación de que haya tan poca información. ¿Cuántos investigadores están dispuestos a emprender semejante proceso de - en cierta manera- auto-destrucción?
Alan Watts emprenderá esa tarea a través del LSD o la mescalina. Terence McKenna lo hará utilizando el “abrelatas” de la psilocibina, útil herramienta que encontrará escondida en la Stropharia, los honguitos a los que era tan afecto.
¿Producen las mescalina, el LSD, el DMT o la psilocibina alucinaciones realmente? ¿O acaso gatillan receptores peptídicos que sacan a luz información que se encuentra en realidad en el propio cerebro, en el propio sistema nervioso, en el propio cuerpo que esconde misterios tremendos y anonadantes?
En la glosolalia de la psicosis o en las visiones producidas por efecto de los psicotrópicos “enteógenos”, puede haber más fecundidad de datos explicativos que en las meras descripciones topológicas a las que inevitablemente se ve reducida la “ciencia normal”.
Y también en las aberraciones de los asesinos seriales, de los sadomasoquistas extremos, y por qué no, incluso asimismo en las experiencias tenidas como místicas de muchos de los “santos” que gozaban sufriendo porque SENTIAN que eso era lo que Dios quería –¿y necesitaba?-de ellos, podemos encontrar vislumbres inquietantes acerca de nuestro verdadero origen.
Compartimos el 97% del ADN con los gorilas. El otro 3% no llama la atención de los “científicos” como para comenzar a especular uniendo todos la ENORME cantidad de evidencia repartida a través de la historia, los textos religiosos, las alegorías, mitologías y experiencias cotidianas. Siguen hablando todavía del eslabón perdido, cuando lo que han perdido –en realidad no lo han tenido nunca- es el hilo de Ariadna que conduciría rápidamente a algunas realidades que, seguramente, acabarían rápidamente con la “normalidad” de la mayoría de la gente.
Finalmente, lo que comienza a salir a la luz, ya de manera inevitable, es que nosotros somos el Golem.
Der Golem, Escultura de
Eskorte fragile
y
Poster de la antigua película alemana
"Der Golem"
Manuel Gerardo Monasterio
Ciudad de Buenos Aires,
Jardines de Pometeo,
1 de Septiembre de 2007
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