Publicado en mi extinto "Foro Planetario" en Julio de 2007...Como si fuera hoy.
Argentina: Irracionalidad y mala voluntad
política
Argentina, como tantos trozos de doliente humanidad a lo largo del planeta, es un país epistemológicamente enfermo.
Cuando en 1988 escribimos (con José Alberto Alfonsi) “Bases para un Nuevo Modelo de Nación, éramos bastante ingenuos, como para pensar que los males endémicos que nos atormentaban habrían de disminuir con un poco más de ejercicio cívico.
Estábamos fatalmente equivocados.
Ahora estamos ya en condiciones de aventurar la siguiente ecuación:
El grado de irracionalidad –es decir, de locura- que afecta a un pueblo, puede calcularse en relación directamente proporcional a la insaciabilidad de los apetitos y a la codicia que desarrollan y que se les permite ejercer a sus dirigentes.
Racionalidad y Evolución
Los adalides del llamado “posmodernismo” están enamorados del desorden y la irracionalidad a la que han confundido –de manera ominosa y letal- con “libertad”. Pero podríamos decir, parafraseando a Pascal, que el surrealismo, fuera del ámbito acotado de las artes, engendra monstruosidad.
En realidad, la evolución moral y el desarrollo racional van a la par, y están íntima y concomitántemente relacionados.
¿Quién hubiese esperado que un Spinoza, por ejemplo, fuese un hombre desmesurado en su necesidades cotidianas?
El desarrollo racional lleva al hombre a un estado de auto-contentamiento que le permite satisfacerse de manera sobria y austera, no porque se auto-controle, sino porque necesita poco.
Ese ha sido el estado de hombres como Buda, Shankaracharya, Spinoza, Emerson, Thoreau, Vivekananda,Ramana Maharshi, Nisargadatta y Ranjit, entre tantos otros. Y debería comenzar a ser el estado que se requiere de quienes pretenden administrar el poder entre sus semejantes.
Podemos ahora pasar a una segunda proposición:
El grado de evolución racional de un individuo puede medirse de manera inversamente proporcional a su nivel de NECESIDAD.
El individuo irracional es, por definición, una criatura profunda e intensamente necesitada.
Homo demens que non sapiens
En el reino de la anomia y de la anarquía epistemológica, donde los ámbitos se entremezclan de manera caótica y los órdenes han perdido –o han sido forzados a claudicar-sus jerarquías naturales, imperan las palabras “talismán”. Magnífica definición que acuñó el filósofo español Alfonso López Quintás para designar a aquellas palabras que, habiendo sido ilegítimamente vaciadas de sustancial significado, son utilizadas para enrarecer la atmósfera intelectual y generar perturbación emocional. Palabras como “democracia” y “libertad”, están cargadas de un prestigio que impregna el ámbito del discurso de manera hipnótica y altera las facultades de discernimiento del escucha poco cauteloso o epistemológicamente ingenuo.
Y a la inversa, hay palabras indispensables que han sido sistemáticamente cargadas de falsos contenidos negativos, como “orden” o “control”.
Los acosadores mediáticos y los políticos profesionales conocen muy bien la utilización de estos recursos para conducir mejor a la audiencia hacia los ámbitos de seducción donde van a poder servir mejor a las necesidades insaciables de una élite -literalmente una pseudo-jerarquía- que se ha hecho con el poder en todas partes.
Entre Goya y Valle-Inclán
Goya, hombre profundamente preocupado por la locura de su tiempo, plasmó ese espectáculo en algunos de sus cuadros más característicos. El escritor Ramón María del Valle-Inclán, por su parte, acuñó la simpática palabra “esperpento”.
Se han reunido días pasados una cantidad de gobernadores y dirigentes peronistas para repartirse los despojos del poder que caigan de la mesa de la dinastía reinante.
Quien por oficio y profesión conoce los rostros del hospicio, puede haber tenido una equívoca sensación de “deja-vu”.
Rostros innobles, deformados por el ejercicio, amplio e irrestricto, de todos los vicios de la carne y del carácter, se daban cita para representar un conciliábulo goyesco de macabros esperpentos. Imposible analizar el discurso allí establecido, como la glosolalia de los esquizofrénicos agudos, las palabras inconexas y carentes de real significado se esparcían a lo largo de la jornada embozando –pobremente- el salvaje rostro de la ignorancia y la codicia ilimitadas.
Esperpentos que medran y mandan en ésta, que alguna vez aspirase a ser la gran nación, sobre la que ha caído, como un mar de los sargazos purulento y terminal, esta manada de simios lamentables que, en esta ocasión, se autodenominan “líderes peronistas”.
Ecce Simius. Ecche monstrum.
Mientras tanto... lasciate ogni speranza, voi
ch’entrate
Mientras los "próceres" se reunían en esa sucursal del infierno del Dante en que los Rodríguez Saá han convertido a San Luis , quien esto escribe, caminaba por la zona aledaña al obelisco de la ciudad capital, donde hay gente viviendo en las calles.
Han montado sus tenderetes en pleno centro. Allí duermen, comen y realizan las funciones obligadas de su naturaleza. Son como fantasmas que se han integrado al panorama de la ciudad. La gente pasa y no mira, o mira hacia otro lado, y si mira, no ve. Y si ve, se olvida, porque aquí cada uno sobrevive como puede. Ese es uno de los milagros que la benemérita dirigencia ha logrado desarrollar en este pueblo: cada uno se dedica estrictamente a lo suyo. Y así nos despeñamos todos, alegremente, en el octavo círculo...
Mientras los "próceres" y las “beneméritas” se reparten los despojos de lo que podría haber sido esta gran nación, en plena capital, una niña de siete días se moría de frío, como escuetamente anunciaron los medios.
Mientras los niños se mueren de hambre y de frío –o son violados por los cuatro costados de sus increíbles anatomías- los matrimonios que desean adoptar tienen que pasar por una odisea interminable de burocracia inconcebible.
Pero los que no ven, o no quieren o no pueden ver, quizás algún día se den cuenta de que convertir las calles en cloacas puede representar un grave riesgo colectivo.
Los diputados tiene que haberlo visto alguna vez, ya que la gente también se hacina por las noches frente al Congreso de la Nación.
Quien sabe alguna vez, alguno se de cuenta de que cortar las calles es un acto violatorio de la tan mentada CONSTITUCIÓN NACIONAL.
Y podríamos seguir durante más páginas de las que la mayoría tendría tiempo de leer, recitando las incongruencias y los despropósitos de un país que viaja a la deriva, porque en el “puente” el capitán y los oficiales están borrachos, y abajo, la tripulación duerme.
Mario Bunge: la racionalidad en el
exilio
Los individuos desarrollados racionalmente no tienen lugar en el país irracionalmente organizado. El ostracismo, obligado o voluntario, es la única opción. O de lo contrario, la marginalidad de una indiferencia inverosímil. Que en realidad no es tal, porque estando invertido el eje de los valores, la racionalidad es locura para los dementes.
Con Mario Bunge nos unen hasta las divergencias, que no son pocas. A sus ochenta y ocho años, desde su antigua cátedra en la McGill University, sigue pensando –y sufriendo- el país. Sería un atropello sugerirle a los “próceres” posmodernos que dirigen -¿o lastran y hunden?- lo que queda de la nación, que estudien a Mario Bunge?
Sería un atropello y un crimen de lesa “simieidad”.
Imagínense, el rumbo podría cambiar. Las cosas podrían comenzar a funcionar de manera RACIONAL. La cordura y el buen sentido (y quién sabe, hasta una conducta por primera vez coherente en materia de relaciones internacionales) podrían ser un principio de realidad.
Demasiado riesgo para quienes sienten y viven al margen de la razón cortical.
Manuel Gerardo Monasterio
Jardines de Prometeo
11 de Julio de 2007
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