Hay pequeños acontecimientos, que son anunciados casi anecdóticamente, casi como una broma, pero en realidad resultan paradigmáticos para comprender o definir una situación que desde otras perspectivas se mostraría compleja, incluso elusiva.
Acaba de dar tres años de cárcel al periodista Iraquí que arrojó sus zapatos contra George W.Bush.
Un patético gesto de desesperación y de impotencia, que de haber tenido éxito no hubiese podido provocar más que una muy leve contusión y algún rasguño.
Tres años por unos inermes zapatos arrojados a la cabeza del asesino serial de un millón doscientas mil personas.
Un millón doscientas mil personas que difícilmente encontrarán el justo espacio en la publicidad y en los medios de una cultura que hiede por todos los resquicios de su hipocresía y su descaro.
Un millón doscientas mil personas asesinadas con el apoyo virtual de todo el mundo. Ya que, de lo contrario, no podrían darle así nomás tres años de cárcel a un pobre infeliz que no hizo más que manifestar su fallido deseo de justicia.
Este es el estado mental de la humanidad: tres años de cárcel para el que arroja unos zapatos y la libertad y el disfrute de su fortuna para el mayor genocida de las últimas décadas.
Y todavía habrá algunos que consideran a mi discurso... "pesimista"...
Pero, ¿qué pueden esperar el resto de las especies de este bendito planeta, de un espécimen semejante?
¿Es esto el hombre?
¿Esto?
Tiene que haber algo más.
Y si no lo hubiera, hay que crearlo. Aunque uno deje en la senda de ese proceso hasta la última gota de linfa y de sangre.
Por eso estamos emmbarcados en esta gesta interior, a contramano de toda la locura establecida, and against all odds.
Manuel Gerardo Monasterio
Jardines de Prometeo
12 de Marzo de 2009 a las 9.09