En una noche inefable
de hechicería celeste
quiso el Señor moldear
a su torpe criatura,
y así creó a su trágico sapiens
más ludens y faber que sapiens.
Desde el tremor infinito
de su abismo inenarrable
contempla la triste impostura
que su tedio concibió en aquella
inefable noche oscura.
En cualquier instante lo volverá
como siempre al polvo
del que lo sacó su divina locura,
para recrearlo sin fin,
cada vez que el aburrimiento
de su eternidad aborrecible
lo invité a soñar, una y otra vez,
con su monstruosa criatura.
Manuel Gerardo Monasterio, 2019