24.5.11


Esta mañana, al sacar a mi amigo “Orejas” para su primera salida del día, me encontré en la puerta con dos señoras de características inconfundibles. Traté de escapar, pero lo que queda de cortesía en mi para tolerar ciertos acontecimientos, no me lo permitió. Por supuesto eran Testigos. Testigos de Jehová. Por lo menos asi se llaman a sí mismos. Tengo una rutina preparada para estas ocasiones, aunque debo decir que, como todas las otras que diseñé a lo largo de muchos años de experiencia con estas extrañas criaturas, no resulta muy efectiva.Ante la propuesta de comenzar a hablarme de su fe y acercarme literatura, les dije muy suelto de lengua: Soy Pastor Presbiteriano. Ni modo. Cuando volvieron a la carga, agregué: Estoy a cargo de una parroquia. Y aún aquí eso dio pie para que una de ellas me pregunte: Entonces usted está al tanto de las escrituras, ¿Qué puede decirnos del reino de Dios? De inmediato les contesté, un tanto secamente: Que el Reino de Dios está en nosotros. Y con un apresurado “Muchas gracias” me retiré, no fuera cosa que me enredaran en una discusión semántica con lo de si está "en" nosotros o "entre" nosotros. Discusión que conozco del derecho y del revés, y que a decir verdad, ya no me interesa en lo más mínimo. Hay que decir que conservo, de los perseverantes ataques que he sufrido por parte de estos équidos bipedestados y orejudos, un par de libros que en su momento consideré aceptables. En particular una versión transliteral de los evangelios en inglés y griego, que me fue muy grata. Por lo demás, si les dijera lo que pienso de su doctrina, no les haría ningún daño puesto que son refractarios a cualquier digresión, pero sí me complicaría yo mismo la vida sin ninguna razón .

La fe es la percepción de aquello que no puede ser percibido directamente por los cinco sentidos ni por el sexto del intelecto. Es el reflejo, en realidad,de la percepción de lo impercibible. En cuanto intenta uno explicar los contenidos de la fe, ya entra en una batalla de la cual ni el criterio ni el buen sentido habrán de salir ilesos.

Y en cuanto a mi, estoy en la nada envidiable situación
de ser como un queso guyere
que se ha quedado sólo con los agujeros.
Todos los conocimentos y vanidades,
que por cierto fueron bastante amplios y ruidosos
en su época de gloria, se han retirado.
He quedado a solas, como un leproso abandonado
en un desierto sin conceptos ni significados.

Ultimamente la gente me evita
como si percibiese el peligro del contagio.
Pero en realidad, no podrían sospechar
la índole de la catástrofe que me ha tocado.

Soy una herramienta inservible
que conserva tan sólo su forma.
Como el dibujo de una herramienta tan bien realizado,
que daría la impresión que la herramienta
fuera real y pudiese ser utilizada. Pero, ¿Cómo?
En cuanto quisiera alguien tomarla
vería que sólo es un espejismo.

Las ideas, sin embargo, continúan pasando,
pero ya no hay nadie en casa
con voluntad de tomarlas para algo más
que no sea jugar un rato con ellas,
para aburrirse enseguida y dejar
que sigan su extraño camino sin comienzo ni destino.

Soy esa nada donde tienen lugar
absolutamente todas las cosas
de este mundo y de los otros.
El agujero negro ante cuya presencia
todo bulle un instante y desaparece.

Y esta extraña paz.
La más risueña paz
que aparece allí
donde en realidad
ya no hay nadie.

Manuel Gerardo Monasterio 22 de Septiembre de 2007, 12 y 18 PM

23.5.11

Toda la enseñanza "espiritual" que alguna vez vayas a necesitar se reduce a saber esto:

Si no te identificas,
el circo suspende
sus funciones de inmediato.

Si te identificas,
el circo vuelve a poner
en cartelera su función.


El hecho de que en nombre de la "espiritualidad" y
de la presunta "vida espiritual" se haya escrito y hablado tanto,
más allá de esta percepción trascendental y definitiva, te dará una pauta clara

de la clase de bribones que dirigen los Ashrams, fundan iglesias o crean religiones.

Escrito a las 15.40 del 29/08/2007 en la ciudad de Buenos Aires
Dios bendiga a Leo Sternbach!
Unos gritando,
otros bailando,
unos follando,
otros rezando.
Unos llorando,
otros cantando
y aún otros callando...
Todos te hablan, Señor,
en el lenguaje que hasta entonces
hayan aprendido.

Yo sólo me cuido
de observar tu Grandeza
y de no decir nunca
a ciencia cierta:
esto sí es el bien
o esto sí es el mal.
Estoy en un bar
de la calle Sarmiento.
Reductos de artistas,
angustiados fantoches
que proclaman aullando
el horror de su Ausencia.

Soy como ellos
una sombra más,
una sombra menos
al llegar el Mediodía:
Sol vertical
que nos acecha
desde la eternidad.
Apenas ayer
decíamos amarnos
y ya no más
decimos hoy.
Ayer no es
tan pasado
y sin embargo!

Hoy hemos encontrado
a quien mentirle
amores renovados,
tan viejos, sin embargo!

Y nos mentirán amor.
Y nos cantarán
la misma letanía
del ser acorralado
que vaga torpemente
por este Resplandor.
Por este infundio inconsistente
que llamamos existencia.
Y que se sirve
para sobrevivir
de la fantasía
de pensarse enamorado,
y que oculta
su horror
tras otra cosa,
tras otra vida,
tras otra rosa,
tan sola,
tan espantada
y clamorosa
como él.
Mors

Intuyo tu Presencia en cada instante:
Blanca, tan cercana y distante.
Rosa que habrá de aromar un día
el páramo sombrío de mi vida.

Elevas mi estatura
al ritmo que conjuras
el tiempo luminoso
del Viaje, quizás, o del reposo.

¿Por qué conjeturar
con ciencia vana y fría
tu rostro singular,

tu forma tan amada,
tu mano tan temida:
Alba o Crepúsculo final.



Soneto

Mi corazón naufragio
y mi sangre ruina.
Guarda, hechicera, tu presagio.
Siempre lo mismo se avecina.

No has de hallar entre tus signos
nada nuevo para mí,
hijo predilecto del Abismo,
psiconauta de una muerte sin fin.

Si leyeras por debajo de mi sangre,
penetraras en el denso laberinto,
descubrieras el origen de mi Hambre
y alumbraras el trágico recinto
del fantasma letal que me desvela,
entonces creería en ti, hechicera!




Y esto era todo!
Podríamos habernos
evitado la impostura,
el gesto vano,
la insólita caricia,
la estúpida aventura,
el claro desengaño,
la tristeza tan triste,
la tristísima tristeza.
La tristeza que un día
se nos prende de la vida
y no nos deja.
Ya nunca más nos deja.
Estás a tiempo,
piénsalo bien.
Mira que después
no habrá ya nada
más en qué pensar.


En un momento más
hallarás en mis ojos
paisajes imposibles,
abominables certezas
que te habrán de fulminar.


Hallarás en mis ojos
tanto para perderte
y un solo Punto para Encontrate.
Un solo Punto
y el Abismo
en todas partes.


Piénsalo bien.
Puedes dormir
plácidamente
con el aplauso general.
Pero si aún decides
seguir adelante,
te prevengo:
la vida que hoy concibes
será un detalle irrelevante
y el mundo que conoces
tendrá que derrumbarse.

Después entre las ruinas,
pedazo por pedazo,
tendrás que construirte
a imagen de los Dioses.


De mi novela "Y Juramos con Gloria Morir", al poco tiempo de que mi heterónimo Andres De Garnier conociera a Verónica.

Li Tsu Po escribiendo poemas

y criticando a los tiranos…

Han pasado ya mil años.

¿Cómo puede conocerme Li Tsu Po?

¿Cómo puede recordar

a alguien que murió

hace tanto tiempo?

Rosa

Belleza sin pausa

Espina milagrosa

Fragancia que no cesa

Que no se dispersa siquiera

Ante la mano que la arranca

Desnuda está la madrugada

como una niña recién nacida.

Vestida de horror e inmaculada,

sin pecado original porque

originalmente no hay más nada

que un constante querer sobrevivir

a esta muerte sin fin que te anonada.

A esta muerte sin fin que los frailes

eternizan con su mirada,

con sus biblias plenas de sombra

y sus dioses llenos de baba

y las cadenas de su dogma

mortificando tu alma,

eternizando la muerte en tu mirada.

Me ha hecho usted pensar -lo cual ya es un milagro -acerca del infundio irreverente en el que nado desde hace treinta y dos, treinta y dos mil años. Puede que tenga usted razón, debo estar más negro que las aves del cuadro de Van Gogh. Negro como un canguro calcinado que no deja de brincar, con su bolsa Llena de cuervos. La mucha claridad es perniciosa, acaba por cegar. Pero todo es una historia larga, larga, larga, como una sola sombra larga -no creo que recuerde aquel nocturno- No se inquiete, no veo qué provecho pueda usted sacar de aquel nocturno viejo y triste que Asunción escribió de inocente calentura una noche toda llena de murmullos y de lágrimas, a su hermana, una lánguida y muerta jovencita colombiana. Yo no sé de qué trata todo esto. Y la esclerosis avanza. No tengo más ideas. Sepulté las últimas serpientes cuando el primer trozo de niño ametrallado se me incrustó en la frente. Y luego fue el parietal gastado de la vieja patética que dos muchachos borrachos levantaron por el aire una madrugada cualquiera. Lo tengo alojado desde entonces en el lóbulo frontal, "inoperable", según dicen los expertos, podría quedar irreversiblemente cuerdo. Soy un herido de guerra, o más bien desaparecido en acción. Hace años que busco el cuerpo y sólo encuentro mi cabeza, increíblemente vacía y completamente abierta. Yo me nutro de cosas sensatas y evidentes y he caído ya de todas las cornisas. Pero admito que pueda haberse dañado mi cerebro una noche memorable, cuando caminando desde el Bronx hasta la Quinta avenida aspiré sin darme cuenta cinco kilos de cocaína, que, no lo va a creer, flotaban por el aire. Si soy poeta negro no lo sé, no puedo andar tras la neblina ¿Qué quiere usted de mí? Si cada vez que hago el amor me parece estar andando sobre ruinas y no entiendo ese deporte de acumular y acumular rutinas y romances de cartón. Pero estese usted tranquila, hay millones que opinan de manera diferente. Son gente seria que se lleva, merecidamente, todos los premios y nobeles que el mundo les ofrece. Yo soy un idiota alegre que viaja en pos de ninfas diferentes. La única gloria a la que aspiro es una Muerte a pleno cielo. Dios sabrá si la merezco. Mientras tanto, no se inquiete. Estoy plenamente de acuerdo con usted y hace bien en no leerme. Tengo poco que contarle en realidad: unos pocos poemas imprudentes y unos trivialísimos detalles, que no habrían de turbar -Dios no admita el sacrilegio- el suave y dulce sueño en que se mecen sus veinticinco años deliciosos y decentes.

De mi libro "Los Papeles de Alexis" (1983-1988)

Se estaba como durmiendo en un arrullo tan placentero que casi daba culpa, cuando el beso caliente como el hielo le hizo arder la lengua y se derramó llenando todo su cuerpo de una manera insoportablemente bella.

Allí estaba, dentro de é1, con sus piernas de yegua maravillosa a horcajadas de su corazón que reía, con una alegría fresca y desconocida.

-Esta debe ser la puta Diosa de todos los tantras del universo...- Se dijo, y entonces Ella le mostró los mundos innumerables surgiendo de su boca como microbios estallando sin cesar en una marea de luces y de sombra infinitas.

-Sí...- se dijo, -...La putísima y divina Kali en persona...-

Entonces Ella lo degolló infinitamente, con una muerte sucesiva y sin fin. Un súbito pavor lo inundó todo. Y un esplendor doloroso. Y la danza de la Niña Negra le lamió los huesos hasta disolverlos. Y la carne, ya sin bridas ni sustento cayó como una cáscara o una máscara viscosa y sin forma. Entonces la Negrita fue su Madre, y se convirtió en un pezón inmarcesible. Luego su imaginación explotó con más pezones que fueron reventando como rosas negras y rosadas. Sensuales, infantiles, lascivos, inocentes, amantes, amistosos, protectores, devorantes. Y la Negrita lo hizo viajar a través de sus brazos y en cada brazo aparecieron vertiginosos universos y se esfumaron con el mismo vértigo. Y en cada universo, miríadas de vidas y de muertes. Acompasados planetas, estrellas chisporroteantes y cometas mórbidos y desmelenados. Todos con el mismo rostro enmascarándose una y otra vez. La soledad multifacética de Dios reflejándose sin término en espejos innumerables.

Entonces comprendió. Y fue insoportable. Y entendió la Piedad infinita tras la frase : “No puede ser visto a la Cara". Y en el mismo instante en que comprendió sus ojos compasivamente desaparecieron. Una paz no humana lo envolvió. Las palabras del viejo amigo resonaron con cumplida plenitud: "Tan sólo en Ti, oh mi eterno Amor, contemplo el rostro de todos los que viven y todos los que han muerto”. Y aprovechando la última dádiva jocosa escribió con su mano de niebla por vez final –o primera-, en su Diario Estelar:

Muerte-Vida-Mía. Hembra caliente. Hembra gozosa. Hembra golosa y celeste. Puta hermosa. Puta divina y ardiente. Puta increíble que me vino follando de un rincón a otro de mis treinta y tres años. Ni una gota de sangre, ni una gota de idea, ni una gota de semen quedará del Encuentro, del orgasmo sin pausa, del orgasmo secreto. He sido tuyo, has sido mía. Puta querida. Puta sin trampas. Puta sin vueltas. Puta sin mañas. Acabemos juntos. Acabemos juntos por última vez. Acaba conmigo.

De mi Novela Inédita "Y Juramos con Gloria Morir"

Tornaste al Principio,

a la Sombra que le dicen.

A la esfera luminosa

del Poeta que persiste

relatándonos la Historia

desde el Alba imposible

de los tiempos.

No habrá de trocar el erudito

el trivial galardón

que se atribuye

nuestra inútil suerte.

Yo, como tú,

sin argumento,

habré de entrar

-furiosa o dócilmente-

en esa forma de ritual

que llaman muerte.

Acaso en el giro de compás,

letargo repetido eternamente.

Tal vez en el horror,

mueca sin fin

con que nos tuerce Dios

graciosamente.

Mascarada de la vida

que lo es todo sin ser nada.

Insignificante bufonada

de un retorno permanente.


De mi novela inédita "Y Juramos con Gloria Morir"

El sol se viene derrumbando
sobre el alba fugaz
y dolorida de mis años.
Mil años.

Anochecen mis sentidos.
De tanto recordar
me atropelló el Olvido.

El púrpura encendido
de la sórdida jauría
crece a cada instante.

Me siguen con amor,
con rabia, con congoja.
Me siguen obsesionados
por su pasión hidrófoba.

Piso charcos de mi sangre.

No hay más amor
que el de la piedra,
ni más piedad
que la del perro
al que llaman miserable.
Miserables son los hombres,
el planeta no conoce otra miseria.

Es la Noche.

Los ladridos se agigantan.
Ya el aliento,
ya la baba,
ya los primeros dientes
demorándose en mi espalda.

El terror es la penúltima orgía
de los tejidos y las glándulas.

Hacemos el amor.

El frío original lo llena todo.

La ultérrima soledad,
siempre al costado,
ha chocado finalmente contra el alma.

Ya la sierra voraz,
los mil puñales y las garras.
Y el alarido de la presa
estrangulado entre gruñidos
de victoria corrompidos
por la lenta y densa baba.

Trago sangre.
Tengo rota la garganta.

Sigo a tientas,
ya sin ojos,
con los ojos calcinados
por la sangre y por la baba.

Soy yo mismo el perro
mordiéndose la cola
y he llegado al final del corredor.

Hacia el frente se levanta
el paredón inexpugnable.

Ya la sombra,
ya el abismo,
ya la Noche.

Pero aún brilla una luz siniestra
en el trágico y grotesco
rincón desesperado.

Palpo mis ingles.
Allí está.
Lo tomo finalmente.
Vibrante entre mis manos,
con infinita ternura me contempla
el postrer revolver.

De mi novela inédita "Y Juramos con Gloria Morir"

16.5.11

Qué lento exprimes, Señor,

el líquido tenaz,

el fosco liquen de mi vida,

para regar quizá

los bosques de tu hastío.

Sí, tan sólo bosques,

umbríos bosques puedes regar conmigo.

Y mis huesos obedientes,

y mis húmedos tejidos

van cediendo mansamente

en tu fragua celestial.

Criatura soterrada.

Extinción total.

Qué lento ha sido el día,

Alfarero mío,

qué lento y qué fugaz!


"Extinción de la Palabra" 1981

Sobre el tórrido verano
¡Una bandada de palomas blancas!
Nos parecen tontos los gansos
cuando cantan...
¡Y a lo lejos suspira la metralla!
Dios Es...pero, ¿existe?

Nosotros existimos...pero, ¿Somos?

El fulgor de la gloria en la humillación y en la derrota.
El olvido y luego la única inmortalidad de la Memoria.

A veces vuelvo a cabalgar junto a él
en una campaña que dura para siempre.

6.5.11

Dr.Ramón Carrillo, Ministro de Salud Pública en 1946.

Neurobiólogo y neurocirujano eminentísimo, pero más aún,

un hombre de las más elevadas condiciones espirituales y morales

que modificó para siempre la concepción del sanitarismo en Argentina.

Murió olvidado,en la miseria y gravemente enfermo exiliado en Brasil, a los 52 años…(1956)


Martin Lousteau,Ministro de Economía en 2008, quien a los 40 años vive ya opulentamente, y cuya mayor hazaña hasta hoy ha sido verse sorprendido en un automóvil con una mujer casada y embarazada de seis meses y medio…

Sin embargo, no quiero ser mezquino limitando sus posibilidades, ya que todavía es joven y puede aún servir a la nación con muchas más loables obras como la citada…

 

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