por un secreto viento
ha caído el amanecer
del que soy crepúsculo,
en esta feria de sortilegios,
esperpentos y vanidades.
Me arroja como una flor sobre la cara
la realidad sin numen del ser,
que es impermanencia.
Breve resplandor
por la rendija diminuta.
Sonido del pájaro
que canta una sola vez
en las tinieblas de una noche
Inundada de luces secretas.
Como siempre.
Y nunca más.
Una vergonzosa paz me envuelve.
La certeza de nuestra brevedad.
Fugacidad fraterna con aquella mariposa
a la que no presté suficiente atención.
Bondad es lo único que percibo
después del huracán.
Y una extraña paz
que jamás intentaré
volver a interpretar.
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