11.11.12


Publicado en mi extinto "Foro Planetario" en el  2007, cuando era Presidente Néstor Kirchner.
 La vigencia es triste total, por lo que lo republico hoy...



Argentina: Miserias del primitivismo que no cesa


por Manuel Gerardo Monasterio



Hace ya varios años que diversos pioneros de la resolución pacífica de conflictos intentan “hacer germinar” en el país las semillas de una nueva forma de convivir y, esencialmente, DE PENSAR. Pero así como no puede sacarse jugo alguno de una roca, parece imposible que arraiguen los modos y estilos genuinamente civilizados en el páramo infértil de la sociedad argentina.

Hoy, catorce de febrero de dos mil siete, el periódico Infobae –órgano periodístico cercano a los empresarios, ejecutivos y financistas de Argentina- publica en primera plana el siguiente título:

“PRECIOS: LAS PREPAGAS SE RINDEN A LA PRESIÓN OFICIAL”

Y más abajo se lee: “El gobierno forzó a las empresas a anular aumentos”

Así opera la prensa argentina. Así opera la dirigencia argentina. Así opera la sociedad argentina. Nunca se trata de haber llegado a persuadir –racional, y por qué no, compasivamente- a que las empresas prestadoras de servicios de salud ajusten sus tarifas, contemplando las necesidades y dificultades de la ciudadanía de a pie. En pos del bienestar común, de la simpatía mutua, de la cohesión social y del respeto mínimo y elemental por el prójimo. Se trata siempre de vencer, de derrotar, de aplastar, de “forzar” de “hacer rendir” al otro.
Así funciona todo en este desgraciado país.

Y tenemos entonces presidentes esquizo-paranoides, que sueñan solamente con poder morir “atornillados” al sillón de Rivadavia –el inefable “mulato” cuya conducta pública parece haber sido el agorero presagio de todo lo que habría de venir-.
Tenemos presidentes, decía, que manejan el poder desde los compartimientos estancos de sus propios proyectos personales. Presidentes sin desarrollo mental ni emocional, que no pueden persuadir, que no pueden convencer por medio de la racionalidad y la competencia intelectual, porque sencillamente no han desarrollado las áreas de su corteza cerebral concomitantes con esas conductas propias de un desarrollo humano superior. No han tenido disposición ni tiempo para eso. El desarrollo de la codicia y del narcisismo extremo son una tarea que exige ocupación “full-time”.

No tenemos presidentes, ni ministros, ni dirigentes con Presencia y Dimensión para esta hora planetaria. Tenemos, en cambio, luchadores de Cachacascán, entrenados para dar y recibir trompazos. Para mostrar quien es el más fuerte, “quien es el más macho”. Expertos en tramoyas inverosímiles para la gente común. Especialistas en demoler al circunstancial opositor con chicanas e insultos, o simplemente con una indiferencia sustancialmente anti-republicana. Porque la “cosa pública” en Argentina es algo bien privado, algo que manejan a su antojo en la oscuridad de sus maquinaciones los que han despojado a la población- por medio de torpes artilugios legales y lingüísticos- de los más elementales derechos de autogestión. Así funciona la democracia representativa: democracia meramente formal y semántica, pseudodemocracia. Oligocracia consensuada.

Si alguien quiere entender cómo funciona Argentina, no necesita estudiar tratados de historia y sociología, ni realizar costosos estudios de campo, basta con encender la televisión y sintonizar “Animal Planet” –¡maravillas de la tecnología!-. Y así, desde la comodidad de su hogar, podrá investigar a una sociedad, humana y bipedestada, que aún mantiene prácticamente intacto todo el arsenal de supervivencia propio de los mamíferos superiores como el león o el tigre. Pero también como las gacelas y los ratones. Porque la sociedad argentina, es decir, la ciudadanía de a pie, como una dócil prostituta, largamente acostumbrada a las aleccionadoras palizas de su “macho” de turno, termina siempre agachando la cabeza y cumpliendo con el ritual repulsivo de la democracia formal- de la pseudodemocracia- acudiendo a las urnas para elegir a los nuevos proxenetas que habrán de turnarse para explotarla como a ella le gusta…

Esto es Argentina.
Pasen y vean.
Vengan y miren.
Miren y aprendan como se maneja el poder en este desventurado país.
El presidente de la nación no persuade, no negocia, no dialoga.
El presidente “fuerza” y “hace rendir”….
Y mañana –o ahora mismo- los empresarios y los industriales y las multinacionales habrán de “forzarlo” y “hacerlo rendir” a él.
¿Qué forma es esta de gobernar?
¿Qué forma es esta de Administrar?
¿Qué Siglo XXI nos aguarda con estos códigos de comunicación cavernaria tenidos como naturales en una sociedad que continúa aceptándolos como moneda común?

Los pioneros de la resolución pacífica de conflictos, de los nuevos enfoques de comunicación y de las nuevas pautas desarrollables de convivencia humana han traído y continúan trayendo a los especialistas mundiales en estos temas.
Ha venido William Ury trayendo su bella metodología de Harvard. Propiciando la negociación del ganar-ganar, en lugar de uno pierde y el otro gana. Está por llegar, invitado por esa gente pionera que aún sueña con algo diferente, John Paul Lederach, especialista internacional en metodologías alternativas para la paz en conflictos públicos.

¿Sabrán adónde vienen?
Creo que sí, que lo saben bien. Y que continúan sembrando, a pesar de todo, en este paraíso eterno de los neandertales que es Argentina.

El presidente y sus ministros, seguramente, no van a asistir a estos seminarios para aprender algo nuevo que pueda llegar a iluminarlos como para salir de la caverna mental prehistórica en la que duermen.
Los popes del periodismo y los dirigentes prominentes, tampoco necesitan, por cierto, semejantes cambios. Instaurar pautas elevadas de conducta, de convivencia y de comunicación, simplemente los haría más débiles a la hora de confrontarse con sus salvajes compañeros de rapiña.

Es mejor para su formación cívica que continúen sintonizando “Animal Planet”.




Manuel Gerardo Monasterio
Jardines de Prometeo
14 de febrero de 2007


PD: En realidad, la dirigencia argentina -políticos, empresarios, grandes medios de difusión- se encuentra confabulada contra un único enemigo. El único "forzado" y siempre "rendido". El "soberano" cuyo tétrico destino parece ser el de no terminar de "educarse" nunca, y no despertar jamás.      
 

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