Cuando un niño comienza a tener pretensiones de saber, comienza para él el sendero de las penurias sin fin. Hay que ser como un niño anterior a esa desgracia, mirando todo con el asombro de la casi total ignorancia. Nos hemos abismado, a nosotros mismos y al mundo entero, por nuestra estúpida pretensión de conocimiento.
Una Vida Inocente es una mirada de asombro permanente. En esa Inocencia todo es Nuevo, todo es maravilloso. Nosotros y los otros somos un maravilloso misterio en el que nos sumergimos con alegría y sin expectativas.Hemos creado miseria y sufrimiento por doquier por aspirar a algo más que una comida suficiente para el día y un cobijo cálido para la noche.
Nos hemos complicado tanto en nuestra ilusión que no podemos ver lo simple que son en realidad las cosas, y lo maravilloso que sería compartir, día a día, esa brevedad más que suficiente con nuestro prójimo y el resto de las criaturas vivientes.
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