Una mañana lo inexorable golpea tu puerta,
y todo lo vivido aflora como un río a tu mirada.
Tomas consciencia una vez más
de lo que eres: estéril pasión bipedestada.
Y luego de que la autoconmiseración
se extiende y se agota hasta la náusea,
haces contacto con la percepción esencial...
Y sientes por Dios una piedad infinita,
y una compasión que excede los límites de tu hominidad
para hacerse Una con el Horror Primigenio e Inmarcesible.
24.1.14
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