Cuando estás deshecho
de todas las hechuras
y todos los programas
y todos los mandatos
que durante milenios
se han acumulado
con pretensiones de ley,
de camino, de religión o de sistema...
Cuando estás finalmente vencido,
ultérrimamente derrotado.
Cuando finalmente descubres,
primero con horror y luego con un júbilo
creciente que tus supuestos maestros desconocen,
que no hay nada, absolutamente nada
que puedas hacer para ESO.
Entonces y solo entonces
ESO se hace evidente
y sabes que siempre estuvo allí.
Que no te pertenece,
que no pertenece a ninguna escuela,
a ningún sendero,
a ningún camino,
a ningún maestro,
a ninguna filosofía
ni a ninguna religión.
Y estás -por fin!-
jubilosamente Solo,
porque a nadie le interesa esa Verdad
que es totalmente gratis,
totalmente de todos,
totalmente accesible
siempre y para siempre,
que no se puede comprar
ni se puede vender,
que no se adquiere con largas prácticas
ni en costosos seminarios,
que no requiere de alambicados rituales
ni de solemnes genuflexiones
ante ningún maestro venido o por venir...
ESO.
Que siendo Uno
no concibe ya ningún "otro".
Donde todo fluye
sin más opiniones ni comentarios.
Donde la necesidad queda desnuda,
reducida a su mínimo impulso natural.
Manuel Gerardo Monasterio, 17/2/2014