Para comenzar debo comentar que, quien esto escribe, se encuentra excluído de esa universal aclamación, lo cual es casi redundante de aclarar con respecto a alguien que siente una profunda repugnancia por la estética posmodernista.
Los actores realizan un trabajo memorable (todos ellos, y en particular mi favorito de siempre Edward Norton) para animar un guión que, si bien cuenta con algunas escenas notables, no alcanza en su totalidad para salir de la olla de intelectualismo sórdido y decadente que mayormente caracteriza los últimos setenta años de la irreparablemente trastornada civilización occidental.
No creo que muchos se atrevan a proclamar la desnudez impúdica de este emperador, habida cuenta que ello lleva casi autómaticamente a ser considerado un palurdo obsoleto y retardatario.
Asumo mi Rol de Palurdo incorregible frente a estas muestras degradantes de pseudointelectualidad repulsiva y detestable, por lo menos para quienes estamos ubicados a hierro y fuego en la cadena de la Tradición que está sola...pero espera....Porque Sabe que son autofágicas las Fieras.
Manuel Gerardo Monasterio, Jardines de Prometeo, en los Umbrales del Fuego.
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