No hay despedidas
para tu alma tierna de muchacha
que no conocerá jamás la niebla
de la vejez sombría.
Demasiado pura para el invierno
que ya nos envuelve
a quienes tuvimos la gracia
de conocer la implacable Rosa
que jamás habrá de perecer,
porque intacta en su frescura
nos aroma para siempre.
Que la tierra te sea leve,
dulce de mi alma,
a Ti que fuiste leve y delicada
como una alondra de nieve
volando desde siempre y para siempre
sobre el Misterio que nunca
habremos de develar.
Demasiado pura.
Demasiado leve.
Doncella inmarcesible
eternamente Virgen.
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