Los cientificistas, agnósticos o ateos, pretender saber lo que hay -o no hay-después de la muerte. Para ellos: nada.
Los religiosos son mucho más elocuentes y descriptivos,cada uno según su fe particular.
¿Por qué la mayoría de la gente pretenderá saber acerca de lo que hay "después"?
¿Acaso saben qué es lo que había antes de "llegar" aqui?
Todo el mundo parece tener horror -no sólo en este tema, sino en todos los temas en general- por pronunciar esas dos certeras, elementales, inevitables y fidedignas palabras que definen en realidad, la casi totalidad de que lo somos. Como si la pronunciación de esas dos escuetas sílabas significase el final de un respeto y una credibilidad que nadie posee en la medida que cree.
Dos pequeñas sílabas trascendentales y maravillosamente fecundas, ya que ellas y sólo ellas nos abren la puerta hacia aquello desconocido que nos librará de la ominosa mecanicidad, la abominable automaticidad de la estulta repetición que representa nuestro "ser en el mundo":
"No sé"
De mi libro "El Nudo Desnudo"
10.5.15
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