Para entender a Milei hay que ir al principio y ver de dónde salió.
Hijo del rechazo paterno, del insulto y la deprecación, y la constante deslegitimación. Con una madre que consentía el maltrato paterno y una hermana que se convirtió en su único refugio.
Ante este tipo de panorama la víctima tiene tres posibilidades: la más profunda y menos encontrada es trascender la dicotomía de los extremos y ascender hacia un plano de consciencia genuinamente superior. Pocos seres humanos alcanzan esta dimensión. Las opciones más usuales son, huir al otro extremo de la imagen parental odiada, o dar un giro completo para terminar convirtiéndose en lo que a uno lo atormentó. Este fue el camino de Milei. El dinero y el poder, los valores amados por su padre, se convirtieron en los dioses de Javier Milei.
Para Milei los grandes empresarios y los multimillonarios, son los héroes de la humanidad. El resto no merece respeto, porque el resto es el símbolo del niño Milei, que hizo suyo el desprecio de su progenitor, despreciándose a sí mismo en esa figura infantil odiada por el padre y transformándose en un monumento de insensibilidad movido únicamente por el amor a un nuevo sí mismo cruel y despiadado.
El renovado Milei adulto se considera lo más grande de la humanidad, algo que proclama a viva voz casi todos los días, con un desparpajo y una inconsciencia que desafían la razón.
No hace falta ser un profesional de la salud mental para darse cuenta de que a Milei le faltan algunos jugadores y definitivamente tiene varios patitos ladeados.
Así vemos como insulta a presidentes extranjeros a diestra y siniestra, y al último, Pedro Sánchez, lo agrede gratuitamente en su propio país estando de visita, sólo para imponer su relato y ser vitoreado por sus amigos de la ultraderecha española. No importa si Pedro Sánchez nos gusta o no, en lo personal me parece un político despreciable, pero jamás se me ocurriría insultarlo estando de visita en su país, y siendo uno presidente de otro país eso sería algo que sólo podría ocurrírsele a Milei.
Por lo tanto, insulta a un presidente en su propio país, y también insulta desde allá al propio pueblo argentino, diciendo que él es un presidente liberal que dirige a un pueblo de zurdos.
A estas alturas ya sabemos, que más allá de las categorías socio-económicas que odia Milei, "zurdo" en su vocabulario pasó a significar: "todo el que ose pensar u opinar distinto a mí".
Mientras tanto presenta su último libro y para ello monta un show en el Luna Park.
En realidad, decir "su último libro" es prácticamente una imagen poética, porque el libro es un plagio tan amplio, que debería en verdad llamarse "compilación de todo lo que he robado".
En el engendro en cuestión, "El Camino del Libertario", continúa como siempre plagiando a Henry Hazlitt y a von Mises, el libro es un rejunte de conceptos mal refritados, porque el plagio salta casi en todas las páginas del libro.
Encontraremos aparte de los autores citados, una lista de frases enteras de Hayek y un párrafo de Wilhelm Ropke, todos los robos sin ninguna cita de sus autores originales, por supuesto.
Encontraremos algunos plagios que ya estaban en libros anteriores de Milei, y una cantidad enorme de material ha sido extraído de notas publicadas por Milei en distintos periódicos y revistas de años anteriores.
La falta de pudor de Milei para concretar estas barbaridades se explica en el contexto de su personalidad Narcisista extrema, este tipo de individuos no tiene otra ley que la propia, y resulta ya un acontecimiento de sincronicidad asombrosa el propio apellido de nuestro personaje.
Milei solo respeta su ley.
Milei viaja por el mundo haciendo su campaña personal mientras Argentina se va incendiando lento pero seguro.
Mientras tanto, Victoria Villarruel y Mauricio Macri afilan sus dientes, aguardando la inevitable caída del monstruito.
No creo que falte mucho, porque a la fecha, observando lo que está diciendo públicamente Milei, vemos que se encuentra en una fase maníaca terminal. Sin medicación y tratamiento urgente, va a explotar de manera catastrófica.
Y el pueblo argentino aguanta, como siempre. Aguanta.
Pero cuidado, porque cuando los mansos pierden la paciencia siempre acontece alguna tragedia, y esta podría ser de proporciones épicas.
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