2.8.09

VIII





La vida es bella, Amado,
delicioso color pones en ella.
Mas podrías para Ti
guardar tanta belleza
que es mucha para mí.
Es mucho es el pasar feroz
de tanta cosa fugaz,
y mucho el mirar sin fin
y el tener para morir,
y perder lo que un instante
ha sido en mí.



Sentir.
Amar.
Volver a amar y sentir
para entregar y despedir.
Y de nuevo comenzar
afanoso la tarea:
ceder la sangre
de vidas llena.


Ciego quisiera ser,
más Ciego todavía que la piedra
-que tanto habrá de ver-
Ciego,
luminosamente Ciego.
Tan en Ti,
tan sin mí
que no deba ya volver
a la pasión infinita de vivir.

"Extinción de la palabra", Manuel Monasterio 1979
 

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