He mirado con ojo innumerable
el cielo pavoroso y el agua sin fin
en la que flota la eternidad
de formas errantes con las que
se disfraza el Absoluto,
absolutamente innominable
pero nombrado en ellas,
tenebrosamente luminosamente
nombrado con una intensidad
que me hiere
sin consuelo.
Infinita Soledad.
Yo Soy el principio y el fin,
pero el Principio sin fin.
Nada sin Mí ha sido hecho,
y nada sin Ti, aunque lo ignores,
gozosamente quizás, o así al menos
lo quisiera para ti,
ya que no puedo para Mí.
Mi sangre es líquido tenaz
que alienta en todas partes,
y no puedo dejar de estar.
En esta fugacidad me ves
y sin embargo, Soy tan infinito
que mi finitud se desborda
ante la inexorable Presencia
que no ha de cesar.
Con manos sin término
acaricio sin tregua
el caos de todo lo creado.
Con lágrimas innumerables
riego la carne de todos los que han sido,
de todos los que habrán de venir.
Manuel Monasterio, 4/6/1995, de "Los Cantos de Prometeo"
10.11.07
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