19.2.16


Disgresiones en tono menor por Sivainvi (Manuel Gerardo Monasterio)
24/04/2005
Publicado originalmente en mi Foro Planetario



La sociedad occidental apesta, hiede desde cualquier ángulo que se la encare. Y se encuentra ahora mucho más nauseabunda que nunca, cuando sus adalides pretenden hacernos creer que se encuentra en la cima de su gloria; que sus méritos la convierten en la dadora del mejor de los mundos posibles: que no es posible ni siquiera pensar seriamente en una estructura diferente. La sociedad occidental judeo-cristiana se basa esencialmente en el doble, triple o cuádruple discurso. Es el monumento universal a la más desfachatada hipocresía. Para sostenerse ha invertido la actividad incesante de toneladas de neuronas de sesudos intelectuales, economistas, científicos, y por supuesto, sacerdotes y pastores, que nos demuestran con millones de sofismas y datos imposibles que lo mejor que podemos y debemos hacer es continuar besando amorosamente los grilletes y cadenas que representan la clave fundamental para que el sistema siga funcionando. Y son –o fueron- las religiones organizadas las principales encargadas de someter el alma de los hombres para que sus cuerpos se entreguen dócilmente a la robotización colectiva. Y dije “fueron”, porque su nefasta labor ya está prácticamente concluida. Ahora hemos pasado casi por completo al estadio siguiente. Salimos de la trituradora de los confesionarios para caer en la retorta de los científicos. Poco importa que algunos lúcidos como Bergson hayan visto que “la ciencia es ciencia-ficción”, es inútil vocear esas verdades de a puño, porque como certeramente proclamó Marcuse, “la ciencia es el Mito del siglo XX”.

Salimos de la mirada de los sacerdotes para caer bajo la mirada de los científicos. Las astucias de la Iglesia, tan sofisticadas en su tiempo, se han convertido hoy en un pasatiempo inocente comparadas con la inefable sutileza con que la ciencia, siempre en nombre de alguna inefable benevolencia, se asoma impúdicamente sobre los cuerpos y las almas. La Iglesia, dejando tantas cosas a cargo de los Misterios, otorgaba todavía espacio para el libre deambular interno de sus víctimas. Ahora, sin embargo, todo ha sido salvaje, universal y ultérrimamente manoseado, desde afuera y desde adentro, desde todos los costados accesibles de la carne inerme y de la mente, inundadas de química y mensajes. Nos someten a una continua endoscopia generalizada. Analizan hasta el último detalle de nuestra desgraciada anatomía y de nuestra mente atiborrada de palabras. Todo en pos de nuestro bienestar, sí señor, porque el bienestar –“el bienestar personal”- es el bien absoluto. 

No lo dude usted, no lo dude ni un segundo. Avéngase a las pruebas, entréguese a la encuesta. Venga, venga, que vamos a enseñarle cómo debe comer. No importa si mañana le decimos que ayer nos equivocamos, porque en realidad los huevos no eran malos, es el pollo que le recomendamos el que produce una enfermedad irreversible. Discúlpenos, nosotros se lo dimos, es verdad, pero entonces no sabíamos, después nos enteramos. El avance de la ciencia exige sacrificios. No llore, venga, tómese este Prozac que otro santo de la ciencia fabricó, precisamente para usted y este momento que está usted viviendo. Su hijo está muriendo, eso es inalterable, pero mire, mire qué maravilla! No se amargue, venga y mire, ¿cuántos hijos quiere? Aproveche, los tenemos de oferta esta semana. ¡Ni comparación con el de antes! Estos son a medida y tenga en cuenta que no tendrá necesidad de molestarse: podemos evitarle el riesgo de la cópula con su mujer que, debe usted saberlo, es un acto potencialmente peligroso, como el M.I.T. ha demostrado de manera irrefutable. Venga, venga y mire, ¿no son acaso bonitos? Estos los acabamos de preparar recién, in vitro, limpitos, sin necesidad de esa inmundicia del acople carnal y sus infames secreciones. Lo estamos liberando, querido amigo, de ese acto repugnante y aburrido. Porque, vea usted, ¿que es en definitiva, el sexo? Un subproducto del sistema límbico y de la excitación del tálamo con escasa o casi nula producción de actividad cortical. Vea, mire nuestros datos, estudie usted un poco nuestras tablas, hemos medido todas las funciones posibles durante el acto sexual de 100000000 de parejas. Lo tenemos aquí, todo clasificado, y nosotros, como no somos sacerdotes, sino los nuevos santos, no le ocultamos nada y todo lo ponemos a su disposición. Aquí no hay más secretos como antes. Venga, amigo, no sea tímido. Esto es suyo, sí señor, los registros poligráficos completos de cuando pilló desprevenida a su mujer en la cocina. Mire, vea estas frecuencias, lea estos informes miográficos, no se excite con los números, por favor, déjenos eso a nosotros, usted no está calificado, confórmese con saber lo que nosotros le informamos.... Su mujer...a ver a ver, sí, aquí está, hembra caucásica, 34 años, blablablabla...Pero, amigo, esta mujer esta muy enferma, ¿cómo? ¿que nosotros la estábamos tratando? ¿cuándo? Enfermera, tráigame el expediente....Sí, efectivamente, tiene usted razón, pero qué barbaridad! ¿quién ha sido el responsable de semejante disparate? ¿Yo? Sí, tiene usted razón, pero mire, vea, se han confundido las historias y eso ya no es culpa mía. Mire, señor, en definitiva esto está todo mal, se han equivocado en el diagnóstico y por lo tanto en la medicación. No era eso lo que tenía que tomar, era esto otro. ¡ Pero no, señor, suelte usté ese frasco! Es inútil, ya es muy tarde, su mujer es una enferma terminal. Cálmese, por favor. No es culpa mía, en realidad no es culpa de nadie, o como si lo fuese, es imposible encontrar al responsable. ¿Qué quiere usted que hagamos? La ciencia tiene límites, señor! No somos dioses, jugamos, solamente. Pero, mire cuánto hemos avanzado! Bueno, señor, a no faltar! Baje usted la voz! Le aconsejo que se asesore bien, estamos protegidos. Su mujer, lo que se dice su mujer, no se la podemos restituir, pero no se preocupe, el seguro se hará cargo, siempre que sobreviva usted a los trámites del juicio....

De estas cosas, quizás, habría que hablar en serio, pero el solo hecho de que hayamos llegado hasta este punto y con este grado de mansedumbre, te confieso, deprime lo suficiente como para tomárselo muy en broma.

¿Qué pueden esperar los que son considerados marginales en una sociedad semejante, que crucifica cotidianamente a sus “ciudadanos honestos”? Un pequeñísimo ejemplo lateral de cómo opera este sistema lo tenemos en los homosexuales. Durante siglos sufrieron mofa, persecución, tortura y muerte en todo ámbito dependiente de la benévola jurisdicción de la piadosa sociedad cristiana (lejos quedó la tranquilidad en la que habitaban –sin siquiera sospechar que eran “diferentes”- bajo los auspicios de la “retrasadísima e infernal” sociedad pagana). Los efectos de todos esos siglos de brutal condicionamiento y feroz “reeducación” los vemos finalmente en nuestra época: acorralados, debilitados y vencidos terminaron por sucumbir convirtiéndose finalmente… en un movimiento organizado. Ahora son casi una corporación. ¿Qué otra cultura ha logrado milagro semejante? Las víctimas que ella produce acaban convencidas, cuando más esclavizadas se encuentran, de haber triunfado. Tú, divertido amante de tu propio sexo que antes te entretenías libremente con tu amiguito, ahora cada vez que se encuentran estás, de alguna forma, cumpliendo con una reivindicación sindical. La cultura establecida ha logrado que los homosexuales -que antes eran un grupo que trataba de pasar desapercibido y no estaba sistemáticamente clasificado- pasen a ser completamente investigables. Eso sin contar todo el espontáneo placer del que han ido drenando a toda la cuestión en camino, como todo lo demás que late bajo el sol, a su más mecanizada burocratización. 

Otrora la Iglesia sustentaba el poder de la información de manera mucho más primitiva. Ahora los métodos han adquirido alambicadísima sofisticación. Pronto terminarán de saberlo todo acerca de ti, y cuando lo sepan todo lo usarán para lo mismo de siempre, DOMINARTE, sólo que ahora de forma más omnímoda. El sistema que utilizan es similar a la especialidad de los ingleses, quienes en contubernio con los japoneses ocuparon una pila de años para implantar el vicio del opio en China. Lentamente, hasta que uno termina pidiendo por favor a sus victimarios aquello que va continuar sustentando el vínculo de su esclavitud. ¿Nos daremos cuenta alguna vez del inmensurable precio que estamos pagando por nuestras heladeras, lavarropas, pasadiscos, microondas, y toda la maraña de confortables chucherías a cambio de las cuales hemos entregado el alma?

El esclavo romano, el siervo medieval, y mucho después, también el ciudadano soviético, tenían consciencia de su oprimida condición. Esta consciencia ha desaparecido en la sociedad capitalista avanzada, donde podemos observar el grado de esclavitud en relación directamente proporcional al placer y la satisfacción que la gente demuestra en relación con aquello que, precisamente, mantiene su servidumbre. Lejos también están los tiempos en que el esclavo negro sabía cual era su situación, su amo al menos debía cuidarlo en la enfermedad y atender a su estado físico porque precisaba de él. En tiempos en que la Iglesia tenía el monopolio de la servidumbre humana, la experimentación espiritual estaba prohibida. Antiguamente la Iglesia exigía del hombre el cuerpo, en pos de la salvación del alma. Hoy, para salvaguardar el cuerpo y otorgarle paraísos artificiales, ya el hombre ni siquiera recuerda la existencia del alma…

Hoy se puede experimentar, por supuesto, siguiendo las rutas trazadas meticulosamente por los popes y gurúes científicos que a través de su ingente red mediática –con el periodismo mundial incluido, a sabiendas o ignorantemente- difunden cotidianamente los circuitos, diagramas y mapas de todo “viaje” que hayamos realizado o que alguna vez vayamos a realizar. Antes se dominaba por medio de la falta de información –el conocimiento estaba en manos de una minoría- hoy se domina por exceso de ella, porque es evidente que la mayoría no tiene ni el tiempo, ni la disposición ni en general la más remota idea de qué hacer con toda esa información. Pero eso sí, como la información está supuestamente a disposición de todos ahora podemos continuar, mansos y felices…¡Alégrate! Afortunado habitante del Siglo XXI, la globalización democrática avanza velozmente, pronto pasará por la puerta de tu casa... Los tiempos de la tremenda opresión han terminado, ahora, finalmente, somos libres!

Sivainvi (Manuel Gerardo Monasterio)

Segunda Entrevista a Sivainvi (pseudónimo/heterónimo de Manuel Gerardo Monasterio)
(Educación, Frenocracia y filicidio universal)

Entrevista realizada a Manuel Gerardo Monasterio por Nuria Climent Vilardebò 
26 de Abril de 2005
(publicado en el extinto Foro Planetario)


P: Me gustaría que siguiéramos desarrollando los temas que habías comentado hace unos días. Concretamente, habías expresado, muy enfáticamente, que el proceso humano estaba agotado y que esto era irreversible...Me gustaría que te explayaras un poco más al respecto, ya que suena, a más de un tanto exagerado, más bien desesperanzador...

S: Quien desee esperanza, y esperanzarse o re-esperanzarse con respecto a las cosas de este mundo, puede bien dirigirse a cualquiera de las iglesias disponibles o a muchos de los conferencistas de la nueva era, quienes les darán una buena dosis de esperanza “instantánea” a cambio de entregar su dinero y/o su fe ciega. Quien habla nada tiene que ver con ese negocio, ni de explotar la fe o el bolsillo de la gente, o aún peor, vender ilusiones que al final resultan carísimas en términos de sufrimiento y más sufrimiento sin solución de continuidad. No soy hipnotizador profesional ni vendo soporíferos. Simplemente digo: tomamos como humanidad un rumbo equivocado-equivocadísimo- al abandonar nuestra percepción directa y natural de las cosas para entregarnos a la adoración ilimitada del intelecto, del desarrollo intelectual y de las pseudo-soluciones aportadas por el intelecto y por la mera educación intelectual teórica... Quien afirma esto, es precisamente un ejemplar extremo de esa versión distorsionada, falaz y perversa de percibir la realidad....

P: Suena duro hacia ti mismo... ¿o acaso es un artilugio dialéctico y persuasivo?

S: Es la dura realidad. ¿Qué otra cosa podría decirse de un desventurado que a los 11 años ya había leido Ser y Tiempo....

P: ¿Estás diciendo que tú leíste a Heidegger a los 11 años?

S: Sí, creo haberlo dicho claro.

P: Pero, ¿Entendiste algo de lo que leíste?

S: Ese no es el punto, no es el punto en absoluto. La cuestión es que un niño de esa edad haya estado lo suficientemente perturbado como para interesarse en semejantes cosas. Y esa es una perturbación colectiva, la de especular, divagar intelectualmente, y pretender luego aplicar los resultados de ese deporte absurdo a la resolución de todos los temas de la existencia. El desarrollo intelectual, la concreción de curriculums escolares y universitarios densos, prolongados, gigantescos, no sólo no ha hecho a la humanidad más feliz, ni más Inteligente, ni más sabia, ni más buena, sino que además ha complicado la convivencia de los hombres entres sí y de estos con el entorno planetario, de una manera horrorosa, por decirlo de alguna forma, ya que lo que ocurre desafía toda posible descripción.

P: ¿Tú dices que el intelecto en sí mismo y el desarrollo intelectual son negativos?

S: De ninguna manera. Digo que el intelecto es nada más que una herramienta, una mera herramienta que debe ser utilizada exclusivamente para los fines de la economía organísmica y convivencial en los que resulte de utilidad. Toda actividad intelectual –mentativa, por así decirlo- extrapolada de las necesidades inmediatas de la supervivencia y la construcción de herramientas para la supervivencia y un cierto mínimo bienestar indispensable, es perniciosa y produce enfermedades de toda índole.

P: Pero, como tú lo planteas, ¿qué quedaría de la civilización? Seríamos como salvajes...

S: (risas) Sí, sí claro, ya lo decía uno de los antiguos padres del desierto, San Atanasio, “No deberíamos haber salido de la caverna...!” Mira, como siempre, es necesario matizar, definir y aclarar los términos que estamos utilizando. Lo primero que percibo en lo que tú dices es que, para empezar, tú pones a la llamada “civilización” como una especie de cumbre de las posibilidades humanas, y utilizas el término de salvaje en relación con todo aquellos que es “pre-civilizatorio”. Debes entender que, quien habla, no parte en absoluto de ese preconcepto. Lo que llamamos “civilización” es sólo una de las tantas posibilidades a disposición del hombre, no es ni la única, ni muchísimo menos la mejor de las variables posibles. Entiéndase que estamos hablando de civilización tal y como se ha dado en la historia conocida, como un proceso de complejización creciente, donde la burocracia y la tecnificación compulsiva han procedido a enajenar la interioridad humana para ponerla al creciente servicio de esa estructura omnímoda y anónima.

P: Por favor, quisiera que volvamos al punto del desarrollo intelectual, y, en ese sentido, de la cultura...¿Qué hay de los logros creativos del arte, por ejemplo?

R: El problema –la tragedia- del desarrollo intelectual como fin en sí mismo, es que aumenta dramáticamente el sentido de separación, porque no hace más que estimular la personalidad, que no es más que esa percepción, ese falso constructo social que me hace creer a mí que yo soy un ente individual, separado de otros entes igualmente individuales, arrojados todos ellos a un universo también separado y extraño y ajeno a ellos. Y, para empezar, déjame decirte que en realidad no existe tal cosa como “el individuo”, desde el momento en que somos la suma presente y simultánea de una cantidad inconcebible de material genético y cósmico del que no tenemos la más mínima idea. Quiere decir que “yo”, soy multitud, jamás individuo. Para que haya llegado a verme como “individuo” –cosa inconcebible en el habitante de las llamadas culturas “primitivas” tengo que haber pasado por un intenso proceso de alambicamiento perceptual y manipulativo, algo en lo que han cooperado todos, el estado, la familia, la escuela...La cultura, por tanto, en este contexto, no es más que “cultura del yo”, de ese constructo, de esa irrealidad, de esa aberración que se fundamenta en percibirme a mí mismo como un ente separado del proceso cósmico instantáneo. Esta falacia es fuente y origen de la mayor parte de los sufrimientos y males que padece la humanidad, porque genera cada vez más y más miedo, y el miedo engendra a su vez más violencia, más patología, y más alambicamiento intelectual, más negación, más ocultamiento.
El arte no tiene porque ser considerado como una resultante de ese proceso intelectual negativo. Lo que el arte utiliza del intelecto son las herramientas técnicas inmediatas propias de cada especialidad artística, pero no tiene porque ser concebido como una actividad intelectual per se, es decir, como una actividad separada de un movimiento global de todo el organismo. Lo que enferma es la percepción fragmentaria, el no estar involucrado totalmente en cada cosa que uno está haciendo, y eso es precisamente lo que nuestra cultura ayuda y propende a desarrollar, la fragmentación, la desintegración de esos procesos que son en realidad totales, unitarios. Y esto se produce porque el intelecto es una herramienta muy precaria, muy limitada, muy específica, que no está preparada en absoluto para percibir la totalidad, sino para trabajar con específicos y sólo para fines puntuales. Cuando se pretende llevar al intelecto a confrontar todos los temas que escapan por definición a su condición y a sus posibilidades, se produce el más tremendo de los desastres, que en nuestros tiempos se llama, precisamente, “civilización”....

P: Por momentos pareciera, y perdóname si no te he interpretado bien, como si tú alentaras una postura vitalista, ultra-biologista, casi diría, anti-espiritual...

S: (risas) No tengas la menor duda al respecto! No me canso de repetir que el cuerpo es muchísimo más espiritual que la mente! Me causa muchísima gracia cuando la gente considera que hay que dedicarse "a la vida espiritual” en contraste con una supuesta "vida material". Esa pretendida dicotomía es otro constructo de la percepción fragmentaria, que supone que hay una “vida material” y una “vida espiritual”, y cuando la gente insiste con esta propuesta tan ridícula me veo obligado a decirle que me muestre su vida espiritual...A ver, ¿Dónde la tienen? ¿Te das cuenta de lo que quiero decir? Hay que estar muy loco para llegar a concebir estas categorías, y luego además percibirlas como dilemáticas... En realidad somos una totalidad organísmica inmediata, participando aquí-ahora de todo el proceso cósmico global, no hay vida espiritual ni material, ni actividades separadas, sino una totalidad operando simultáneamente a nivel universal. Es en ese sentido que nacimiento y muerte carecen en absoluto de significación, porque esas son también categorías resultantes de la percepción fragmentada, de una identificación, que, como todas las identificaciones, es falaz por definición. Porque no hay forma de definir lo que es, ni necesidad alguna de hacerlo...salvo que se trate del intelecto, que querrá definirlo, porque el intelecto aborrece el vacío, y el ser es Vacío, Vacío más allá de la imaginación. En ese sentido, Wittgenstein se ha comportado con mucha lucidez, negándose a discurrir acerca de aquello sobre lo que no hay nada que pueda decirse. Pero luego aparece esa manía del desarrollo de las ideas aplicadas a todas las cosas...Y tú ya conoces el resto.

P: ¿Qué papel juega la educación en todo esto?

S: Me imagino que te refieres a la educación organizada, verdad?

P: Efectivamente

S: Es uno de los instrumentos fundamentales para la perpetuación de la falacia universal. ¿Qué tiene que ver el bienestar, la genuina salud física y mental de los niños con semejante monstruosidad? A los niños, esencialmente, no les interesa la escuela. Algunos se acostumbran un poco más ella por la culpa natural que sienten en relación con sus padres, y la necesidad de complacer a estos. Creo que es Watslawik quien comenta la situación en que el niño no sólo debe comer una sopa, que no le gusta, sino que debe además disfrutar haciéndolo. Asimismo, aquellos niños que demuestran un natural fastidio por la escuela y sus ridículas actividades comienzan a acarrear el peso de ser “problemáticos”, "diferentes", y caen muchas veces en manos –deberíamos decir “garras”?- de la psicología infantil, que intentará hacer con ellos lo que en general ha intentado toda psicología –tanto en el mundo capitalista como marxista- adaptar al niño para que “disfrute” con algo que en realidad y genuinamente le resulta repulsivo y para re-modelarlo a la medida de las necesidades artificiales y anti-organísmicas que todos los estados se dedican a perpetuar. Aquí podríamos agregar el caso de muchos niños rotulados como “hiperquinéticos” o “portadores” de un “síndrome de deficiencia atencional”....

P: ¿Qué ocurre con estos niños?

S: Que son víctimas de ser rotulados con una enfermedad generada por un sistema de vida destructivo, que va desde la alimentación industrializada a la confinación obligatoria en esas cárceles infames de las que todos los estados se enorgullecen-como no podría ser de otra manera- y lo llaman –mofa macabra-“su sistema educativo”.

P: Explica un poco más el tema de la alimentación, por favor.

S: La alimentación cotidiana de la mayor parte de los niños de los centros medianamente urbanizados contiene una cantidad enorme de productos químicos –conservantes, mejoradores, saborizantes- capaces de producir una gran cantidad de trastornos que van desde el sistema nervioso, pasando por el disgestivo, el respiratorio y el inmunitario. Eso sin citar los vegetales cultivados en tierras empobrecidas por el uso continuo de fertilizantes químicos y rociados con diversos tipos de insecticidas muy tóxicos, y la ingesta de animales torturados, con el consiguiente aluvión hormonal provocado por todo ese sufrimiento indecible al que son sometidos desde que los crían hasta que los matan....Y luego me vienen a hablar de la civilización, y el hombre blanco considera al “nativo” americano un salvaje...¿Te das cuenta? este es un sistema tan enfermo, tan increíblemente enfermo que no hay lugar donde  te poses en que no salga pus a borbotones...Esta es la única cultura donde la gente paga para ser envenenada...Sencillamente, no admite la más mínima mirada racional, y así vive el hombre contemporáneo
“civilizado, en un océano de irracionalidad y de estupidez que desafía a la imaginación.

P: Explica un poco más eso de las escuelas como “cárceles”, por favor

S: No hay nada en el organismo de un niño que encaje en una escuela tal y como están planteadas en la mayoría de los países del mundo. La neurofisiología infantil aborrece los condicionamientos a los que se ve sometidas. Eso sin contar la “formación” que se les imparte, la que intentará programarlos para producir el tipo de hombre o mujer que de ellos se espera para la continuidad de lo establecido, como es lógico, lo que incluye el encumbramiento de las actividades intelectuales improductivas aplicadas a la competencia y a la constante, violenta y frustrante comparación con los demás.

P: ¿Conoces alguna alternativa a ese sistema educativo?

S: Ha habido varios intentos, podemos citar la experiencia de Krishnamurti y, particularmente, la de Neill, a la que me referiré todo lo que pueda en el futuro dentro del Foro Planetario.

P: ¿Neill fue aquel director de escuela amigo de Wilhelm Reich, que dejaba que los niños estudiaran o no, según quisieran?

S: (risas) Sí, más o menos! Un pionero notable, muy notable. Un hombre portador de lo que llamo esa percepción organísmica, natural, unitaria. No me sorprende que haya sido considerado como una especie de degenerado por algunos de los académicos más encumbrados de su tiempo...Claro, los niños educados por Neill no estaban "preparados" para el llamado "mundo exterior" establecido... Y otra de las taras que tenemos que sacarnos de encima lo más rápido posible, es la búsqueda de la “eficiencia”, del “éxito”, porque no hay nada en la existencia humana REAL que encaje genuinamente dentro de esos parámetros absolutamente aleatorios y artificiales. ¿Qué es lo “correcto”? ¿Qué es lo “perfecto”? Es fundamental que nos liberemos lo antes posibles de estas categorizaciones falaces. Lo único que a un hombre “organísmicamente” plantado en la vida puede interesarle, es la mayor o menor empatía o ensamble que vivencie en relación con la totalidad. Ese fluir naturalmente con la totalidad es el único signo de salud que podemos determinar. Y si uno encaja en esa totalidad, poco importa la índole de los conocimientos o de la supuesta ignorancia que pueda acarrear consigo, aunque apenas supiera leer. ¿Cómo puede interesarse en lo que el "mundo" llame "éxito" o "fracaso"? El está ocupado en la vivencia "full-time" de ser increíblemente FELIZ... Pero es muy difícil, ridículamente difícil, hablar de estas cosas, porque la gente está tremendamente condicionada por el discurso del poder…

P: ¿A que te refieres, específicamente, cuando dices “discurso de poder”?

S: Me refiero, específicamente, a lo que es “posible” y lo que “no es posible” en un sistema dado, es decir, estoy utilizando la palabra poder, no en el sentido de “dominio” sino en su acepción de “lo posible”. Este discurso establecido es lo que determinará aquello que puede discutirse y acerca de lo que se puede disentir, y aquello que está absolutamente, pero entiéndase bien, ABSOLUTAMENTE fuera de ser siquiera sugerido como tema a ser puesto en tela de juicio. Y dos de los asuntos que mejor encajan en esta clasificación de “intocables” o “impensables” de ser negados o esencialmente cuestionados, son la llamada “educación escolar” y la llamada “salud pública”. No hace falta acotar que desde estos sectores se ejerce la más intensa actividad manipulatoria sobre la población. No por nada Iván Illich les dedicó a ambos tanta investigación.

P: ¿Qué papel juega la familia en todo este espectro de cosas?

S: Ah! la familia…Si estoy hablando de “filicidio universal”, más o menos te das una idea… Te propongo que lo charlemos en nuestra próxima entrevista. ¿Qué te parece?

P: Vale, gracias y hasta la próxima!

12.2.16

¡Pobre Argentina!
Cayó en las manos de Macri
luego de liberarse de Cristina!

PD. De la psicopatía a la imbecilidad...

1.2.16

Entre toneladas de basura reciclada, rebosante de efectos especiales para llenar los vacíos inmensurables de guiones inexistentes, de pronto aparece Algo diferente.

"Crimson Peak", la película del mexicano Guillermo del Toro, es una obra maestra, que más que revivir recrea las imágenes que evocamos de Poe, Villiers de Lisle-Adam, Nerval, y quizás hasta Lovecraft. Tal es la fuerza evocativa del decadentismo romántico deslumbrante que este director nos trae en su maravillosa muestra de sensibilidad y estética que - a quienes no tenemos fama de optimistas en estos temas- nos vuelve a encender la llama de saber que todavía hay creadores fecundos capaces de salir de los clichés apabullantes de Hollywood para producir una muestra que merece ser apreciada una y otra vez.

Aunque sabemos que no existe tal posibilidad -y menos aún la necesitamos- me permitiré la inocente puerilidad de decir: una película perfecta.


 

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