10.12.12




“Los Dioses ciegan a quienes desean perder”
                                      Homero

Si no supiéramos o que está ocurriendo en verdad, resultaría increíble que ocurra lo que está pasando.

Que desde la cúpula misma del estado se aliente a quebrar el orden y la legitimidad de todo un poder de la nación –quizás el más importante, como es el judicial- no hace más que confirmar, una vez más, la sabiduría del poeta griego.

La Suprema Corte de la Nación tiene una sola forma de fallar si aspira a mantener íntegra la estructura de la credibilidad del Poder Judicial. Que haya hombres del derecho dentro del poder oficial que sugieran que es posible desde el punto de vista procesal algo diferente, no hace más que enfatizar el estado de locura al que llevan las pasiones desbordadas sin el saludable freno de la prudencia, la humildad, la temperancia y el Criterio.

La jugada realizada por el Ejecutivo pone a la Suprema Corte entre la espada y la pared: O falla según Derecho y deja al Ejecutivo expuesto y en cueros, O falla de manera genuflexa y se declara tácitamente esclava de los caprichos del poder Ejecutivo.

Y no se trata de estar "a favor" de nadie. Por cierto que lo que le pase al Grupo Clarín, no me interesa en lo más mínimo, siempre que lo que le pase esté dentro del exclusivo marco del Estado de Derecho y del Imperio de las Leyes de la República. Cualquier otra cosa resultaría un atropello que inevitablemente iría contra la esencia misma de esa República que es preciso defender y acrecer de todas las maneras posibles.

Los monopolios son odiosos por definición, tanto los privados como los estatales, pero por cierto que los últimos son mucho más peligrosos, porque es el Estado quien puede limitar los desbordes de los monopolios privados... Pero si la libertad de expresión es monopolizada por el estado…¿Dónde estaríamos? En una situación similar a la Alemania de Hitler o a la Rusia de Stalin.

Representa una vergüenza ignominiosa que desde el más alto nivel de la nación se pretenda confundir al pueblo con respecto a la Ley y a su correcta aplicación.

 Resulta penoso que la Señora Presidente escuche a sus más mediocres obsecuentes en lugar de seguir el consejo de los pocos cuerdos que le han quedado a mano.

Por si a alguien no le ha quedado claro cuál es el camino procesal indicado, aquí va:

El inferior debe sentenciar en un plazo ultra-perentorio –dada la gravedad de la situación-, lo que no compete ni a la Cámara ni a la Suprema Corte, sino al Juez de Primera Instancia, y sólo desde allí se puede continuar de una manera acorde a Derecho.

Estúdiese quién ha interferido para que esto ocurra en primer lugar, con múltiples y escandalosas recusaciones y chicanas- y se entenderá un poco mejor la índole de esta desventurada situación.
Lo que ocurre es que el Gobierno desea destruir al Grupo Clarín, no solo ponerlo a funcionar bajo la norma de la Ley.
Y en pos de esa estrategia delirante la Señora Presidente está arrastrando a toda la nación, comprometiéndola en una conflagración absurda que, por supuesto, está al margen de las verdaderas necesidades que aquejan-REALMENTE-a la mayoría de los argentinos.




 

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