8.4.24

 Triste tierra nuestra. 

Finalmente, solo hemos podido gestar a un energúmeno monumental que se ufana de llevar adelante "el ajuste más grande de la humanidad".

Si no supiéramos que se trata del panorama real, no dudaríamos en afirmar que se trata de una siniestra obra de ficción.

La gente esta groggy. Aturdida por los desmanes sufridos durante años, sin reacción, y esperando la seguidilla de trompazos que terminen en el inevitable knock out.

Esa es la única forma de explicar que continuemos tolerando al energúmeno con su pandilla de pícaros y delirantes, y a una supuesta oposición siempre funcional a cualquier poder que le permita seguir con su latrocinio personal.

Nuestra inveterada dificultad para el diálogo social ha culminado en esta cumbre descomunal de narcisismo, intemperancia y brutalidad.

Desgraciadamente, esta no es más que la crónica de un desastre ya previsto: del degenerado del 2015, al tarado del 2019, no podíamos derivar más que en este loco rabioso que ha decidido llevarse todo por delante...Todo, menos los grandes poderes financieros a los que sin duda sirve fielmente.

Milei está arrojando al bebé junto con el agua sucia en el que se lo ha bañado.

No es el hombre gris, sino el ángel exterminador.

Mientras esta bestia salvaje medra a su antojo en la casa rosada, algo quizás más ominoso todavía aguarda en las sombras: los restos macabros del Kirchnerato se preparan para volver una vez que el energúmeno caiga bajo el mismo peso de sus atrocidades. 

Lo único que puede salvar a este Titanic, es una catástrofe mundial, que tal vez no sea algo tan descabellado de pensar. 

Tristísimo panorama si nuestra única salvación como nación reside en una horrorosa debacle universal. 



 

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