29.8.07


Qué lento exprimes, Señor,
el líquido tenaz,
el fosco liquen de mi vida,
para regar quizá
los bosques de tu hastío.
Sí, tan sólo bosques,
umbríos bosques

puedes regar conmigo.




Y mis huesos obedientes,
y mis húmedos tejidos
van cediendo mansamente
en tu fragua celestial.
Criatura soterrada.
Extinción total.



Qué lento ha sido el día,
Alfarero mío,
qué lento y qué fugaz!





De mi libro "Extinción de la palabra"
 

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