Esta mañana, al sacar a mi amigo “Orejas” para su primera salida del día, me encontré en la puerta dos señoras de características inconfundibles. Traté de escapar, pero lo que queda de cortesía en mi para tolerar ciertos acontecimientos, no me lo permitió. Por supuesto eran Testigos. Testigos de Jehová. Por lo menos asi se llaman a sí mismos. Tengo una rutina preparada para estas ocasiones, aunque debo decir que, como todas las otras que diseñé a lo largo de muchos años de experiencia con estas extrañas criaturas, no resulta muy efectiva.Ante la propuesta de comenzar a hablarme de su fe y acercarme literatura, les dije muy suelto de lengua: Soy Pastor Presbiteriano. Ni modo. Cuando volvieron a la carga, agregué: Estoy a cargo de una parroquia. Y aún aquí eso dio pie para que una de ellas me pregunte: Entonces usted está al tanto de las escrituras, ¿Qué puede decirnos del reino de Dios? De inmediato les contesté, un tanto secamente: Que el Reino de Dios está en nosotros. Y con un apresurado “Muchas gracias” me retiré, no fuera cosa que me enredaran en una discusión semántica con lo de si está "en" nosotros o "entre" nosotros. Discusión que conozco del derecho y del revés, y que a decir verdad, ya no me interesa en lo más mínimo. Hay que decir que conservo, de los perseverantes ataques que he sufrido por parte de estos équidos bipedestados y orejudos, un par de libros que en su momento consideré aceptables. En particular una versión transliteral de los evangelios en inglés y griego, que me fue muy grata. Por lo demás, si les dijera lo que pienso de su doctrina, no les haría ningún daño puesto que son refractarios a cualquier digresión, pero sí me complicaría yo la vida sin ninguna razón .
La fe es la percepción de aquello que no puede ser percibido directamente por los cinco sentidos ni por el sexto del intelecto. Es el reflejo, en realidad,de la percepción de lo impercibible. En cuanto intenta uno explicar los contenidos de la fe, ya entra en una batalla de la cual ni el criterio ni el buen sentido habrán de salir ilesos.
Y en cuanto a mi, estoy en la nada envidiable situación
de ser como un queso gruyere
que se ha quedado sólo con los agujeros.
Todos los conocimentos y vanidades,
que por cierto fueron bastante amplios y ruidosos
en su época de gloria, se han retirado.
He quedado a solas, como un leproso abandonado
en un desierto sin conceptos ni significados.
Ultimamente la gente me evita
como si percibiese el peligro del contagio.
Pero en realidad, no podrían siquiera sospechar
la índole de la Catástrofe que me ha tocado.
Soy una herramienta inservible
que conserva tan sólo su forma.
Como el dibujo de una herramienta tan bien realizado,
que daría la impresión que la herramienta
fuera real y pudiese ser utilizada. Pero, ¿Cómo?
En cuanto quisiera alguien tomarla
vería que sólo es un espejismo.
Las ideas, sin embargo, continúan pasando,
pero ya no hay nadie en casa
con voluntad de tomarlas para algo más
que no sea jugar un rato con ellas,
para aburrirse enseguida y dejar
que sigan su extraño camino sin comienzo ni destino.
Soy esa nada donde tienen lugar
absolutamente todas las cosas
de este mundo y de los otros.
El agujero negro ante cuya presencia
todo bulle un instante y desaparece.
Y esta extraña paz.
La más risueña paz
que aparece allí
donde en realidad
ya no hay nadie.
Manuel Gerardo Monasterio 22 de Septiembre de 2007, 12 y 18 PM
10.5.15
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Me dicen que tengo dos hijas. Y digo, me dicen porque muchas veces me asalta el feliz pensamiento de no haber tenido nada que ver, cosa que podría hoy confirmarse o desecharse con un estudio de ADN. Pero claro, queda muy mal pedirlo, aunque se me ocurre que quedaré peor diciendo lo que sigue, cosa que haré de cualquier modo en honor a la poca vergüenza que me queda.
Mis hijas son ya hoy dos jóvenes mujeres. Por lo poco o nada que valga dejo aquí asentado que las libero de toda responsabilidad o reproche o culpa, si vinieran las dos y me asesinaran. Si pudiera las libraría incluso de cualquier penalidad legal, pero eso, por desgracia, no está en mis manos ofrecerlo.
Si yo fuese el padre, tal como está escrito en el registro civil, no tengo derecho alguno a piedad o disculpa de ningún tipo. El no-conocimiento ya lo saben todos los leguleyos-no le exime a uno de las penalidades por violar la ley. No puedo pues, alegar inconsciencia. Aunque un buen abogado, entiendo, alegaría locura temporaria para eximirme de culpa y cargo.
Pero de cualquier modo, si yo fuese el padre, no existe crimen más horrendo que el que he cometido.
Vamos, no se excite usted que me está leyendo, si lo que estoy diciendo no es nada!
¿Es usted cristiano?
Pues mire usted bien lo que dicen sus escrituras de la vida de los hombres.
“Valle de lágrimas, polvo que vuelve al polvo, un soplo, una nada, una nimiedad insignificante, dolor y más dolor y más penurias...” desde que lo paren a usted hasta que revienta.
Tan mala pero tan mala es esta vida -corta y llena de pesares como dice Salomón-, que hay que compensárselo a usted de alguna manera con una vida verdadera y eterna!
¿Se da usted cuenta que yo no estoy diciendo nada, en realidad?
Digo lo que piensan sus teólogos, si usted cristiano. O judío, da igual
¿Le atrae a usted el budismo?
Pues fíjese, el Buda compara esta existencia con un incendio, del que invita a salir lo más rápido posible. Vea usted la primera de sus “nobles verdades”: Toda existencia es sufrimiento.
¿Puede un verdadero simpatizante de Buda sorprenderse pues, por lo que estoy diciendo?
Toda la doctrina se basa en liberarse de todo apego a esto a los que nos aferramos tanto.
¿La Vedanta, esencia del Hinduismo?
Decía el gran Ramakrishna, epítome de la mencionada doctrina: “El mundo es un pozo negro...” Y entérese usted de todo lo demás leyendo su –por otra parte-bellísimo “evangelio” (colección de sus dichos más conocidos)
Y además, le agregan la “Maya”!
Se lo sintetizo rápidamente: no sólo esta existencia es una mierda (vamos, hombre, no nos ruboricemos, si es la palabra que todos los religiosos y filósofos utilizarían si no se anduviesen con tantas vueltas) sino que además, vea usted, es una ilusión!
En el cristianismo por lo menos usted sufre por algo, en el hinduismo sufre usted...por nada!
¿Los filósofos griegos? Lea usted a gusto y verá lo que digo.
¿Los gnósticos-de los que tan cerca me siento-? Le dirán que este mundo y todo lo que él contiene son producto del Demiurgo, un dios malvado enemigo del Dios bueno que jamás ha tenido nada que ver con toda esta porquería...(Los cátaros veían como un gesto de sabiduría el dejarse morir de hambre para salir de aquí lo antes posible, aunque hay quienes dicen que tal práctica es un mito...Pues peor entonces para los cátaros!)
¿Los ateos, agnósticos y cientificistas?
Pues le dirán: en el contexto de la inmensidad esto no alcanza a ser prácticamente nada...
¿Puede alguien de buena fe sorprenderse por lo que he dicho al principio?
Si esta existencia es lo que todos los que han pensado han pensado, ¿qué crimen mayor puede haber que sortearle la entrada a alguien en ella?
Si trata usted de vivir naturalmente, se apegará a todo lo que habrá de perder irremisiblemente (esposa, hijos, amigos, y todo lo demás) y sufrirá como si le arrancasen la piel, y anticipadamente, pues esto lo sabemos todos.
Si por el contrario, sigue usted las doctrinas de la buena filosofía, intentará liberarse en vida de todos esos apegos para no sufrir al perderlos. (de una u otra forma, esta existencia es tan desgraciada que hay que olvidar todo lo vinculado con ella para alcanzar la sabiduría!)
Llega usted babeándose y lleno de mierda, entre los dolores del parto de su pobre e ignorante madre que sólo podrá salvarse de eso a través de la cesárea con su anestesia
(en una palabra, que la única forma de no sufrir con “eso tan hermoso” es mediante el sueño inducido por las drogas!)
Si no tiene usted la suerte de una muerte súbita (un infarto masivo, que lo atropelle un autobús a velocidad y de frente –para no quedar tullido-o que le pegue un buen tiro un ladrón compasivo) se irá usted de este mundo más o menos como llegó: sin saber ni ostia de lo que está pasando y otra vez lleno de mierda.
Si tiene suerte –mucha suerte tendrá que tener para ello-en su casa rodeado de todos los infelices queridos que continuarán padeciendo en este mundo- de lo contrario rodeado de otros pobres infelices pero extraños a usted, en el hospital y lleno de tubos y por supuesto, con muchas drogas encima (coño, parecería como si la única forma de tolerar esto es estando dormido o drogado!)
Pero digo yo, quien puede haber inventado algo semejante? Como habría dicho mi abuela:
¡Ni el que asó la manteca!
Esta existencia es el producto más sobrevaluado de todos.
Las iniquidades y angustias sin término vinculadas con ella, son pasadas por alto a toda hora sólo por una excelentísima cobertura de prensa. (He aquí otro tema para meditar acerca de él: si esto nos hace tanto daño a nosotros, ¿a quién está beneficiando en realidad que no conocemos? Y esta pregunta no va de broma.)
¿Puede alguien sorprenderse, en buena fe, de lo que comencé diciendo en este escrito?
¿Entiende ahora mi aparente barbarie al comenzar este escrito de la forma en que lo hice?
Si fuera el causante –aunque sea inconsciente-de la llegada de esas dos pobres criaturas, merecería el peor de los castigos. Que por supuesto, no es una rápida muerte.
Como de alguna manera, mis hijas saben todo esto que estoy diciendo, ejecutaran sin piedad el castigo que merezco.
Manuel Gerardo Monasterio
23 de Septiembre de 2007 a las 3:03 PM
Mis hijas son ya hoy dos jóvenes mujeres. Por lo poco o nada que valga dejo aquí asentado que las libero de toda responsabilidad o reproche o culpa, si vinieran las dos y me asesinaran. Si pudiera las libraría incluso de cualquier penalidad legal, pero eso, por desgracia, no está en mis manos ofrecerlo.
Si yo fuese el padre, tal como está escrito en el registro civil, no tengo derecho alguno a piedad o disculpa de ningún tipo. El no-conocimiento ya lo saben todos los leguleyos-no le exime a uno de las penalidades por violar la ley. No puedo pues, alegar inconsciencia. Aunque un buen abogado, entiendo, alegaría locura temporaria para eximirme de culpa y cargo.
Pero de cualquier modo, si yo fuese el padre, no existe crimen más horrendo que el que he cometido.
Vamos, no se excite usted que me está leyendo, si lo que estoy diciendo no es nada!
¿Es usted cristiano?
Pues mire usted bien lo que dicen sus escrituras de la vida de los hombres.
“Valle de lágrimas, polvo que vuelve al polvo, un soplo, una nada, una nimiedad insignificante, dolor y más dolor y más penurias...” desde que lo paren a usted hasta que revienta.
Tan mala pero tan mala es esta vida -corta y llena de pesares como dice Salomón-, que hay que compensárselo a usted de alguna manera con una vida verdadera y eterna!
¿Se da usted cuenta que yo no estoy diciendo nada, en realidad?
Digo lo que piensan sus teólogos, si usted cristiano. O judío, da igual
¿Le atrae a usted el budismo?
Pues fíjese, el Buda compara esta existencia con un incendio, del que invita a salir lo más rápido posible. Vea usted la primera de sus “nobles verdades”: Toda existencia es sufrimiento.
¿Puede un verdadero simpatizante de Buda sorprenderse pues, por lo que estoy diciendo?
Toda la doctrina se basa en liberarse de todo apego a esto a los que nos aferramos tanto.
¿La Vedanta, esencia del Hinduismo?
Decía el gran Ramakrishna, epítome de la mencionada doctrina: “El mundo es un pozo negro...” Y entérese usted de todo lo demás leyendo su –por otra parte-bellísimo “evangelio” (colección de sus dichos más conocidos)
Y además, le agregan la “Maya”!
Se lo sintetizo rápidamente: no sólo esta existencia es una mierda (vamos, hombre, no nos ruboricemos, si es la palabra que todos los religiosos y filósofos utilizarían si no se anduviesen con tantas vueltas) sino que además, vea usted, es una ilusión!
En el cristianismo por lo menos usted sufre por algo, en el hinduismo sufre usted...por nada!
¿Los filósofos griegos? Lea usted a gusto y verá lo que digo.
¿Los gnósticos-de los que tan cerca me siento-? Le dirán que este mundo y todo lo que él contiene son producto del Demiurgo, un dios malvado enemigo del Dios bueno que jamás ha tenido nada que ver con toda esta porquería...(Los cátaros veían como un gesto de sabiduría el dejarse morir de hambre para salir de aquí lo antes posible, aunque hay quienes dicen que tal práctica es un mito...Pues peor entonces para los cátaros!)
¿Los ateos, agnósticos y cientificistas?
Pues le dirán: en el contexto de la inmensidad esto no alcanza a ser prácticamente nada...
¿Puede alguien de buena fe sorprenderse por lo que he dicho al principio?
Si esta existencia es lo que todos los que han pensado han pensado, ¿qué crimen mayor puede haber que sortearle la entrada a alguien en ella?
Si trata usted de vivir naturalmente, se apegará a todo lo que habrá de perder irremisiblemente (esposa, hijos, amigos, y todo lo demás) y sufrirá como si le arrancasen la piel, y anticipadamente, pues esto lo sabemos todos.
Si por el contrario, sigue usted las doctrinas de la buena filosofía, intentará liberarse en vida de todos esos apegos para no sufrir al perderlos. (de una u otra forma, esta existencia es tan desgraciada que hay que olvidar todo lo vinculado con ella para alcanzar la sabiduría!)
Llega usted babeándose y lleno de mierda, entre los dolores del parto de su pobre e ignorante madre que sólo podrá salvarse de eso a través de la cesárea con su anestesia
(en una palabra, que la única forma de no sufrir con “eso tan hermoso” es mediante el sueño inducido por las drogas!)
Si no tiene usted la suerte de una muerte súbita (un infarto masivo, que lo atropelle un autobús a velocidad y de frente –para no quedar tullido-o que le pegue un buen tiro un ladrón compasivo) se irá usted de este mundo más o menos como llegó: sin saber ni ostia de lo que está pasando y otra vez lleno de mierda.
Si tiene suerte –mucha suerte tendrá que tener para ello-en su casa rodeado de todos los infelices queridos que continuarán padeciendo en este mundo- de lo contrario rodeado de otros pobres infelices pero extraños a usted, en el hospital y lleno de tubos y por supuesto, con muchas drogas encima (coño, parecería como si la única forma de tolerar esto es estando dormido o drogado!)
Pero digo yo, quien puede haber inventado algo semejante? Como habría dicho mi abuela:
¡Ni el que asó la manteca!
Esta existencia es el producto más sobrevaluado de todos.
Las iniquidades y angustias sin término vinculadas con ella, son pasadas por alto a toda hora sólo por una excelentísima cobertura de prensa. (He aquí otro tema para meditar acerca de él: si esto nos hace tanto daño a nosotros, ¿a quién está beneficiando en realidad que no conocemos? Y esta pregunta no va de broma.)
¿Puede alguien sorprenderse, en buena fe, de lo que comencé diciendo en este escrito?
¿Entiende ahora mi aparente barbarie al comenzar este escrito de la forma en que lo hice?
Si fuera el causante –aunque sea inconsciente-de la llegada de esas dos pobres criaturas, merecería el peor de los castigos. Que por supuesto, no es una rápida muerte.
Como de alguna manera, mis hijas saben todo esto que estoy diciendo, ejecutaran sin piedad el castigo que merezco.
Manuel Gerardo Monasterio
23 de Septiembre de 2007 a las 3:03 PM
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El primer impulso que tengo cuando me confronto con el prójimo, es decir, con cualquier ser humano en cualquier sitio, es el de echarme a llorar a los gritos. Y una vez que me compongo y evito dar un espectáculo que me obligaría a ensayar explicaciones que no interesan ni sirven para nadie, esto es, una vez que con gran esfuerzo logro reprimir ese primer impulso ferozmente espontáneo, paso a reproducir las nimiedades de rutina que es lo que todo el mundo en todas partes espera de uno.
Pero vamos, no es sólo que el emperador esté desnudo, es además que se ha cagado de mala manera, está completamente lleno de mierda y echa un olor a demonios. Cosa que de alguna manera saben todos, pero por una suerte de equívoco sentido de supervivencia hacen como si no lo supieran.
Tengo yo la gran duda de creer que a lo mejor, digo a lo mejor, algo podría cambiar si de una buena vez aceptásemos la desnuda realidad que además se viene proclamando ella misma a gritos. Me parece que no perderíamos nada con probar. Es decir, no perderíamos nada que valga realmente la pena.
Manuel Gerardo Monasterio
23 de Septiembre de 2007 a la 1 y 43 PM
Pero vamos, no es sólo que el emperador esté desnudo, es además que se ha cagado de mala manera, está completamente lleno de mierda y echa un olor a demonios. Cosa que de alguna manera saben todos, pero por una suerte de equívoco sentido de supervivencia hacen como si no lo supieran.
Tengo yo la gran duda de creer que a lo mejor, digo a lo mejor, algo podría cambiar si de una buena vez aceptásemos la desnuda realidad que además se viene proclamando ella misma a gritos. Me parece que no perderíamos nada con probar. Es decir, no perderíamos nada que valga realmente la pena.
Manuel Gerardo Monasterio
23 de Septiembre de 2007 a la 1 y 43 PM
La existencia es una enfermedad de pronóstico grave, de tal manera que, una vez que los primeros síntomas aparecen, puede uno estar seguro del resultado de su evolución. Estadísticamente, el 100% de los casos son mortales.
De mi libro "El Nudo Desnudo"
De mi libro "El Nudo Desnudo"
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Los cientificistas, agnósticos o ateos, pretender saber lo que hay -o no hay-después de la muerte. Para ellos: nada.
Los religiosos son mucho más elocuentes y descriptivos,cada uno según su fe particular.
¿Por qué la mayoría de la gente pretenderá saber acerca de lo que hay "después"?
¿Acaso saben qué es lo que había antes de "llegar" aqui?
Todo el mundo parece tener horror -no sólo en este tema, sino en todos los temas en general- por pronunciar esas dos certeras, elementales, inevitables y fidedignas palabras que definen en realidad, la casi totalidad de que lo somos. Como si la pronunciación de esas dos escuetas sílabas significase el final de un respeto y una credibilidad que nadie posee en la medida que cree.
Dos pequeñas sílabas trascendentales y maravillosamente fecundas, ya que ellas y sólo ellas nos abren la puerta hacia aquello desconocido que nos librará de la ominosa mecanicidad, la abominable automaticidad de la estulta repetición que representa nuestro "ser en el mundo":
"No sé"
De mi libro "El Nudo Desnudo"
Los religiosos son mucho más elocuentes y descriptivos,cada uno según su fe particular.
¿Por qué la mayoría de la gente pretenderá saber acerca de lo que hay "después"?
¿Acaso saben qué es lo que había antes de "llegar" aqui?
Todo el mundo parece tener horror -no sólo en este tema, sino en todos los temas en general- por pronunciar esas dos certeras, elementales, inevitables y fidedignas palabras que definen en realidad, la casi totalidad de que lo somos. Como si la pronunciación de esas dos escuetas sílabas significase el final de un respeto y una credibilidad que nadie posee en la medida que cree.
Dos pequeñas sílabas trascendentales y maravillosamente fecundas, ya que ellas y sólo ellas nos abren la puerta hacia aquello desconocido que nos librará de la ominosa mecanicidad, la abominable automaticidad de la estulta repetición que representa nuestro "ser en el mundo":
"No sé"
De mi libro "El Nudo Desnudo"
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Vanity- E.W.Powell, 17.7.98. Painting completed 8/8/1992
Entre libros marchitos
se ha quemado mi sangre.
Veleidades de ciencia,
cuentos chinos, vanidades!
Para qué el fragor
y la tétrica jornada,
y tanto frío resplandor!
Si no habré de aplazar
el abrazo dulzón
de la fiel enamorada.
Si no habré de sumar ni quitar
al periplo supremo,
beso sin fin de tus labios serenos,
Oh certera Enamorada!
De mi libro "Los Papeles de Alexis"
“Para hablar claro, siempre he pensado que sería mejor que no existiera el universo. Ya que existe, que pudiera ser destruido (no en sus formaciones, sino en su energía) y que no renaciera jamás […] El amor lo reserva mi alma (sin que pueda evitarlo) para lo no real, para lo que no es de este mundo pero puede ser del intermundo (mundo de las visiones) […] Estoy hecho para rechazar la realidad. La realidad es el cadáver de la verdad (invisible, perfecta). Yo me incluyo en mis objetos de desprecio, en primer lugar.”
Juan Eduardo Cirlot
ültimos extractos de su Diario íntimo
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Un poco de ruido.
Apenas un poco de sombra
según la hora del día,
y nada más.
Nada menos
que sombra y ruido.
Y una petulancia
que daría risa
si acaso hubiese alguien
o algo para prestar atención
a semejante infundio.
Apenas un poco de sombra
según la hora del día,
y nada más.
Nada menos
que sombra y ruido.
Y una petulancia
que daría risa
si acaso hubiese alguien
o algo para prestar atención
a semejante infundio.
2009
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