20.11.08

Reputísima tierra mia
clavada en mis pupilas
como una mujer perdida
para siempre entre gritos,
llamaradas y lamentos.
Violada y muerta y renacida,

reencarnada en otras tantas vidas
que serán asesinadas.

Reputísima madre mía,
tierra ausente y enemiga
que tengo que sacarme
del corazón como una espina
para poder alejarme
para nunca y para siempre.

Amada-odiada y entregada,
pero perdida más que nada.
Como un hijo muerto
de repente en un pantano,
pero mil veces muerto
y cayendo siempre
sin que puedas agarrarlo.


Arrancarte de mi sangre
como a la mala hierba
que se llevará consigo
los pedazos de mi vida
con ella entretejidos.

Hembra triste
que me clava la mirada
y me condena a un amor
tan triste y vano
como su tierna mirada,
en la que tiemblan sin remedio
un millon de niños crucificados,
perpetuados como clavos
en mi trágica mirada

que sangra con ellos
para siempre,
para nunca

y para nada.


Escrito en Guayaquil, camino a Buenos Aires, el 19 de Noviembre de 2008


En Guayaquil, Ecuador, pequeño país del Alma enorme.


 

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