2.10.24

 Vamos de vuelta con esta notita ya republicada .

Porque es una vergüenza que esta sociedad se autodenomine "occidental y cristiana".
Esto lo publiqué en mi extinto sitio www.foroplanetario.com.ar en Marzo de 2006, pero creo que viene bien repetirlo de vez en cuando.
Creo que es oportuno volver a publicarlo, vista la enorme confusión que parece persistir alrededor de lo que se considera "cristiano".
El automatismo y la mecanicidad de quienes se autodenominan "cristianos -de cualquier denominación establecida- llega a niveles que son difíciles de comprender. Pero así están las cosas.
El mensaje evangélico. por lo menos para quien esto escribe, es clarísimo y no deja lugar alguno a dudas con respecto a cómo debe ser la conducta, la actitud, y esencialmente el Espíritu vivo de cualquier aspirante al discipulado en Cristo.
Sin más preámbulos, sigue el artículo.
“Debemos convertirnos en el cambio que deseamos ver”
Gandhi
Si tuviera que definir hoy, de manera sucinta el Cristianismo Radical, diría que es la militancia del Amor.
Y digo “hoy”, porque esta definición está sujeta a la necesidad de los tiempos.
Desde ya que el Amor está más allá de categorizaciones tales como “militancia”, pero la índole convivencial de la época obliga a relativizar de manera creativa.
No basta una “bondad” nominal que se limite a una pasividad hedonista, hay que ser-estar activos en el bien. Y entendiendo la dificultad humana de poder distinguir fehacientemente lo que es verdaderamente bueno de lo que es verdaderamente malo, voy a definir asimismo lo que entiendo por “ser activo en el bien” dentro del contexto específico al que me refiero. Es, simplemente, estar atento a las necesidades del otro.
“Si no encuentras a Dios en la próxima persona a la que ves, no tiene sentido que lo busques en ningún otro sitio”
Gandhi
El Cristianismo original, como toda actividad adulta de la consciencia, es una práctica de Renuncia. Resulta absurdo, por lo tanto, pretender conciliar el capitalismo con la práctica evangélica, ya que son antinómicos por definición. Una es la Entrega en el amor y en la renuncia al yo, mientras que el otro es el despojamiento del prójimo para el usufructo personal. Que haya que volver a decirlo una y otra vez no hace más que enfatizar el estado de pauperización, no ya espiritual, sino psicológica, de la humanidad contemporánea.
“¿Qué pienso de la civilización occidental? Que sería una buena idea.”
Gandhi
El Cristianismo Radical debe ser militante porque el consumismo capitalista lo es en un sentido diametralmente opuesto. El “evangelio” del consumismo se impone con fuerza de ley mediante todos los poderes tecnológicos de la sociedad establecida. El orden capitalista tecnocrático propone como normas de vida cotidiana, entre otras:
1- La búsqueda indiscriminada de la propia satisfacción personal hasta los límites que la “legalidad” permita –establecida esta según los cánones del mismo sistema con todos los artilugios siempre al servicio del más astuto-
2- Ver en el prójimo, esencialmente, un objeto de satisfacción para la propia codicia a ser explotado mediante toda forma disponible de sugestión, manipulación o propaganda
3- La manipulación psicológica colectiva mediante palabras “mágicas” como “libertad” o “democracia”, aunque estas se encuentren muchas veces vaciadas de significado y sean en realidad el vehículo para una mejor y más sutil explotación del prójimo
4- La creciente manipulación infantil para convertir al hombre desde la edad más temprana posible en un objeto más al servicio de las necesidades de la codicia consumista
5- La depauperación creciente de la propia capacidad de autogestión mediante toda suerte de organizaciones políticas y pseudo-educativas que hacen al hombre cada vez más ignorante y dependiente de estructuras burocráticas sin alma en las que todos terminamos convertidos en inermes engranajes
6- La destrucción del pudor y de la intimidad erótica en aras de la promoción de una pornografía sin límites a la hora de alentar una imagen del hombre y la mujer como meros objetos de satisfacción genital o comercial sin necesidad de intermediación alguna del afecto o del amor
Todo ello difundido, impuesto y publicitado en nombre de la “libertad” y de la “democracia”, con la evidente intención de tachar de “antidemocrático”, “totalitario” o “fascista” a cualquiera que pretenda poner en tela de juicio las bondades de semejante sistema de vida.
Ante tamaño despropósito de aspiraciones globales, ¿puede hablarse de un verdadero cristianismo que se permita la blandura de no actuar de manera militante?
Y no hablo de moral, sino de Presencia.
Y no hablo de teoría, sino de Praxis.
Y utilizo esta última palabra tan cara para los intelectuales marxistas con toda la intención, ya que estoy entre los que creen, como propuso el gran Jacques Maritain, que “el marxismo es la última herejía del cristianismo”. Y desde ya considero que el marxismo, como moral, es muchísimo más cercano al cristianismo, como moral, de lo que jamás podrá serlo el capitalismo, tanto en sus formas primitivas como en las más avanzadas.
“Hay siete pecados en el mundo: la riqueza sin trabajo; el placer sin consciencia; el conocimiento sin carácter; el comercio sin moralidad; la ciencia sin humanidad; la devoción sin sacrificio y la política sin principios”
Gandhi
La práctica original del cristianismo está indisolublemente unida a la solidaridad. La práctica de la compasión en la convivencia cotidiana representa el núcleo del ser-cristiano, no el mero ritual o el fariseísmo , puntualmente abominados por Jesucristo.
Sin compasión no hay cristianismo.
Sin solidaridad no hay cristianismo.
Sin Renuncia no hay cristianismo.
Ser Hombre, es difícil.
Ser Cristiano, es difícil.
“Fácil”, es despeñarse por un precipicio como animales embotados.
El Amor es la armonía convivencial con las necesidades del devenir psicobiológico del prójimo.
Y esto es el Cristianismo Radical.
Manuel Gerardo Monasterio
 

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