29.1.13

Ahora.

Sola.

En tu Intimidad
más Intima.

En el Silencio...
El Dios más elevado
al que puede
acceder lo humano.

22.1.13

Para María Mónica Pastorini, In Memoriam

Lo sabíamos.
Jugábamos a la ruleta rusa
y sabíamos que la matemática
nos había condenado.

Lo sabíamos.
Sabíamos que alguna vez
nos besaría una bala.

Lo sabíamos.
Y jugamos hasta el fin.


Julio de 1988

9.1.13


Introducción

La civilización poscapitalista se sustenta sobre la mentira colectiva connsensuada a través de falsas opciones de "democracia" y de "libre elección", que son aceptadas solamente por la programación y el lavado de cerebro precozmente estabecidos por el mismo sistema de explotación universal. El sistema bancario y las instituciones monetarias progresan en relación directamente proporcional a la pauperización universal, en una palabra, son una banda internacional de delincuentes amparada y protegida por todas las llamadas "naciones democráticas y libres" que lucran en conjunto con esa peste universal que se nutre de la energía de las mayorías aplastadas del planeta.

M.G.M.


ENTREVISTA A JOHN ZERZAN
2008

ANDRÉS LOMEÑA: El concepto de anarcoprimitivismo suena extraño en este contexto capitalista en el que todo tipo de resistencias son mercantilizadas. El escritor ecoanarquista Derrick Jensen busca la involución de la civilización. Según sus tesis, antes de la domesticación que surgió con el invento de la agricultura, la especie humana era esencialmente ociosa, sana, sensual con la naturaleza e igualitaria. Sus oponentes trivializan sus pensamientos y le comparan con un nuevo Thoureau. ¿Cómo se puede pensar en el anarcoprimitivismo sin admitir cierta victoria de los oponentes? Lo digo porque esta entrevista se ha producido gracias a Internet.
 JOHN ZERZAN: Sí, nuestros detractores salen airosos en este aspecto. Estamos enredados en muchas contradicciones, cuando no hipocresías, casi por estar viviendo hoy. Pero nosotros no pedimos estar en estas condiciones y me parece que debemos usar todas las medidas posibles para empujar el diálogo en la sociedad hacia ciertas cuestiones. ¡Sobre nuestro devenir suicida, principalmente! Si evitáramos la tecnología para comunicarnos sería virtualmente imposible contribuir al diálogo crítico, ¿no crees?

AL: Parece rechazar todo tipo de proyecto emancipatorio relacionado con la palabra “progreso”. ¿Por qué no podemos mejorar nuestra forma de vida si somos capaces de detectar nuestros errores como civilización?
J.Z.: El progreso es claramente un progreso hacia la total deshumanización y destrucción de la biosfera. Esto empieza a resultar muy obvio como sociedad y tanto ésta como el medio ambiente se deterioran de manera patológica. Tanto nuestra naturaleza interior (las emociones) como la exterior están hechas jirones. Las matanzas en las escuelas de Estados Unidos son ahora eventos frecuentes, setenta millones de personas tienen serios problemas para dormir, los hombres están incrementando su dependencia con las drogas para cumplir sexualmente, millones necesitan antidepresivos para funcionar, el riesgo de obesidad está creciendo, etcétera. Lo que está ocurriendo al medio ambiente es bastante obvio para detallarlo: es un desastre que sigue desarrollándose.
 La cuestión es que esto no es accidental, sino algo dirigido por instituciones sociales: la división del trabajo y la dominación de la naturaleza. La modernidad es una unidad que da lugar a la sociedad de masas, una unidad de fallo y empeoramiento: una crisis en cada esfera, en cada nivel. La izquierda y la derecha están unidas en esto.

A.L.: ¿Qué hay de una ciencia como la medicina? También existe una dominación, una mirada médica, un trato jerárquico. Y sin embargo ha salvado vidas y ha mitigado dolor.
 J.Z.: La tecnología estalla en la industrialización, la cual está destruyendo y deformando la vida. La medicina cree tener todas las respuestas, pero es parte del dispositivo tecnológico que crea los problemas. La agricultura, como domesticación, también es parte del problema. La domesticación, la voluntad de controlar, que fue llamada por Jared Diamond “el mayor error humano jamás cometido”. Esto empieza con la agricultura y continúa hasta la clonación, la ingeniería genética, la nanotecnología, el control actual a un nivel de dominación subatómico. La ciencia no es más neutral que la tecnología, siempre hay valores implicados incluso aunque no sean reconocidos.

A.L.: ¿Y qué me dice del arte? Ha declarado que todo arte, como simbolización, es un sucedáneo, una falsificación. ¿Acaso no disfruta con él? Desde luego conoce a los grandes autores de la literatura, si bien los critica.
 J.Z.: Claro que disfruto el arte. Mi visión da cuenta de la congruencia en la emergencia de lo simbólico y la emergencia de la alienación y la desigualdad. ¿Simplemente una coincidencia? Hay una pregunta antropológica similar: la emergencia de la religión y la emergencia del monoteísmo, en términos de conexión. Hay una pregunta más importante: ¿No podríamos algún día, en un mundo no alienado, dejar de necesitar la consolación del arte?

A.L.: Usted representa la tecnofobia, mientras el transhumanismo representa la tecnofilia. ¿Qué piensa de esta corriente?
 J.Z.: Sus argumentos representan un tecnofascismo, desde mi punto de vista. Su abrazo a la tecnocultura me repele completamente. A ellos no les preocupa que lleguemos a ser máquinas.

A.L.: Debe mucho al antropólogo Marshal Sahlins. ¿Y a Lévi-Strauss? Él también escribió sobre la mente del salvaje.
J.Z.: Sahlins, eso es. Lévi-Strauss también, pero él no estudió la domesticación de las personas, así que su trabajo no ha sido tan pertinente para mis exploraciones.

A.L.: ¿Cuál es la conexión entre su pensamiento y el veganismo?
 J.Z.: El veganismo es una reacción contra la industrialización de lo que comemos (los animales, claro). Pero aquí también surge la cuestión, ahistórica, de si siempre fue erróneo consumir animales y sus productos derivados. Ésta es una posición reciente. El “homo” comió carne durante tres millones de años de su existencia, encontrándola o cazando. Es posible que un cambio pudiera darse dejando la carne completamente, pero lo encuentro un poco difícil dada la imagen de nuestra historia.

A.L.: ¿Es posible un renacimiento del ludismo?
 J.Z.: Un renacimiento no es sólo posible sino altamente probable, diría yo. Cuanto más vacía y desoladora llegue a ser la tecnocultura, más crecerá la resistencia.

A.L.: El reloj reifica el tiempo, según sus escritos. ¿Qué tipo de “ética práctica” nos propone usted, entonces?
 J.Z.: En realidad no sé qué es práctico en este contexto totalizador. Quizás cualquier ejercicio o experiencia que ensaye una dirección totalmente diferente. Pienso que aprender habilidades de supervivencia es una forma de prepararnos y empezar a reconectarse con el mundo. Debemos empezar a ser autónomos porque el mundo actual es muy inestable y somos vulnerables.

A.L.: Vivimos en un contexto postmarxista. ¿También vivimos un contexto postanarquista?
 J.Z.: Es postanarquista (o necesita serlo) en que se aleja del tradicional izquierdismo, el cual no cuestionaba la civilización, la domesticación, la sociedad de masas, la globalización o el industrialismo. Es hora de cuestionar y acusar a esas instituciones y empezar a trabajar en alternativas. Esto es 2008, no el siglo XIX. Noam Chomsky, por cierto, que se declara anarcosindicalista, está horrorizado por nuestra visión crítica. Él ama el progreso y la industria y miente habitualmente sobre el anarcoprimitivismo.

Entrevista del Periódico "Diagonal"

John Zerzan, Anarquista Verde, teórico de la Anti-Civilización, escritor y conferencista


Conversamos con el filósofo John Zerzan sobre alternativas al desarrollo industrial y al modelo de progreso económico vigente en la sociedad de masas.
DIAGONAL: En una entrevista reciente decías que están surgiendo planteamientos que cuestionan eficazmente la modernidad y el progreso. ¿Qué opinión tienes del movimiento del decrecimiento y su capacidad de respuesta a la crisis económica global?
JOHN ZERZAN: Hace un par de años, en Barcelona, hubo una discusión considerable, sobre todo desde grupos franceses, de esta tendencia. Algunos aspiraban a integrarse en el juego parlamentario, lo que considero mala idea, y no sé qué grado de radicalidad implica su propuesta. Por un lado, algunos de sus conceptos no van demasiado lejos, como las “ciudades lentas”, la “alimentación lenta” o la idea de simplificación. Por otro, no tienen mucho alcance porque carecen de crítica sobre la totalidad del fenómeno. Todo el mundo va en la dirección del crecimiento industrial descontrolado: China, India y otros muchos países avanzan con rapidez hacia esta realidad. Así pues, el decrecimiento puede ser deseable, pero hay que plantear una lucha concreta contra todas estas dinámicas, instituciones y fuerzas que empujan en la otra dirección. Creo que promueven algo sano, pero, si optan por la vía de integración en partidos verdes y demás, creo que su enfoque quedará comprometido por la dinámica de partidos, aunque tal vez sean capaces de encontrar una vía alternativa.
D.: ¿Cuál sería tu acercamiento teórico a esta lucha?
J.Z.: El antiindustrialismo. Si no nos ocupamos de este problema, estamos evitando encarar la manifestación principal de la sociedad de masas, que ya tiene una vigencia de 9.000 años. No podemos sino reconocer una realidad que no hace feliz a casi nadie, ante la que están reaccionando grupos humanos en todos los continentes, en todos los países. La sociedad industrial envenena el aire, conduce a la esclavitud a millones de personas, acaba con los pueblos indígenas y sus formas de vida. Y hoy en día ni siquiera se trata de esconder su verdadera naturaleza; sus agentes operan a la luz del día. Copenhague ha sido un desastre completamente predecible y Obama es otro Bush; parece que definitivamente se ha terminado la ilusión y tal vez ahora nos podamos enfrentar con nuestros problemas verdaderos.
D.: ¿Qué opinión te merece internet? ¿Es un síntoma de domesticación o tiene un peso específico como herramienta transformadora?
J.Z.: Creo que ambas cosas. No sé aquí, pero en EE UU pasamos nuestra vida frente a la pantalla. Somos adictos a este tipo de interacción, supongo que por el nivel de desamparo existente. Hoy un amigo es alguien a quien probablemente nunca hayas visto en persona, vamos a todos lados con el móvil en la oreja. Parece que nadie quiere estar presente en este mundo arrasado, siempre estamos en otra parte. Pero no existe otra parte. Este mundo se define por la tecnología, la tecnocultura se expande con gran velocidad, a pesar de ser económicamente excluyente. Y en la base de este proceso está el posmodernismo, que se caracteriza por la adopción incondicional de la tecnología, así como por la pérdida de las ideas de causalidad, valor o significado. Sólo deja espacio a lo momentáneo y trivial.
D.: ¿Crees que este sistema se ha implementado desde arriba o se trata de una deriva que nos hemos trabajado nosotros mismos?
J.Z.: Creo que esta situación proviene de nuestro sistema de consumo. Y será imposible abordar el problema eficazmente sin aplicar una crítica radical a este fenómeno, porque la tecnología en sí es neutral. Si no politizamos la cuestión de su uso y las raíces de su existencia es imposible frenar esta situación. Los efectos negativos de este modelo son visibles en la salud física y mental de nuestra sociedad. Por ejemplo, el fenómeno de los tiroteos en escuelas e instituciones. Estas manifestaciones patológicas se producen en los países más desarrollados –EE UU, Finlandia o Alemania–, como síntomas de una sociedad disfuncional, del vacío de un mundo uniformizado que está acabando con la idea de comunidad y tantos otros conceptos importantes en nuestra vida. Mientras sigamos apostando por una sociedad tecnológica de masas, como hace la izquierda, no seremos capaces de librarnos de todo este lastre y regresar a una experiencia directa del mundo.
D.: ¿Y cómo enfrentar el proceso práctico de cambiar el modelo?
J.Z.: Poniendo el problema sobre la mesa, dándole la relevancia que merece e insistiendo en el papel central que debe jugar en la discusión pública. Nuestra postura implica destruir todo el aparato tecnológico antes de que nos destruya y de que elimine todo valor y textura de la vida. Se trata de reconectar con la tierra, por ello nuestra inspiración fundamental son los modos de vida de los pueblos indígenas.
D.: ¿Qué harías si el sistema cayera mañana y tuvieras la oportunidad de intervenir e implementar cambios concretos?
J.Z.: El problema es que la mayor parte de la población de las grandes ciudades moriría en tres días. No duraríamos mucho sin energía, con los alimentos pudriéndose, sin habilidades para sobrevivir y con el instinto atrofiado. No sabríamos qué comer, qué planta es cuál, como hacer fuego, buscar agua, refugio... Nos tenemos que preparar para ese proceso, porque la ciudad es artificial e insostenible, y no representa el mundo al que nos enfrentaremos cuando el sistema se detenga... Además, poseer esas herramientas de supervivencia empodera políticamente, da sensación de autonomía. Si quieres salir del sistema, pero no tienes estos conocimientos, al final seguramente no des el paso.
PRIMITIVISMO RADICAL
Con ocasión del cien aniversario del anarcosindicalismo organizado por CGT, nos acercamos al pensamiento de JohnZerzan. Sobre la dialéctica negativa de Adorno, Zerzan expone, en textos como La catástrofe del posmodernismo o El crepúsculo de las máquinas, su idea de que esta civilización es una construcción acumulativa de alienación. Para reconstruirla apela a la experiencia de las comunidades anteriores a la adopción de la agricultura, la domesticación y la propiedad privada. De éstas extrae la práctica de formas de vida libres de alienación basadas en la experiencia directa.
 

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